Crónica de la Familia Real
El Rey cumple 56 años en pleno relevo generacional de su equipo
La salida de Jaime Alfonsín abre un proceso de renovación paulatina en La Zarzuela
El Rey cumple 56 años este martes, pero sigue siendo el más joven del equipo. Solo la interventora de la Casa del Rey, Beatriz Rodríguez Alcobendas, tiene menos años que él. Cinco de sus once colaboradores han superado ya la edad habitual de jubilación y, aunque pueden prolongar unos años su vida laboral, el Rey sabe que, antes o después, tendrá que dejar marchar a algunos de ellos y renovar el equipo.
Es el precio que deberá pagar por haber contado con personas que le acompañan desde hace décadas, que se han ganado su confianza, conocen al dedillo el engranaje de la Jefatura del Estado, funcionan como un equipo integrado y le sirven con dedicación, entrega y lealtad.
Tanta lealtad que los que se quieran retirar solo lo harán cuando Don Felipe haya encontrado al sustituto idóneo. Así lo ha hecho el jefe de la Casa del Rey, Jaime Alfonsín, de 67 años, que el próximo 15 de febrero pasará el testigo al diplomático y militar Camilo Villarino, ocho años más joven.
Llegar a la edad de jubilación no significa tener que abandonar La Zarzuela, donde la veteranía y la experiencia se valoran. Alberto Aza, por ejemplo, empezó a trabajar en la Casa del Rey con 65 años y cesó con 74, y Sabino Fernández Campo tenía 75 cuando Fernando Almansa le relevó. Por eso, se da por hecho que algunos de los colaboradores de Don Felipe seguirán a su disposición mientras tengan salud, energías y ganas, y el Rey quiera contar con ellos.
Encontrar sustitutos no es tarea sencilla para la Casa. Hasta ahora el Rey siempre había recurrido a la cantera de La Zarzuela. Todos sus colaboradores llegaron a la Institución muy jóvenes ocupando puestos de menor responsabilidad, y fueron ascendiendo; algunos salieron, regresaron y pasaron a formar parte de su círculo más estrecho.
Camilo Villarino, el nuevo jefe de la Casa del Rey, ha sido la excepción: él nunca ha trabajado en La Zarzuela, pero el equipo de Don Felipe ha seguido su trayectoria desde hace décadas. El Rey le conoce desde hace más de 20 años, cuando él era Príncipe y Camilo, un joven diplomático. Hay testimonio gráfico de aquella relación. Se trata de una foto tomada en el año 2000 en Bruselas, a donde el Heredero de la Corona acudió para conocer el funcionamiento de la Comisión Europea. Y Villarino fue uno de los diplomáticos que le atendió.
Después coincidieron en audiencias, actos y viajes, algunos muy relevantes, como la visita de Estado a Cuba, en noviembre de 2019, cuando el Rey hizo ante el dictador cubano la más contundente defensa de la democracia que se ha oído en La Habana: «Los españoles hemos aprendido que es en democracia como mejor se representan y se defienden los derechos humanos, la libertad y la dignidad de las personas, y los intereses de nuestros ciudadanos», le dijo. Y añadió: «La fortaleza que la democracia otorga a sus instituciones es la que permite el progreso y el bienestar de los pueblos». «Los cambios en un país no pueden ser impuestos». Un mensaje que no solo es aplicable a Cuba .
Además de la política exterior, hay algo más que le une al Rey: Villarino también es militar. En concreto, capitán del Ejército de Tierra en la reserva. Y pasar por las Fuerzas Armadas imprime carácter y valores.
Al nuevo jefe de la Casa del Rey, nacido en Zaragoza, donde su padre ejerció como notario, también lo conocen otros miembros del equipo de La Zarzuela, como el coordinador diplomático, Alfonso Sanz Portolés, o el exsecretario general de la Casa Ricardo Díaz Hochleitner, que coincidió con él en la Embajada en Rabat. También el propio Jaime Alfonsín, que ha ido coincidiendo con el diplomático en las mismas ocasiones que Don Felipe.
Cuando se anunció el nombramiento de Villarino, hubo quien pensó que era cercano al PSOE porque estaba trabajando con Josep Borrell. Pero esa fue una conclusión errónea. Villarino es un alto funcionario independiente y apolítico, que ha trabajado tanto para ministros del PSOE como del PP. Quienes mejor le conocen le definen como un hombre leal, con gran capacidad de trabajo, vocación de servicio, sentido de Estado y que defiende con firmeza su criterio.
Sin embargo, su roce con algunos políticos le pasó factura en su carrera profesional y en su vida personal. El Gobierno socialista intentó utilizarle como chivo expiatorio en la crisis con Marruecos provocada por la llegada de incógnito del líder del Frente Polisario, Brahim Gali, para tratarse en un hospital.
Villarino se limitó a obedecer órdenes del Gobierno, pero Sánchez le cortó las alas para contentar a Marruecos. En aquel momento, España había solicitado el plácet a Moscú para enviarlo como embajador en Rusia, y el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, retiró la petición. Villarino, que está casado con Susana de Funes y es padre de tres hijas, también tuvo que soportar una investigación judicial por el caso Gali, que acabó archivada.
El hecho de que Don Felipe haya elegido como mano derecha a una persona que fue imputada y desimputada, y que no cuenta con el apoyo del presidente del Gobierno ni del ministro de Exteriores dice mucho de cómo es el Rey y del alto concepto que tiene de Villarino. Y demuestra que la Corona es una de las pocas instituciones que Sánchez no puede asaltar.
Un año muy intenso por delante
A ambos les espera un año muy intenso en el que deberán abordar situaciones muy complicadas, como la sanción de una ley de amnistía que la mayoría de los jueces y fiscales consideran inconstitucional y que va claramente contra el mensaje del Rey sobre Cataluña del 3 de octubre de 2017.
También deberán reforzar la presencia de la Corona frente a un Gobierno que tiende a arrinconarla, y defender la autonomía que necesita el Rey para poder reinar.
Además, tendrán que preparar la celebración del décimo aniversario del Reinado y continuar con la incorporación progresiva de la Princesa de Asturias en la actividad institucional.