
El presidente de Correos, Pedro Saura, avanza con su plan a cuentagotas.
La semana económica
La reconstrucción de Correos avanza lenta y difícilmente
La emblemática empresa española apenas da pasos en la reconducción de su ruinoso negocio más de un año después de la llegada de su nuevo presidente
Correos estima que unos 7.000 empleados de la compañía pueden salir voluntariamente
El nuevo presidente de Correos, Pedro Saura, fue nombrado para el cargo en diciembre de 2023, hace un año y tres meses, pero aún no ha logrado que se vean grandes focos de luz en la compañía. La empresa perdió 95 millones de euros en 2024, y apenas se han anunciado cambios que permitan esperar una mejora inminente del negocio.
La mejor noticia fue, sin duda, la salida del anterior presidente. El amigo de Sánchez, Juan Manuel Serrano, hizo perder a Correos más de 1.200 millones de euros en sus cinco años de mandato. Dejó a la empresa en una situación de la que es difícil salir, al borde de la quiebra, pero un año y tres meses parece mucho tiempo para lo poco que ha avanzado la compañía con Saura.
Un año y tres meses parece mucho tiempo para lo poco que ha avanzado Correos con Pedro Saura como presidente
En áreas cercanas al nuevo presidente lo justifican diciendo que hasta diciembre de 2024 no ha tenido la confirmación de algo que consideraba esencial para el futuro de la compañía: los 3.000 millones de euros que el Gobierno le destinará en los próximos cuatro años para reflotarla. Como hemos comentado en otras ocasiones, 1.600 millones –400 al año– serán para sufragar el Servicio Postal Universal (SPU) –con el que cumple el servicio público de que los envíos lleguen a toda España–, y el SIEG (Servicios de Interés Económico General), los servicios que las oficinas de Correos darán sacando partido de su presencia en toda España. Los 1.400 millones restantes irán al nuevo convenio colectivo y al plan de prejubilaciones.
Sobre los nuevos servicios que pueden darse a través de Correos, van avanzando lentamente. Uno de los más destacados ha sido el acuerdo con AXA para distribuir sus seguros. También han cerrado acuerdos con distintas entidades financieras para que sus clientes puedan retirar o ingresar efectivo en los 8.200 puntos de atención de Correos (2.388 oficinas repartidas por España y casi 6.000 carteros). Entre los acuerdos cerrados están el Banco Sabadell, Pichincha, Cooperativo y once cajas rurales (Navarra, Extremadura, Asturias, Teruel, Zamora, Cajaviva, Galega, Popular, Vinarós, Globalcaja y Aragón).Sin duda, es un pequeño avance, pero ahora el foco está en la reestructuración de la plantilla. Su coste alcanza el 90 % los ingresos de la compañía, y se quiere rebajar al 70 % para que la empresa pueda ser viable.
Como ya contábamos en este artículo, la idea es que pueden salir de la empresa 7.000 de sus 47.000 empleados, pero no se hará en forma de despidos (ERE), como ocurre en otras empresas postales europeas, sino de salidas voluntarias. Ha sido una de las exigencias de Sindicato Libre, UGT y CSIF que Correos y SEPI han aceptado.
Las novedades más recientes tienen que ver con la reasignación de los 800 empleados que trabajaban en los centros nodales que se van a cerrar y el plan de excedencias voluntarias incentivadas de los 2.200 funcionarios que quedan en la compañía, al que se espera que se acojan alrededor de 1.000 -aunque en el anterior programa, de 2023, lo solicitaron 500-. También se ha reactivado el concurso de traslados, que llevaba tiempo parado y tiene a muchos empleados interesados. Optarán a las vacantes antes que los reasignados por el cierre de los centros nodales.
Entre los sindicatos hay tres bloques, y llama la atención el papel de CCOO
Aunque la negociación para la reestructuración y reorganización de la plantilla va avanzando, está siendo muy tortuosa. Según ha podido saber El Debate de fuentes de un sindicato implantado solo en Correos, entre los representantes de los trabajadores hay tres bloques. El primero estaría liderado por Comisiones Obreras (CCOO), con un 38 % de representación y claramente alineado con el director de Recursos Humanos, Fernando Ramírez. Su proyecto compartido era más partidario inicialmente de un ERE que podía llegar hasta 14.000 personas en cuatro años, con un acuerdo oculto de ingresar 4.000 en el año 2025 para mitigar el impacto. El plan tiene que ver con una academia de formación para nuevos empleados. La referida fuente sindical la denomina máquina tragaperras, un término al parecer extendido en Correos, y que es el gran aliciente para CCOO en la negociación por los ingresos que supone para el sindicato.
El segundo bloque estaría compuesto por UGT-Sindicato Libre-CSIF, que están empujando desde diciembre una negociación abierta y transparente con la empresa para conseguir que Correos se modernice. Su idea es hacerlo mediante un plan de viabilidad que se consensúe con los sindicatos e incorpore un nuevo marco regulatorio que preserve derechos laborales con mejoras salariales y permita a la compañía salir de su crisis actual a partir del plan estratégico elaborado por Pedro Saura y su nuevo equipo.
En el tercer bloque, con una visión más utópica, se encuentra la CGT (Confederación General del Trabajo). No está de acuerdo con ninguno de los planteamientos actuales y propone romper el acuerdo firmado con la empresa y empezar otro basado en mejores salarios, jornada de 35 horas, mayor conciliación, y otras ventajas para los trabajadores.
Cada uno tira para su lado, y la tensión ha creado una división interna en el Sindicato Libre que sus responsables intentan atajar, aunque la realidad es que la situación en la empresa es muy complicada. Entre la plantilla sigue sorprendiendo la insistencia de CCOO, que parece priorizar su objetivo de mantener su maquinaria de aspirantes a empleados de Correos que hacen sus cursos y se convierten automáticamente en afiliados que les pagan una cuota, y cuya promoción depende de ellos. Más aún sorprende su relación con el director de Recursos Humanos, con quien, según las fuentes sindicales citadas, mantienen reuniones bilaterales secretas sobre el futuro de la plantilla desde hace alrededor de un año.
Hay mucho ruido que entorpece lo importante: que Correos se convierta en un servicio público eficiente y una empresa viable con unos empleados apropiados y preparados para hacerla rentable y que deje de ser un lastre para el Estado. Saura va a tener mucho trabajo para conseguirlo, y el accionista principal, la SEPI, le apretará. Entre ambos tendrán que demostrar si son capaces de lograrlo.
De momento se ha cumplido un primer hito en el plano de la reorganización del personal, que estaba marcado para marzo. El siguiente está previsto para junio, y lo que quede, antes de final de año. Para entonces debería tomar forma el nuevo convenio en el que se moverán los trabajadores para hacer frente a la competencia que está dejando atrás a Correos. Entre otras cuestiones está la idea de responder a los competidores repartiendo más racionalmente la jornada de trabajo de los empleados entre mañana y tarde, y situar la distribución de efectivos más cerca de un 60-40 %. En medio del proceso, los sindicatos tendrán que defender la viabilidad de Correos, defender los derechos de los empleados postales, y si la estrategia sale bien, tratar de que mejoren los salarios. Habrá que ver cómo evoluciona la situación y qué pueden hacer.