Ximo Puig, ante su última bala política: ministro o retirada
El expresidente valenciano confía en que su reconciliación con Sánchez, sus años en la Generalitat y la firme defensa de la ley de amnistía le valgan para encargarse de la cartera de Política Territorial
Una vez la presidenta del Congreso de los Diputados, Francina Armengol, puso este lunes fecha para la investidura del presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, para los días 15 y 16 de este mismo mes, España dejará la interinidad política y volverá a la normalidad institucional, al menos en lo que al funcionamiento del Hemiciclo se refiere. Con 179 apoyos ya amarrados, tres por encima de la mayoría absoluta, el líder del PSOE será reelegido este jueves en primera votación.
Con ese anhelado objetivo ya en el zurrón, la primera tarea que tendrá que hacer el jefe del Ejecutivo será la de dar a conocer el nombre de sus ministros, un aspecto que también comunicará al Rey Felipe VI. Es más que probable que Sánchez ya tenga en la cabeza la configuración de su Gabinete, sabiendo a la perfección desde hace días o semanas quién o quiénes causarán baja, las eventuales incorporaciones, a quién premiará o castigará. Por tanto, aunque solo sea por cuestión de horas o días desde su nombramiento en la Cámara Baja, ese tiempo es el de las quinielas acerca del reparto de carteras.
Entre los nombres que suenan para tener un asiento en el próximo Consejo de Ministros se encuentra el de Ximo Puig, que fue presidente de la Generalitat Valenciana hasta mediados del pasado mes de julio, antes del pacto entre el Partido Popular y Vox para dejar atrás ocho años de tripartito de izquierdas. En concreto, este rumor viene alimentándose desde hace semanas por el propio entorno del exmandatario, apuntando incluso a que donde más cómodo estaría sería gestionando las competencias de Política Territorial, actualmente en manos de la también portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez.
Gran defensor de la amnistía
Tres son las bazas a las que Puig se aferra con tal de lograr esa aspiración. Una es la reconciliación con su jefe de filas. Durante prácticamente un año, desde septiembre de 2022 hasta las elecciones generales, la relación entre ambos ha estado completamente rota porque el barón socialista emprendió una bajada de impuestos como las acometidas por el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, y la de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, contraviniendo el mandato específico de Ferraz y el Palacio de la Moncloa de no reducir tributos bajo ningún concepto.
A mejorar ese ambiente que iba más allá de enrarecido tampoco contribuyó que Puig recurriera ante el Tribunal Supremo el recorte que el Ejecutivo central había aprobado contra el trasvase Tajo-Segura. Sobre su mesa se acumulaban las encuestas alertándole de un holgado triunfo del Partido Popular el 28-M y la pérdida de la presidencia regional. Todo ello ocurrió y, para colmo, culpó implícitamente a Sánchez del mal resultado por haber diseñado una campaña personalista y en clave nacional pese a ser unos comicios autonómicos.
Pero ese contexto ya pasó y parece que la confianza mutua ha vuelto a surgir y como muestra de agradecimiento hacia el secretario general de los socialistas, Puig se ha convertido en uno de los cargos de la formación que con más vehemencia y ahínco defienden la ley de amnistía a los independentistas catalanes, su segundo clavo ardiendo. Ese cierre de filas repentino el líder del PSPV-PSOE espera que tenga resultados prósperos a lo largo de esta semana y que se traduzca en una llamada telefónica de Sánchez para ofrecerle su ansiada cartera de Política Territorial.
El último argumento que tanto Puig como su círculo esgrimen para dar el salto al Ministerio es su trayectoria como presidente de la Generalitat Valenciana, lo que le daría un plus debido al conocimiento institucional y administrativo de una comunidad autónoma, así como a la hora de coordinar a los diferentes territorios como, por ejemplo, sucedió durante la pandemia de la covid. A todo ello, el entorno de Puig le suma su condición de senador por designación autonómica, un supuesto mérito más con tal de justificar su candidatura, aunque más oficiosa que oficial, a dirigir un departamento que tenga que ver con la organización territorial de España.
De anunciar un paso al lado, al Senado
La de formar parte del Gobierno que integrarán el PSOE y Sumar es el gran sueño de Puig una vez destronado de la presidencia regional. También sería el último, ya que cabe recordar que si Sánchez no hubiese convocado de manera anticipada las elecciones generales, el castellonense ya estaría fuera de la primera línea política desde antes del verano, algo a lo que se comprometió una vez se consumó que el PP y Vox sumaban mayoría absoluta en el Parlamento valenciano.
Por tanto, este sería su último cartucho antes de confirmar su retirada de la vida pública. Sin embargo, también hay que tener en cuenta que de cara a la segunda mitad de 2024, cuando ya hayan pasado los comicios europeos, el PSPV-PSOE tendrá que celebrar su congreso y en él elegirá a su nuevo líder. Con Puig ya autodescartado, él mismo se ha encargado de pilotar su sucesión, colocando a personas de su total confianza como Pilar Bernabé, actual delegada del Gobierno en la Comunidad, Rebeca Torró o Arcadi España como posibles aspirantes a liderar la federación.
No obstante, en Ferraz no ven ese cambio con buenos ojos y el propio Sánchez se lo ha dejado ver de primera mano al todavía secretario general de los socialistas valencianos modificando las listas al Congreso que Puig presentó para el 23-J. También ha promocionado en clave interna la figura de Carlos Martínez Bielsa, alcalde de Mislata, una localidad colindante con la capital levantina. Así, en los próximos días se dirimirá el futuro de Puig: o ministro o retirada más pronto que tarde.
El último en referirse a la opción ministrable del expresidente de la Generalitat la hizo este lunes su sucesor, Carlos Mazón, en el desayuno informativo organizado por El Debate: «Estaría encantado. A ver si por fin se toma en serio el agua que merece nuestra tierra, la ampliación del Puerto de Valencia, si acelera las obras del Corredor Mediterráneo. A ver si se toma en serio lo que no ha hecho en ocho años. Nunca es tarde si la dicha es buena», indicó irónicamente.