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El diputado del PP, Jaime de los Santos, en la redacción de El Debate

El diputado del PP, Jaime de los Santos, en la redacción de El DebatePaula Argüelles

Entrevista | Portavoz de Igualdad del PP en el Congreso

Jaime de los Santos: «Sánchez y los suyos tenían preparada la campaña sentimental»

El dirigente de los 'populares' también ha expresado que al presidente del Gobierno «solo le importa él», por lo que «no se irá de la Moncloa hasta que no tenga una salida a la altura de sus deseos megalómanos y cercanos al narcisismo»

Jaime Miguel de los Santos (Madrid, 6 de agosto de 1978) es el portavoz de Igualdad del PP en el Congreso de los Diputados y el secretario de Cultura de la formación. Desde que Pedro Sánchez revalidó su puesto en la Moncloa, el parlamentario 'popular' ha tenido diferentes choques con la sucesora de Irene Montero en el Ejecutivo, Ana Redondo; que llegó a pedirle perdón por perder los papeles tras una pregunta suya en una sesión de control al Gobierno. Durante su entrevista con El Debate, De los Santos ha dictaminado que «Begoña Gómez donde tendrá que dar explicaciones es en sede judicial, porque así lo ha dictaminado un juez».

–¿Cómo valora la carta de Pedro Sánchez a la ciudadanía?

–No se puede permitir que un presidente del Ejecutivo anteponga sus emociones a la altísima responsabilidad de gobierno que le han entregado los y las ciudadanas españolas. Si no es capaz de soportar el control que sobre su acción pública le hace la oposición, si no es capaz de entender que la democracia se sustenta en la separación de poderes y que, si un juez abre diligencias –a quien sea– solo queda atender a sus peticiones y dar las explicaciones pertinentes; claro que tiene que irse. Pero no como víctima de un complot, sino como víctima de sí mismo, por parecer que intenta una vez más destruir la sacrosanta independencia del Poder Judicial.

Se acuerdan ahora algunos de que los políticos tenemos sentimientos, de que nuestras familias deben estar al margen de la batalla de las ideas. Pero cuando es la pareja de la señora Ayuso o su padre no hay empatía, cuando es la pareja del jefe de la oposición no hay sentimientos –¿recuerdan al Gobierno amplificando en sede parlamentaria una injuria sobre una falsa subvención a la empresa en la que trabajaba?–. Le pido por favor que repase los diarios de sesiones para comprobar las veces que sus señorías de la izquierda acusan de delitos a familiares de dirigentes del PP. Pero eso está bien. Eso no sólo no duele, sino que se incentiva por tierra mar y aire. Y si hay que filtrar, incluso, información reservada de un ciudadano anónimo, pues también bien. Acojonante.

El diputado del PP, Jaime de los Santos, durante su entrevista con El Debate

El diputado del PP, Jaime de los Santos, durante su entrevista con El DebatePaula Argüelles

¿Recuerdan el sufrimiento de la señora Cifuentes? ¿Alguien se ha disculpado con ella después de destrozar su carrera, su vida, por todos los modos posibles? Ella dimitió, no dijo que se iba de vacaciones a reflexionar sobre si dimitir o no. Se fue. Puso por encima de cualquier otra variable su responsabilidad con los madrileños. Porque, si no hubiera, además de dimitido, dejado su escaño en la Asamblea de Madrid, el Gobierno de la comunidad hubiera caído al completo. Y prefirió, incluso, perder su aforamiento que perjudicar a su comunidad. Pero claro… Ella, parece ser, no tenía derecha a sentir. Y le recuerdo que solo estaba investigada; que de todas las causas ha sido exonerada; que incluso se la ha tenido que indemnizar por haber vulnerado su derecho al honor.

Oiga, ¿y al señor Ábalos? Hasta la fecha ningún juez le ha imputado por ninguna causa, pero los socialistas le exigen el acta de diputado, le expulsan del partido, la vicepresidenta primera le dice que ella «sabría lo que haría». En definitiva, se le criminaliza desde su partido. Y ahí no pasa nada porque son ellos los que sacan las navajas. Y lo que sienten él o los suyos no importa porque está amortizado. Pero un juez abre diligencias sobre un caso que implica a la esposa del presidente del Gobierno y saltan las alarmas, y se busca la aquiescencia de los tertulianos neoempáticos. Y se llega a hablar hasta de salud mental. Y el expresidente Zapatero llama a la movilización. ¿De quién? ¿En defensa de qué? ¿Contra quién? Pero si tenían preparada la campaña sentimental, incluso el cartel que ahora pretenden hacer pasar por improvisado. ¿Acaso están poniendo en solfa la independencia del Poder Judicial? ¿Es que un juez no puede investigar si unas cartas firmadas por la mujer del presidente del Gobierno pueden ser o no trato de favor?

–¿Qué cree que ocurría si se acaban archivando las diligencias a Begoña Gómez?

Si doña Begoña Gómez resulta que es una 'santa' que nadie dude de que los socialistas la subirán a un altar. Y quien le haya faltado al respeto, deberá disculparse. Sin duda. Aunque ellos no practiquen esa fórmula nunca. Pero hoy, Pedro Sánchez Castejón está obligado a dar explicaciones a la ciudadanía sobre los presuntos «tejemanejes» de su mujer en todo lo que coincida con lo eminentemente público, con lo que es de todos y todas. Y doña Begoña Gómez donde tendrá que dar explicaciones es en sede judicial porque así lo ha dictaminado un juez.

