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El carnicero de Valdemoro, en un momento del juicio

El carnicero de Valdemoro, en un momento del juicioEl Debate / Paula Andrade

El descuartizador de Valdemoro condenado a 25 años de prisión: no se le «fue de las manos»

Para la Magistrada Presidenta del jurado popular, el asesino mató a la víctima porque quería saber qué se sentía al quitar la vida a alguien

Al descuartizador de Valdemoro se le juzgaba por haber asesinado, sin posibilidad de defensa para la víctima, a una joven de 18 años. La intentó estrangular de varias maneras y al final, como no moría, la apuñaló en el corazón. Después con un bisturí le quitó la piel de la cara y de los senos y la descuartizó. Para el abogado de la defensa es conducta era como mucho un homicidio imprudente, porque según alegó: «Se le fue de las manos».

Para el jurado, el argumento de la defensa fue irrisorio e impropio de una defensa inteligente y elaborada. La familia de la víctima lo consideró una burla y un desprecio por la verdad. De hecho están muy molestos, indignados y hasta ofendidos: «A uno se le va de las manos algo, cuando sin querer va un paso más allá. Pero el descuartizador sabía lo que hacía y para garantizarse el resultado atacó a la víctima después de beber», dice una persona cercana a la familia.

Este argumento lo corrobora la sentencia cuando dice en el apartado de hechos probados: «El acusado Leonardo Valencia Jaramillo procedió a ahogarla colocándole el brazo alrededor del cuello; no logrando darle muerte de dicha manera, seguidamente optó por ahogarla con una especie de cable que coloco alrededor del cuello, y le clavó un cuchillo en la parte inferior de la mama derecha a la altura de los últimos espacios intercostales , provocando así la muerte de Emilce, la víctima». Y encima lo hizo aprovechándose de que la joven había bebido y «había ingerido medicamentos y no podía defenderse».

También subraya la Magistrada Presidente el error de estrategia de la defensa cuando en sentencia afirma: «La gravedad de los hechos, la concurrencia de la agravante de sexo y la repulsa que causan los hechos cometidos, común a toda muerte que se cause de propósito a una persona, pero particular en este caso en el que, ante la ausencia de móvil alguno, el asesinato de Emilce fue guiado por el deseo del acusado de experimentar con el hecho de dar muerte a una persona, como lo demuestra la cosificación a que fue sometido el cadáver».

La defensa, para tratar de justificar que «se le había ido de las manos» y bajar la condena utilizó otro argumento incalificable y que nada tenía que ver con los hechos: «Su padre se lo llevaba de prostitutas desde los 7 años»; «Los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Valdemoro lo recogían por la calle porque estaba perdido»; «Tenía un problema de cocaína gravísimo dictado por el Instituto Nacional de Toxicología».

El entorno de la familia sufrió mucho al escuchar estos argumentos: «No debería permitirse que un abogado pudiera decir estas cosas. ¿Qué su padre lo llevase de putas justifica que matase y descuartizase a Emilce? ¿Todos los cocainómanos son asesinos? ¿Que estuviese en la calle perdido te conduce al asesinato, uno tan cruento como este? El abogado de la defensa es lamentable, aunque en realidad alguien serio quizá podría haber rebajado la condena», claman irritados. «Así se ha comido los 25 años».

Y así lo establece la sentencia a la que ha tenido acceso El Debate: «Por el delito de asesinato, veinticinco años de prisión con la accesoria legal de inhabilitación absoluta durante el tiempo de la condena». Pero es que después le arrancó la piel y la descuartizó: «Por el delito de profanación de cadáver, cinco meses de prisión con la accesoria de inhabilitación especial para el ejercicio del derecho al sufragio pasivo durante el tiempo de la condena». Y además le imponen 150.000 euros de indemnización, que difícilmente abonará, ya que no trabajaba y vivía de okupa.

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