Siguen las incógnitas
El pacto de silencio de Sánchez con Marruecos se convierte en el gran agujero negro de su mandato
El presidente del Gobierno vuelve a dar la callada por respuesta en el Congreso a todas las preguntas sobre su giro unilateral respecto al Sáhara Occidental. Nada se sabe ni se sabrá
El giro unilateral del presidente del Gobierno respecto al Sáhara Occidental, del que acaba de cumplirse un año, va camino de convertirse en el gran agujero negro de la era Sánchez. Uno en el que toda pregunta se pierde, sin respuesta, sin explicación alguna, fruto de un pacto de silencio inquebrantable. Da igual que las hagan Unidas Podemos, socios como ERC o Bildu o la oposición. El resultado es siempre el mismo: silencio.
En su comparecencia de este miércoles en el Congreso, el líder del Ejecutivo volvió a dar la callada por respuesta a todas y cada una de las incógnitas sin resolver que le plantearon los portavoces parlamentarios. Desde Cuca Gamarra a Aitor Esteban, pasando por Inés Arrimadas, Jon Iñarritu, Santiago Abascal y hasta Enrique Santiago, este último de Unidas Podemos.
Algo a lo que todos ellos ya están acostumbrados, porque en estos 13 meses ni Sánchez ni su ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, han contado públicamente qué hay detrás del reconocimiento del plan de autonomía marroquí para la antigua colonia española, del que ni siquiera Felipe VI estaba al corriente, como desveló este periódico. Ni si tiene algo que ver la información sustraída del teléfono del presidente a través del sistema de espionaje Pegasus.
¿Y las aduanas comerciales?
Sánchez ni siquiera aclaró el calendario previsto para las aduanas comerciales de Ceuta (que se abre por primera vez) y Melilla (que se reabre después de cinco años), a pesar de que debería estar concretado desde la Reunión de Alto Nivel que ambos países mantuvieron el pasado 1 de febrero. Entonces, la delegación española justificó el retraso y la falta de concreción en que querían una apertura «ordenada y gradual» y que había que dejar trabajar a los técnicos para que no haya «contrabando ni comercio atípico».
El presidente también obvió las preguntas sobre la visita oficial a la que, en teoría, iba a invitarle Mohamed VI en compensación por haberlo dejado plantado en Rabat en febrero. Y que, según el reino alauita, «será una oportunidad para fortalecer aún más las relaciones bilaterales, a través de acciones concretas marcadas por la eficiencia y proyectos tangibles en áreas estratégicas de interés común». Sánchez no dio una fecha porque no la tiene: el Rey marroquí no le ha llamado.
Y mucho menos quiso confirmar el que desde julio de 2021 es un secreto a voces: que sacrificó a su entonces ministra de Asuntos Exteriores, Arantxa González Laya, porque se lo exigió Marruecos. El país vecino quería una cabeza en compensación por la afrenta del Caso Gali, el líder del Frente Polisario que el Gobierno trajo a escondidas a un hospital de Logroño para que fuera tratado allí de un cáncer.
El Debate publicó el martes una resolución del Consejo de Transparencia que obliga al Ministerio de Asuntos Exteriores a entregar a El Debate el documento original que el Gobierno de España envió a Mohamed VI confirmando el cambio de postura, escrito supuestamente en francés y filtrado por Rabat y en El País.
Todo lo que hizo este miércoles el presidente fue retar al PP a que, si tiene un «programa alternativo» para Marruecos, lo detalle a los españoles. Eso y alabar a Marruecos por ser un «amigo» y «aliado esencial» de España. Uno en cuyas manos está el grifo migratorio. De hecho, Sánchez presumió de que la ruta atlántica es la única que decrece, mientras la migración ilegal crece en el resto. Según él, en el primer trimestre de 2023 la entrada de sin papeles a través de Ceuta y Melilla se redujo un 78 % respecto al año pasado, y un 63 % en el caso de Canarias.
A España le interesa la colaboración del reino de Mohamed VI no solo en materia de inmigración ilegal y de terrorismo. También, las oportunidades de negocio que se abren en un país que, de aquí a 2050, repartirá un pastel de 45.000 millones de euros de inversión en infraestructuras, con las empresas francesas y chinas pujando muy fuerte.
Y a Marruecos le interesan otras cosas, a mayores del cambio de postura respecto al Sáhara. Le interesa que el dinero español fluya por su economía. De hecho, la cumbre de febrero sirvió, entre otras cuestiones, para que el Gobierno de Sánchez doblara la línea de crédito para las empresas españolas que inviertan en Marruecos: de 400 a 800 millones. También, que España sirva de puente entre el reino alauita y la Unión Europea.
En su comparecencia, el presidente destacó que España no está sola, sino que su postura respecto al Sáhara es la misma que la de Francia, Alemania, Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo, Hungría, Rumanía, Chipre, Austria y Grecia. Precisamente con el presidente de uno de los grandes aliados de Marruecos, Estados Unidos, se verá Sánchez el próximo 12 de mayo en la Casa Blanca, según informó la Moncloa este miércoles por la tarde.
Hace un mes escaso, el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, se reunió con su homólogo marroquí y reiteró públicamente el apoyo de EE.UU. al plan de autonomía de Mohamed VI para el Sáhara Occidental. Una propuesta «seria, creíble y realista», como la definió.