No todas las mujeres en España son iguales. Hay una que es diferente, la mujer del presidente

–¿Por qué el PP parece estar reticente para llamar Begoña Gómez la comisión de investigación del Senado?

–Lo que está haciendo el Partido Popular es ser absolutamente respetuoso con las formas democráticas y, sobre todo, con la presunción de inocencia, que es algo que, sin embargo, en el PSOE brilla por su ausencia. Es un juez el que ha abierto diligencias. Vamos a ver qué dice. Vamos a ver qué pasa. Y cuando esto se haya convertido en una realidad construida sobre una base consistente, que no sean simplemente indicios, el Partido Popular hará lo que tenga que hacer.

Doña Begoña Gómez no es una mujer más; cuando era la mujer del aún candidato del Partido Socialista, se subía, por ejemplo, al escenario del Circo Price por delante de una inmensa bandera de España; a lo Kennedy. La señora Gómez iba agarrada a la pancarta en la manifestación del 8 de marzo, previa a la pandemia, acompañada por miembros del Gobierno que –como tenían más información que el resto de los ciudadanos– sí que iban con guantes para protegerse. O va encantada y muy protagonista a los actos que se celebran, por ejemplo, en el Palacio de Oriente. Y, como no podía ser de otro modo, va en un coche oficial que pagamos todos y todas, acompañada de una escolta, que pagamos todos y todas, y que, por supuesto tiene que acompañarla, porque en tanto y cuanto es la mujer del presidente del Gobierno, tiene que estar protegida. Faltaría más. Pero por eso es diferente, por eso se debe ante todo a lo que su marido representa.

El diputado del PP, Jaime de los Santos, durante su entrevista con El Debate

El diputado del PP, Jaime de los Santos, durante su entrevista con El DebatePaula Argüelles

–Con todos los escándalos de Begoña Gómez, con un Gobierno muy inestable, apoyados en socios independentistas, y con el ciclo electoral que viene con las catalanas y europeas. ¿Cree que es posible que Pedro Sánchez se plantee un adelanto electoral?

–A Pedro Sánchez no le importa el PSOE. Porque el PSOE fue quien le echó. Y en estos momentos piensa en él y solamente en él. No hay más que ver las relaciones que ha destruido con otro socialismo –que no sé si es mejor o es peor; para mí es mucho mejor– pero que como representa otros idearios es cercenado. A Pedro Sánchez solo le importa él, y como solo le importa a él y no le preocupa el día después, no se irá de la Moncloa hasta que no tenga una salida a la altura de sus deseos, desde mi punto de vista, megalómanos y cercanos al narcisismo.

–La ministra de Igualdad le acusó en el Congreso de un discurso «de terrible machismo» y «de ser cómplice del negacionismo que mata». ¿Cómo valora estas acusaciones?

Ella respondió del único modo en el que creía que podía estar fuerte. En mi opinión, casi freudiana, era la respuesta tras haber salido muy tocada de nuestro último encuentro. Me llamó negacionista, machista, ¡a mí! que lo único que hice fue denunciar casos objetivos que forman parte de la historia, no solo de su Gobierno, sino de su partido. La ley del 'solo sí es sí 'una barbaridad, que ha dejado en la calle a cientos de depredadores sexuales, y no lo dice Jaime de los Santos ni el Partido Popular, es una verdad que está ahí y que ha revictimizado a mujeres que deberían ser nuestra única preocupación.

Puede estar muy enfadada porque yo se lo ponga delante, pero es la realidad. Tardaron meses en aceptar que aquello era de una gravedad tan evidente que decidieron aceptar que el PP tenía razón y, por eso, con nuestros votos, modificaron esa ley. Oiga, y si no quieren aceptar que menores bajo la tutela del Consell de Mallorca –que en esos momentos estaba en manos de doña Francina Armengol– fueron prostituidas, no es mi culpa.

Las calles estarían incendiadas si la ley del 'solo sí es sí' la hubiera hecho un Gobierno del PP

–¿Qué hubiera pasado a nivel político en este país si la ley del 'solo sí es sí' la hubiera hecho un Gobierno del PP?

–No tenga duda de que las calles estarían incendiadas y que, por supuesto, hubiéramos pasado una vez más –cuando es una falsedad absoluta– por los más reaccionarios, machistas, impresentables y por supuesto, del lado de los depredadores, agresores y demás hombres deleznables que, por su ley, siguen amparados en positivo.

Pero no solo eso, si es un hombre del Partido Popular quien hace mofa de la excesiva o no teatralidad de un diputado del colectivo LGTBI, o de una diputada de un partido de izquierdas, las manifestaciones probablemente se hubieran agolpado alrededor de los leones del Congreso. No sé si es una doble vara de medir, pero desde luego es una realidad con forma de embudo en la que ellos siguen creyéndose que son los únicos que lo hacen bien, más como saben que eso no es cierto, cada día están más nerviosos. No hay más que ver su relación con el feminismo, que se ha llamado radical, histórico, tradicional. Es nefasta precisamente por leyes como la del solo sí o la mal llamada ley trans.

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