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Arnaldo Otegi

Arnaldo Otegi, coordinador general de Euskal Herria Bildu, de ideología independentista vasca y socialistaEFE

Nacionalismo y socialismo

Las ocho palabras más perversas del mundo que rodea a Arnaldo Otegi

Gracias a los pactos de Pedro Sánchez con Bildu, los filo-etarras están adquiriendo creciente influencia en País Vasco, Navarra y, vía Presupuestos, en el conjunto de España. La ocasión invita a conocer mejor su arquitectura intelectual y moral  

ETA ha regresado a la actualidad. El décimo aniversario del final de la banda, unido a las vidriosas palabras de Arnaldo Otegi y a la negociación de los próximos Presupuestos, para los que el PSOE en el Gobierno está buscando la abstención de Bildu, ha hecho que el terrorismo  ocupe titulares de nuevo. El mayoritario rechazo que genera el mundo abertzale tal vez no resulte comprensible para los ciudadanos más jóvenes, dado que no vivieron las noticias de asesinatos, bombas, secuestros y extorsión que, durante décadas, abrían los informativos.

Aunque ETA fue derrotada por los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, en el País Vasco y Navarra continúa plenamente operativa la subcultura sociopolítica de la que emana Sortu, el partido matriz de Bildu. Con la finalidad última de legitimarse, este submundo ha creado un vocabulario singular. Así, con el uso de estas palabras, pretenden normalizar, presentando como aceptables, conceptos que en realidad esconden una potente carga de odio, egoísmo y violencia gratuita.

Carlos María de Urquijo y Valdivieso, político vasco del Partido Popular, acaba de visitar Madrid para presentar su Diccionario breve para entender el terrorismo de ETA, editado por la Fundación Villacisneros y CEU Ediciones. Su glosario, breve y ameno, abre una ventana a la tremenda perversidad moral que anida en el entorno que nutre la acción política de Otegi y tantos otros. De ahí la importancia que tiene el estudio lingüístico de Urquijo. Recogemos a continuación ocho conceptos clave extraídos de su diccionario. No es casual que la palabra «perdón» nunca aparezca en el libro.

El apellido de una persona escrito en la pared de una calle podía ser la antesala de su asesinato

1.- Chivato. En una sociedad normal, las personas que colaboran con la Policía y la Justicia para evitar la comisión de un delito suelen ser reconocidas públicamente. En el País Vasco, la mera sospecha de haber colaborado con las autoridades, o simplemente tener un ápice de humanidad con un policía o guardia civil, era motivo suficiente para ser clasificado de chivato por los terroristas y soplones políticos. No era una broma. El apellido de una persona, escrito en la pared de una calle con este calificativo, podía ser la antesala del epitafio que el diario Egin escribiría sobre la víctima el día siguiente de su asesinato.

El horror de la ideologización

2.- Conflicto. Una palabra cómoda. Evita referirse al horror provocado por la ideologización en la violencia; es decir; por una decisión libre y responsable de corte intelectual, sin causalidad externa objetiva. Dado que en el País Vasco y Navarra no existía un conflicto político en cuanto tal, se inventó el término. Ya creado, se repite una y otra vez hasta que la teoría impregna la sociedad, los individuos lo interiorizan y, de este modo, justifican los crímenes. Hoy en día, muchas personas se apuntan a la teoría del conflicto. En primer lugar, lo hacen los terroristas para justificar su maldad. En segundo término, lo hace todo un entorno social que, por cobardía y molicie, rehuyó de su cuota de responsabilidad cívica para acabar con ETA.

A fuerza de ser repetido, el concepto derecho a decidir cala entre la población, generando un ambiente favorable

3.- Derecho a decidir. Tal supuesto derecho no aparece en ningún tratado o normal legal, nacional o internacional. En todas las comunidades de España se celebran elecciones democráticas que periódicamente, en los niveles municipales, autonómicos y nacionales, permiten expresar la voluntad de los ciudadanos. Sin embargo, a fuerza de ser repetido, el concepto derecho a decidir cala entre la población, generando un ambiente favorable. Esta estrategia busca alcanza dos fines. El primero, la aceptación social del separatismo. El segundo, calificar de antidemócratas a cuantos, en defensa de la democracia real, cuestionan esta mentira.

4.- Impuesto revolucionario. Un concepto con aire de justicia heroica que, en realidad, esconde la clásica extorsión y chantaje. Esta ha sido la principal fuente de financiación de ETA durante cinco décadas. El modo de actuar era sencillo. El destinatario de una primera carta, habitualmente un pequeño empresario o industrial (ETA nunca tuvo capacidad de chantaje con los grandes financieros), era invitado a colaborar en la liberación de Euskal Herría. Desde el prisma marxista de la banda, la colaboración era una obligación moral, dado que el empresario obtenía beneficios gracias a la explotación de sus trabajadores. Si no aceptaba el pago, en una segunda carta se le advertía de las consecuencias de la negativa, que podían ir desde ataques con explosivos a su empresa al asesinato.

La exaltación de los instintos primitivos de la juventud creaba el vivero donde se seleccionaba a los futuros etarras

5.- Kale Borroka. La traducción de este término sería «lucha de calle». De nuevo, la realidad que esconde este romántico concepto es la sórdida costumbre del terrorismo urbano. Los jóvenes simpatizantes de ETA llenaron las calles de violencia. Su función era ser la mano de obra auxiliar que en el día a día sembraba tensión y miedo para, de este modo, escenificar la existencia de un conflicto, que solo existía porque lo creaban ellos mismos. Lanzamiento de cócteles molotov, enfrentamientos con la Policía, asalto a las sedes de los partidos políticos no nacionalistas, rotura de escaparates de los pequeños comercios, quema de cajeros automáticos y de autobuses, etc. La exaltación de los instintos primitivos de la juventud (culto a la violencia desde el anonimato, disolución de la responsabilidad personal, integración en una camarilla) creaba el vivero donde se seleccionaba a los futuros etarras. Los más fanáticos terminaban incorporándose a la banda.

6.- Laguntzaile. Esta palabra, en euskera, quiere decir «amigo», «compañero». Dentro de la banda, el laguntzaile era menos que un terrorista, pero algo más que un aspirante de la kale borroka; era un cómplice. Un sujeto en esta fase de vinculación expresaba su compromiso mediante acciones relevantes, habitualmente de corte logístico. Por ejemplo, ceder un coche, trasladar a un terrorista en apuros, prestar el domicilio para esconder a alguien.

7.- Txakurra. En euskera, quiere decir «perro». Es la forma que tiene el mundo abertzale para referirse a los guardias civiles. De este modo, se les despoja de su condición humana para convertirlos en animales a los que asesinar. Los etarras fueron cayendo uno a uno, gracias fundamentalmente a la acción de la Benemérita, una de las fuerzas de seguridad con mayor prestigio a nivel mundial. Frente a la imagen heroica que tratan de proyectar ante su entorno y frente a los medios, en no pocas ocasiones, cuando eran detenidos y trasladados a prisión, los etarras caían presa del pánico, en medio de temblorosas súplicas por su propia vida, pensando que con ellos actuarían como ellos actuaban con sus víctimas, con las que no mostraban compasión. Acorralados por la ley, los terroristas se vieron obligados a cesar en su actividad en 2011.

8.- Zulo. En euskera significa «agujero». En agujeros almacenaba y escondía ETA sus armas y explosivos, y en agujeros encerraba, como si fueran objetos, a las personas que secuestraba. 

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