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Isabel Rodríguez, ministra portavoz del Gobierno

Isabel Rodríguez, ministra portavoz del GobiernoPaula Andrade

El perfil

Isabel Rodríguez, sonrisa larga y vergüenza corta

Encadena con la frescura de una lechuga expedientes sancionadores de la Junta Electoral Central por su falta de neutralidad como portavoz del Ejecutivo y todo ello se lo pasa por el arco del complejo de Moncloa

Hay ministros que acumulan proyectos de ley, regañinas del jefe, enfrentamientos dialécticos con la oposición, dolores de cabeza por la falta de presupuesto o encontronazos con colegas de Gabinete. Pero en el Gobierno de Pedro Sánchez hay una ministra que encadena con la frescura de una lechuga expedientes sancionadores de un organismo constitucional, como es la Junta Electoral Central, por su falta de neutralidad como portavoz del Ejecutivo, y todo ello se lo pasa por el arco del complejo de Moncloa. Tan prodigiosa es la labor de Isabel Rodríguez García (Abenójar, Ciudad Real, 5 de junio de 1981) que, cada vez que es expedientada por el órgano electoral sube la apuesta y eleva los decibelios contra el PP, vulnera más descaradamente la neutralidad institucional y perfecciona los mítines propagandísticos en que ha convertido las ruedas de prensa de los martes. Y dos huevos duros, parece decir desafiante al supervisor electoral. Solo el jueves, tras el Consejo de Ministros extraordinario, contuvo momentáneamente su fervor mitinero.

A cualquier responsable público que no se haya formado bajo la concepción autoritaria del sanchismo, le abochornaría que le hayan puesto la cara colorada, gracias a los contrapesos democráticos, por la falta de decoro institucional al usar la sala de prensa de la Moncloa como si fuera el salón de conferencias de Ferraz, 70. Los que hemos participado en decenas de ruedas de prensa en el complejo presidencial añoramos a portavoces como Josep Piqué, que siempre respetaron las reglas del juego y jamás ejercieron de killers de la oposición bajo el paraguas de su cargo institucional.

Rodríguez fue nombrada ministra de Política Territorial y portavoz del Gobierno hace dos años con la misión de sustituir a María Jesús Montero, cuya incapacidad para construir un argumento entendible tras los Consejos de Ministros es todavía recordada en los medios de comunicación. Era la tal Rodríguez una destacada socialista licenciada en Derecho, que se afilió muy pronto a las Juventudes Socialistas y con 22 años fue la senadora más joven de España para, después, volver a su tierra como directora de Juventud, primero, y, a mayores, portavoz del Gobierno regional de José María Barrera, para terminar en Puertollano como alcaldesa durante dos años, antes de ser llamada por el Gran Timonel. Un currículum, el suyo, exponente de la más genuina clase pasiva del PSOE desde la cuna y de cómo llegar a ser ministra sin haber cotizado ni una hora en la Seguridad Social al margen del presupuesto oficial.

Isabel Rodríguez en la última rueda de prensa tras el Consejo de Ministros

Isabel Rodríguez en la última rueda de prensa tras el Consejo de MinistrosEFE

Además de divulgadora de loas vacuas a Sánchez, es ministra de Política Territorial, con 510 millones de euros de presupuesto. En un país normal, estaría dedicada a trabajar para que las autonomías dispongan de una nueva ley de financiación (el fondo de compensación interterritorial ha subido 0 euros en este presupuesto), a coordinar a los delegados del Gobierno y a mantener engrasadas las relaciones con los gobiernos regionales. Su entrega absoluta a la biblia progresista en las ruedas de prensa monclovitas no le dejan un minuto para estas labores por las que también le pagamos. Es más, Isabel Rodríguez fue la encargada de calentar la polémica con el Ejecutivo de Isabel Díaz Ayuso el pasado 2 de mayo. A ella fue a la que cursó la invitación la Comunidad de Madrid, ella declinó asistir sin causa justificada (el día anterior, 1 de mayo, sí tuvo el gusto de manifestarse como una activista más con los sindicatos en su tierra), enredó delegando su invitación en Félix Bolaños, a sabiendas de que ese tipo de decisiones son prerrogativas del presidente con un ministro, y con su actitud abocó al choque institucional de la Puerta del Sol. Bonita manera de cuidar las relaciones del Gobierno con las comunidades autónomas.

A la Junta Electoral se le acumula el trabajo con Rodríguez. Ya lleva cuatro Consejos de Ministros, cuatro apercibimientos, dos advertencias y dos expedientes, con sanciones de hasta 3.000 euros. El día después del lío protocolario de Bolaños, se volvió a situar por encima de la ley y acusó al primer partido de la oposición de «antisistema». No descarta seguir reincidiendo y con su sonrisa cínica defiende que lo que hace es «atender a los medios de comunicación» y a las preguntas «que me hacen». Lástima que, con su sonrisa larga y su vergüenza corta, no tenga la misma diligencia cuando le inquieren que valore la desaparición en nuestro Código Penal del delito de sedición, la rebaja de penas a los violadores o a los malversadores y, hace unas horas, la inmoralidad de que los socios de su jefe incluyan a 44 etarras, siete de ellos asesinos, en sus listas municipales.

Su padrino García-Page, al que aspira a sustituir si cae el 28 de mayo, dijo que era un día «muy duro» cuando Sánchez malbarató la pena para los corruptos. Ese día ella, la voz ignominiosa de su amo, sonrió y no le importó desatender las preguntas «que me hacen».

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