El legado industrial del barrio de Sant Antoni: un rincón de historia y cultura

En el corazón del barrio de Sant Antoni, en la calle Comte Borrell, se encuentra un rincón escondido: los Jardines de Càndida Pérez. Este oasis urbano de 1.000 metros cuadrados es el punto de encuentro perfecto entre el pasado industrial y la contemporaneidad, con una gran chimenea como protagonista indiscutible. Esta chimenea, clasificada como bien de interés documental, es el legado de una antigua fábrica que en su día formó parte de la historia de Barcelona. Su estructura, hecha de ladrillo visto, se erige sobre la zona de juegos infantiles, recordando los días en que la ciudad vibraba con la actividad fabril.

La historia de esta zona comienza en el siglo XIX, cuando el hojalatero Pere Pujol i Llibet construyó un edificio en la Ronda de Sant Pau. En 1901, adquirió un solar en la calle Comte Borrell, donde construyó una fábrica, la cual sería luego conocida como la fábrica de dulces Joan i Fèlix Tardà. A mediados del siglo XX, la fábrica se consolidó como un referente de la confitería barcelonesa, especialmente después de obtener la distribución exclusiva de los chicles Bazooka en España.

Tras la demolición de la fábrica a principios del siglo XXI, el solar fue transformado en un espacio público, con la construcción de la Biblioteca Sant Antoni-Joan Oliver y un centro para mayores, diseñados por el prestigioso estudio de arquitectura RCR Arquitectes. Inaugurados en 2009, estos dos equipamientos municipales se integran perfectamente con la chimenea y el espacio verde circundante.

Hoy, los Jardines de Càndida Pérez, donde la historia industrial se entrelaza con el diseño moderno, ofrecen a los vecinos y visitantes un lugar de encuentro intergeneracional, que simboliza la evolución del barrio mientras mantiene viva su memoria histórica.