Denuncian a un infiltrado: «Si hubiese sabido que era policía, no habría tenido una relación con él»
Acusan a un agente de seducir a 8 mujeres anarquistas catalanas para sacar información
Unas mil personas se manifestaron este miércoles por la noche por el barrio barcelonés de Sant Andreu del Palomar. Gritaban consignas cómo: «Ministerio del Interior, cómplice y torturador» y «el estado opresor es un macho violador». Su enfado nace del descubrimiento realizado por La Directa: un agente de policía estuvo infiltrado durante tres años en el movimiento libertario barcelonés.
Durante ese tiempo, presuntamente sedujo a 8 mujeres, algunas de las relaciones fueron de una noche, pero con dos activistas llegó a mantener una relación sentimental prolongada: una se prolongó durante un año. «Él era extrovertido, atento, muy amable con todos y dispuesto a ayudar. Era muy simpático y hablador. Se ganaba la confianza de todos con facilidad. Me cuidaba mucho y era un prototipo de tío que piensas que no existe».
Sin embargo, tras la ruptura y descubrir que el periódico afirmaba que en realidad era policía, esta mujer afirma: «Siento que me ha violado, he estado con alguien que ahora me doy cuenta de que no conocía y eso genera mucho miedo. Me ha despertado mucho miedo y ansiedad. Me siento muy utilizada, nos han usado como mujeres y como activistas y eso me hace sentir mucho asco y mucha impotencia. Es que llegó a conocer a mis padres y a mi hermana. Nada justifica que el Estado y la policía se metan en mi vida. Si hubiera sabido que era policía no habría tenido una relación con él».
Daniel Hernández Pons, de 31 años, llegó a Barcelona en 2020. Con ese nombre y esa edad se presentó a mediados de junio en el gimnasio de una casa okupa bautizada La Cinétika que se encuentra en el paso de Fabra y Puig de Barcelona. Le miraron de reojo porque nadie le conocía y cuando le preguntaron cómo había llegado allí, aseguró que buscando un lugar económico donde entrenar. Poco a poco se fue mezclando con la vida del barrio. Incluso se tatuó símbolos anarquistas como una enorme estrella de caos en una rodilla. También se puso pendientes de anilla, se peinaba con cresta y usaba camisetas con mensajes contarios a la policía. «Una de sus camisetas preferidas», recuerda una de sus parejas, «era una que ponía MonoPoly. Era un juego de palabras con un mono disfrazado de policía».
Durante sus años en Barcelona el infiltrado frenó desahucios, se peleó con trabajadores de la empresa Desokupa, con policías e incluso en época de pandemia se enfrentó a un Guardia Urbano que quería identificarle y multarle por saltarse el confinamiento. A una de sus parejas de largo recorrido la conoció en noviembre de 2020 en una asamblea de la Cinétika en la que se hablaba de cómo actuar frente a las violencias patriarcales. A otras, las conoció a través de la aplicación de citas OkCupid, que permite filtrar potenciales parejas por intereses políticos. Las mujeres a las que conoció y con las que mantuvo relaciones sexuales fueron ocho. De ellas cinco han sido las que ha presentado contra él una querella criminal por «abusos sexuales continuados para obtener información y apuntalar su identidad encubierta y por vulneración de derechos fundamentales».
Según sus parejas, el infiltrado «presumía de ser un anarquista de verdad. Era una persona muy bromista y risueña». Una de ella afirma que cuando hablaban de política, «siempre acababa dándome la razón».