El laberinto catalán
Sánchez busca un salvavidas en Barcelona
Sánchez es un hombre con una autoestima ilimitada y fotografiarse en Madrid al lado de Maroto y Lobato, seguros perdedores, le da repelús
En las elecciones generales de 2008, el PSC obtuvo 25 de los 47 escaños que otorgan las cuatro provincias catalanas al Congreso de los Diputados, una victoria arrolladora que fue vital para la reelección de Rodríguez Zapatero.
Zapatero obtuvo 169 escaños por 154 del PP, 15 de ventaja. Sin Cataluña, ZP no hubiese reeditado su victoria dado que hubiera sido derrotado por dos escaños; y ese escenario está muy presente en la mente de los estrategas de Moncloa y del propio presidente del Gobierno. Por eso acudió a Barcelona a cerrar la campaña.
Sánchez es un hombre con una autoestima ilimitada y fotografiarse en Madrid al lado de Maroto y Lobato, seguros perdedores, le da repelús. Así que se va a Barcelona y busca una foto al lado de Collboni, al que todas las encuestas –en parte por las ganas de tantos de congraciarse con Moncloa– dan como vencedor en la foto finish.
El PSC perdió la alcaldía de la Ciudad Condal a manos de CiU en 2011 y luego ya no la ha recuperado, aunque desde 2015 forma parte del Gobierno local como socio de Ada Colau. La noche electoral, tras los escándalos de las listas de su socio, Bildu, y de la compra de votos por correo, se presenta de infarto. Pero Sánchez sabe que para reeditar su estancia en Moncloa necesita a Cataluña, y por eso viaja a Barcelona.
La posición del PSC en Barcelona es propia de un equilibrista sobre el alambre. El PSC está en el Gobierno municipal con Colau pero se presenta como alternativa a Colau. El PSC ha dado el visto bueno a las políticas de Colau pero propone enmendar a Colau. El PSC ha sido clave para los indultos y la rebaja de la sedición pero reclama el voto de aquellos que en el pasado reciente en Cataluña votaron masivamente por Cs. El PSC, que, en el resto de España, es percibido como un partido casi populista antiempresarial, en cambio en Cataluña –por comparación con el populismo de ultraizquierda de Colau y el populismo separatista de ERC y Junts– es la opción para mucha gente de centro y centroderecha.
El PSC aspira a ganar en Barcelona por dos motivos. El primero, para compensar otras posibles pérdidas en otros lugares de España, en especial en la Comunidad Valenciana. Pero además, para el PSC es el pistoletazo de salida a las elecciones generales de diciembre en las que la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, el ministro de cultura, Miquel Iceta y la ministra de transportes, Raquel Sánchez, encabezarán la lista de Barcelona; y en la que los socialistas aspiran a mejorar el resultado de 2008 para alcanzar hasta más de 20 escaños de ventaja sobre el PP en Cataluña. Algo nunca visto y con lo que Sánchez cuenta para no tener que llamar al camión de mudanzas.