Agricultura
El campo español clama contra la política de la UE: «A precio nunca podremos competir con Marruecos y Mercosur»
Andrés Góngora, responsable estatal de frutas y hortalizas de la organización, señala las amenazas que acechan a los cultivos españoles
El campo, mucho más que un medio de vida para un millón de personas en España, vive tiempos convulsos.
Las dificultades propias de la actividad agraria se multiplican. Los fenómenos meteorológicos extremos, el elevado coste de los insumos, la falta de mano de obra o la carga burocrática suman una feroz competencia a los obstáculos para los productores, zarandeados especialmente en los últimos años por los efectos del contexto geopolítico.
Andrés Góngora, responsable estatal de frutas y hortalizas de COAG (Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos), explica en una entrevista para El Debate el porqué del rechazo frontal de la agricultura y la ganadería al acuerdo de libre comercio de la Unión Europea (UE) con Mercosur (Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil) y a tratos «con terceros países que juegan con otras reglas».
El también secretario provincial de COAG Almería incide en que alianzas que levantan aranceles como la firmada recientemente con Mercosur o la que se mantiene desde el 2000 con Marruecos distorsionan el mercado.
«¿Por qué va a comprar la distribución tomates de Andalucía pudiendo hacerlo en Marruecos a menor precio?», indica Góngora, que señala que «a precio nunca podremos competir con Marruecos y Mercosur, lo marca el que tenga capacidad para producir más barato y ellos tienen total libertad».
El productor de tomate y responsable de relaciones laborales de COAG denuncia la imposibilidad de competir en igualdad de condiciones: «Estos países usan prácticas prohibidas en la UE y, por mucho que diga el ministro Luis Planas, las cláusulas espejo no hay quien se las crea. ¿Quién le va a decir a Brasil, a miles de kilómetros, qué fitosanitarios se pueden utilizar, que no se talen árboles, que no se sobre explote un acuífero o que se cumpla la legislación laboral? son mentiras y no se van a llevar a cabo».
Los beneficios que ensalzan las instituciones para Mercosur no calan en el campo. «Por mucho que se empeñen en decir que nosotros vamos a exportar hacia allá eso no es creíble ni es deseable. Nuestro mercado tiene que ser un mercado más cercano, nuestro modelo agrícola profesional de pequeñas y medianas explotaciones tiene que trabajar en un mercado de proximidad. Eso es lo que se debe de fomentar», reclama Góngora.
El responsable estatal de frutas y hortalizas de COAG se posiciona en contra de los acuerdos comerciales «que no benefician al agricultor ni al consumidor, solo a relaciones diplomáticas que favorecen cuestiones políticas».
Góngora pone el ejemplo de Marruecos: «Los empresarios que se han ido allí a producir son europeos, no es cierto que los agricultores tradicionales se hayan desarrollado por los acuerdos con la UE. En los últimos años cada vez hay más empresarios marroquíes cercanos a la Casa Real y ya no favorecen tanto la llegada de inversores de fuera. Pero igualmente, los productos con los que ellos están presionan tienden a la desaparición en España».
Productos procedentes de Marruecos como el tomate rojo, los cítricos y el calabacín han ganado protagonismo en las importaciones europeas. «Cada cultivo que se impulsa en Marruecos amenaza su supervivencia en España», asevera Góngora, que pone el ejemplo del tomate rojo en Canarias o de la judía verde a nivel nacional.
«Cada vez más se habla del futuro de Marruecos con el aceite de oliva, aunque es un sector en el que Marruecos siempre ha tenido un modelo muy precario, en un ámbito muy local y con una almazara anticuada», destaca el experto hortofrutícola de COAG, que apunta que ni el oro líquido, una de las señas de identidad de la agricultura española, está a salvo en un contexto de guerra de precios.
«Se prevé que Marruecos tenga una modernización del olivar y aspiran a un potencial muy parecido al de España. Ahora mismo Marruecos no es un peligro en el aceite de oliva porque su calidad es malísima en comparación con España. Pero eso es ahora, si se modernizan y van a precio tenemos un problema», concluye.