Interior del restaurante Els Quatre Gats, en Barcelona

Interior del restaurante Els Quatre Gats, en BarcelonaWikimedia

Historias de Barcelona

5 restaurantes de Barcelona que tienen más de 100 años y siguen al pie del cañón

Cinco locales más que centenarios que siguen abriendo cada día y dando de comer al hambriento y de beber al sediento.

Barcelona tiene una larga tradición hostelera, y son muchos los lugares fantásticos y llenos de historia en los que aún hoy se puede comer y beber. Muchos han sido los locales abiertos en la ciudad desde el siglo XVIII, pero aún son más los que han desaparecido.

Sería muy extenso hablar de los que ya no existen, aunque los más viejos del lugar aún recuerdan la Maison Dorée, La Lune, el Mundial Palacio o el Café Restaurante Suizo, así como el Gambrinus, el Ambos Mundos, el Café Colón, el Café Torino, el Lyon d’Or o, más recientemente, el desaparecido Pitarra, inaugurado en 1890, de la calle Avinyò.

En este artículo recogemos cinco restaurantes más que centenarios: cinco locales con más de 100 años de historia a sus espaldas que siguen abriendo cada día y dando de comer al hambriento y de beber al sediento.

Can Culleretes (1786)

El que fue el buque insignia de la familia Regàs Ardèvol, lo fundó en 1786 la abuela de Joaquín Pujol Recasens. En un primer momento era una cremería, donde se servían jarabes, horchatas, requesón y crema catalana.

En 1890 compró el local Titus Regàs, padre de Miquel Regàs Ardèvol: ahí empezó a ser restaurante. Regás realizó una remodelación, obra de Jaume Llongueres, que lo adornó con tres grandes pinturas murales de Francisco Tey, seis plafones cerámicos de Xavier Nogués y varias lámparas grandes.

Antes de la guerra civil regentó el negocio la familia Marlet, aunque seguía siendo propiedad de los Regàs. Juan Bautista Marlet Bacardí y Miquel Regàs Castellà, hijos de ambas familias fallecieron durante la guerra civil. Tras la contienda, Regàs lo cedió al Gremio de Hosteleros y Cocineros que, en 1958, lo vendió a Agustí Agut y Sussi Manubens, cuya familia sigue regentando el local. Es el segundo restaurante más antiguo de España, siendo el primero el Botín, en Madrid.

El nombre de «culleretes» se cree que viene del gran número de postres que vendían en su momento. Esto hacía que los camareros dijeran a los de la barra «Nenes, culleretes» («Chicas, cucharillas»). En la época de Regàs se hicieron muy populares en Barcelona los sopars de duro («cenas a cinco pesetas»).

Can Culleretes es un restaurante de calidad que no deja indiferente: hoy en día sigue ofreciendo una cocina típica catalana. Sus paredes están forradas con las fotografías de las personalidades que allí han comido. Para conocer los inicios y la labor llevada a cabo por la familia Regàs uno debe leer Una generación d’hostelers y Confessions, de Miquel Regàs.

Los Caracoles (1835)

También conocido como Casa Bofarull, por el apellido de la familia propietaria. En su época se especializó en la elaboración y venta de pollos al ast, pero con el tiempo la gente lo fue conociendo como «los caracoles», porque era la tapa que acompañaba los vinos, y que se convirtió en un plato característico de la casa.

Los Caracoles puede presumir de haber dado de comer a decenas de celebridades como Ava Gardner, Luis Miguel Dominguín, Mark Knopfler, Charlton Heston, Lenny Kravitz, Jimmy Carter, Robert de Niro, Giorgio Armani, Joan Miró y Salvador Dalí. El restaurante está desde casi cinco generaciones en manos de la familia Bofarull.

Restaurant 7 Portes (1836)

Josep Cuyàs, que también regentaba el Neptuno, inauguró El Café de les Set Portes en 1836. El nombre del local es «siete puertas» debido a que el día de la inauguración el local no tenía rótulo, y así lo denominó un periodista. Tras la Exposición Universal de 1929 la familia Morera de Llavaneras lo convirtió en un restaurante de renombre.

En el año 1942, Paco Parellada, propietario de la conocida Fonda Europa de Granollers, se hizo cargo del restaurante. A partir de los años cincuenta se convirtió en un local de reunión de artistas e intelectuales barceloneses. El reputado chef Josep Lladonosa i Giró se hizo cargo de la cocina en los años noventa del pasado siglo.

Es un local indispensable para disfrutar de su cocina tradicional catalana. Uno de sus platos famosos es el arroz Parellada, que tuvo su origen en el Café Suizo de la Rambla de Barcelona. Su inventor fueron el dandy Juli María Parellada y el camarero Jaume Carabellido: cansados de comer siempre lo mismo, decidieron crear una paella mixta con los mariscos pelados y las carnes deshuesadas.

Restaurante Gaig (1869)

Desde mediados del siglo XIX, son un referente de la cocina realizada en Barcelona. Como ellos mismos explican, «nos hemos dedicado a preservar y mostrar el rico patrimonio culinario de Cataluña, transmitiendo nuestra experiencia culinaria de una generación a otra y creando un legado de excelencia culinaria».

El restaurante lo inauguraron Andreu Gaig y Antonia Borrás. La segunda generación es la de Frederic Gaig y Carolina Folguera. La tercera, la de Josep Gaig y María Framis, y actualmente aún está al frente Carles Gaig, junto con Fina Navarro. Gaig es un referente gastronómico e histórico de Barcelona. Ha convertido en arte la cocina catalana.

Els Quatre Gats (1897)

Els Quatre Gats fue impulsado por Santiago Rusiñol, Ramón Casas, Pompeyo Gener, Joaquin Mir y Miguel Utrillo, siendo el hostelero Pere Romeu Borràs. Se inspiraron en el cabaret «Le Chat Noire» de París. Allí se llevaron a cabo tertulias, cenas, reuniones de arte, exposiciones, veladas teatrales y musicales, títeres y sombras chinas.

Cartel realizado por Ramon Casas y Miquel Utrillo para anunciar una representación de sombras chinas en Els Quatre Gats

Cartel realizado por Ramon Casas y Miquel Utrillo para anunciar una representación de sombras chinas en Els Quatre GatsWikimedia

Allí fue donde, en el 1900, Picasso hizo su primera exposición. A raíz de las deudas que le generó la cervecería, Pere Romeu cerró las puertas del local en 1903. Reabrió como bar restaurante en la década de 1970, primero en manos de los empresarios Pere Moto, Ricard Alsina y Ana Verdaguer, y desde 1989 a cargo de Josep María Ferré.

La carta no corre riesgos, con recetas tradicionales: el comensal disfruta tanto de la comida como de la música del pianista que toca en la sala principal.

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