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Consumo

¿Desaparecerán las cocinas en 25 años como augura el presidente de Mercadona?

Los supermercados apuestan cada vez más por la sección de platos preparados, pero se trata de un modelo que todavía se encuentra en pañales en nuestro país

El pasado martes, el presidente de Mercadona, Juan Roig, se aventuró con la predicción de que «a mitad del siglo XXI no habrá cocinas» para destacar su sección de platos preparados Listo para comer que, aseguró el valenciano, «ya es rentable y continúa creciendo». Aunque se trata de un negocio en alza que muestra cambios de tendencia entre los consumidores, este modelo está todavía lejos de ser una costumbre en los hogares.

Aunque desde Mercadona se niegan a dar datos concretos de sus unidades de negocio, la memoria de la compañía apunta que el servicio de platos preparados ya se encuentra en 1.260 supermercados de España y Portugal, 150 tiendas más que el año anterior. Además, ha ampliado su oferta de productos en una clara apuesta por este negocio.

Y no es la única. Prácticamente, todas las grandes superficies han incluido esta opción en sus lineales ante el incremento de la demanda. Según datos de la Asociación Española de Fabricantes de Platos Preparados (Asefapre), el consumo de platos preparados creció un 6,6 % en 2024 hasta alcanzar las 702,3 toneladas, lo que refleja «el papel cada vez más relevante en la alimentación diaria de los españoles», según comenta Álvaro Aguilar, secretario general de esta patronal.

«Lo que más diferencia al consumidor de comida preparada, en definitiva, son criterios actitudinales: optimización de tiempo y búsqueda de practicidad, ya sea por falta de tiempo o escaso interés en la cocina. Es por ello que las áreas metropolitanas tienen un mayor desarrollo», añade.

También influye la distribución. Mercadona, líder nacional con casi un 30 % de cuota de mercado, es una de las cadenas que más han apostado por los platos preparados, pero otras regionales, como Ametller en Cataluña, Vegalsa-Eroski en Galicia o Consumo en la Comunidad Valenciana han apostado por esta unidad de negocio.

«La rentabilidad del negocio viene condicionada por el reto de la recurrencia del consumidor. Aunque siete millones de consumidores que compran platos preparados en un supermercado, la frecuencia en promedio es de aproximadamente cada dos meses, y en momentos más específicos asociados al horario laboral o a consumir en casa de terceros», señala Khurshudyan.

A pesar del auge de esta línea de negocio, los datos muestran que todavía le queda bastante camino por recorrer. Según el panel de consumo alimentario del Ministerio de Agricultura, el gasto de los hogares en platos preparados ha crecido un 103 % en los últimos 15 años mientras que en el caso de alimentos en general ha sido del 24,7 %, aunque la apenas representan el 5 % del consumo de los hogares.

Lo que sí ha variado es el peso de los platos listos para comer dentro de los preparados. El Ministerio divide esta categoría entre conservas, congelados, sopas y cremas, pizza, pasta, tortillas y la categoría otros, donde se incluyen los preparados como tal. Estos últimos han pasado de suponer el 12,8 % de todos los preparados a principios de este siglo al 26,8 % en 2023. Respecto al perfil socioeconómico, la mayor parte de consumidores pertenecen a clase media (33,7 %), por delante de la media-baja (26,4 %), la baja (20,5) y la alta y media-alta (19,5 %). Por situación familiar, la mayoría no tiene hijos (68,9 %), frente a los que tiene entre 6 y 15 años (20,3 %) y entre 0 y 6 (10,8 %).

Cambio de paradigma

Entonces, ¿cabe suponer que a mediados del siglo XXI no habrá cocinas? Lo cierto es que la penetración del modelo todavía está en pañales, en comparación con los países del norte de Europa, como explica Gabriel Bartra, profesor del Departamento de Gastronomía y Cocina del Madrid Culinary Campus de la Universidad Pontificia Comillas, quien sí reconoce que se ha producido «un cambio de paradigma». «Hace unas décadas, en centro del hogar estaba en torno a la cocina y actualmente disponemos de menos tiempo para invertir en comprar, cocinar y en general hacer cosas en el hogar. Esto implica utilizar elaboraciones de cuarta y quinta gama, preparados que apenas requieran mucho tiempo o que se puedan consumir directamente, lo que nos hace la vida más fácil», apunta.

«Lo que sí están haciendo las grandes superficies», continúa, «es quedarse con una gran parte de cuota de mercado que antes tenían los restaurantes del menú del día. Este quizás debería ser el debate, porque la gente que trabaja fuera de casa deja de ir al menú del día y decide comprar una opción parecida en los supermercados».

«Esta línea es cada vez es más rentable, porque los supermercados se han convertido en las casas de comidas para llevar, compitiendo en precio y comodidad y ofreciendo incluso espacios con sillas y mesas para comer en el mismo establecimiento. Convirtiéndose al final el supermercado, en una sala o espacio de comida, esto es, en un restaurante», concluye.

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