Imposición lingüística
España, único país que prohíbe el uso de los topónimos en su lengua, el español
Hablamos Español prepara una guía sobre la imposición lingüística por parte de ciertas autonomías en los nombres de lugares
¿Gerona o Girona? ¿Sangenjo o Sanxenxo? Ambas modalidades en cada caso son correctas pero una de ellas está prohibida en su comunidad autónoma: el topónimo en español. De Gerona o Sangenjo no hay ni rastro en los documentos oficiales de las distintas administraciones ni tampoco las leerás en las señales de tráfico ni en numerosos medios de comunicación pese a que el idioma español es igual de oficial que el catalán, gallego o vasco en estas comunidades y es el de mayor uso en todo el territorio español y fuera de él. «Un disparate que nos convierte en una rareza a nivel mundial. Somos el único país que prohíbe el uso oficial de palabras de un idioma oficial», denuncia la presidenta de Hablamos Español, Gloria Lago.
Pero el sinsentido va todavía a más. «En España hemos ido progresando hasta llegar a la aberración de que nos encontremos con el único topónimo admitido oficialmente y que no corresponde a ninguna lengua oficial en ese territorio como es el caso de Ourense, en Segovia», lamentan, mientras sí podemos leer en señales de tráfico Algeciras escrito en árabe.
El «delirio lingüístico» es tal que en Galicia el actual Gobierno «llegó a publicar un borrador de decreto que pretendía que no se pudiera utilizar topónimos en español como La Coruña en actividades empresariales o de compra venta de viviendas, ya no solo en la comunidad sino en todo el país», manifiestan. Sin embargo, sí buscan que en los libros de texto de las escuelas e institutos «solo aparezcan los nombres en gallego incluso para topónimos de fuera de Galicia: Xaén, Xibraltar, Xetafe, Cidade Real...».
Por todo ello, desde la asociación se han propuesto elaborar una guía «para indocumentados y acomplejados» sobre el uso correcto de los topónimos en español de la que, por el momento, muestran un adelanto. El objetivo es la recuperación de la oficialidad de estos nombres de lugares «que nos han ido birlando, muchos de ellos con siglos de antigüedad, justo los mismos políticos que tanto se quejan por la pérdida de lenguas en riesgo de desaparición», expresa Lago.
En la redacción de esta guía participan dos expertos en toponimia y derechos lingüísticos, José Manuel Pousada y Ernesto Ladrón de Guevara, que con ejemplos recogidos de todas partes del mundo van desmontando uno a uno los pretextos de índole «hispanófobo» que las administraciones con dos lenguas ejecutan ya y pretenden llevar a cabo más adelante. La guía «incluirá un corpus de topónimos actualmente robados cuya oficialidad pediremos que sea devuelta», explica. Desde Hablamos Español apuntan a que acudirán a diversas instancias incluida la Real Academia de la Lengua.
Catalunya, con 'ny' y otras «neuras»
Los autores de la guía, con pluma distendida, fijan asombrados, entre otros ejemplos actuales, la práctica de escribir Cataluña con la grafía catalana 'ny', Catalunya, también cuando el texto está escrito en español. «Se trata de una neura cada vez más extendida incluso entre personas que hablan español», que es igual de ridículo que «si escribiéramos en un texto en castellano la ciudad rusa de Krasnodar en cirílico», denuncian los autores de la guía.
Los expertos también se refieren en su texto al topónimo Sangenjo, que estos últimos días ha estado en boca de todos gracias a la visita a esta ciudad del Rey Juan Carlos I en su regreso a España tras dos años en Abu Dabi. La polémica se sirvió, sobre todo en medios y redes sociales, por parte de los nacionalistas burlándose de aquellos que utilizaban el topónimo español en vez del gallego Sanxenxo «hasta el punto de que muchos afirmaban que el término Sangenjo fue impuesto por Franco». Los expertos lo aclaran: nada más lejos de la realidad ya que Sangenjo «ya se usaba mucho antes de que Franco naciese. Es un topónimo que cuenta con muchos siglos de uso».
Lago asegura que todas estas polémicas se originan por el abuso «torticero e ilegítimo» de ciertos poderes públicos a la hora de determinar la oficialidad de los topónimos que incluso están amparados por los propios tribunales «por claros motivos de oportunidad política». La presidenta de Hablamos Español considera que es importante iniciar el combate contra esta 'dictadura' de nombres «que pretenden dictar qué topónimos debemos usar los ciudadanos, incluso en nuestras relaciones privadas echando por tierra nuestro patrimonio lingüístico» cuando lo que debería de primar en esta cuestión es tomar las nomenclaturas «como testimonio vivo de una trayectoria histórica del lugar o enclave al que se refiere, y por tanto un elemento fundamental de conservación de la historia del lugar e inalterable como lo es la propia historia de los antecesores de los actuales habitantes».