
El último quiosco de Toledo, junto a la Plaza de Toros, ya cerrado
Toledo ya no tiene quioscos de prensa, el último acaba de cerrar después de 40 años
Hace tres semanas que el único superviviente, situado junto a la Plaza de Toros dijo adiós definitivamente por imposibilidad de mantenerse en los nuevos tiempos
Ya no hay quioscos en Toledo. Es el fin de una época. Aunque si uno quiere hacerse cargo de alguno el Ayuntamiento aún licita dos por 1.800 euros anuales y 150 al mes para el arrendatario, las mismas condiciones con las que José Cano, el último quiosquero de Toledo, tuvo que cerrar por imposibilidad de mantenerse ya cumplido el primer cuarto del siglo XXI.
«No Future» cantaban los Sex Pistols a finales de los 70. El mismo panorama, pero real, para una profesión que a pesar de sus escasas posibilidades de reinvención está condenada a la desaparición. Cada vez menos personas compran periódicos. Y mucho menos revistas. El papel no se demanda, casi nadie lo quiere ya. Casi todo está detrás de una pantalla, pequeña como la de un teléfono, o más grande como la una tableta o un ordenador.
El oficio se muere
En declaraciones a En Castilla-La Mancha, el último quiosquero toledano, como el último mohicano sin novela, lo intentó todo más allá del papel: máquina de vending, de café... intentos baldíos de reflotar el barco y no solo el barco, sino el modelo. El oficio o el negocio del quiosquero se muere en España lentamente. Toledo es noticia porque ya no tiene quioscos.
En la década de 2010 a 2020, casi la mitad de los quioscos existentes en España desaparecieron. Las distintas crisis como la de 2008, 2020 y la pandemia fueron duros golpes para un sector que ya sufría los efectos de la digitalización, con efectos de reducción drásticos de la publicidad en papel, uno de sus sustentos principales: un peso insoportable. Lo digital es más rentable para los medios y significa el lento fin de una época.Disponibles dos quioscos
La concesión administrativa de dos quioscos en Toledo sigue estando disponible. Ha pasado un año y nadie los quiere. Hace unas décadas, incluso no tanto, se hubieran presentado muchas solicitudes para lo que era un establecimiento mayormente próspero, lleno de recuerdos todavía recientes para todos los que han vivido con ellos, sin futuro en la modernidad.