El presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, jurando su cargo.

El presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, jurando su cargoCortes Valencianas

2023, el año del «cambio» en el Gobierno valenciano: de la sumisión al independentismo a un proyecto propio

Tras los ocho años del tripartito, Mazón deja atrás los vínculos con los secesionistas y establece una hoja de ruta 'a la valenciana' en ámbitos como educación, cultura o política fiscal

La Comunidad Valenciana que despide 2023 poco se parece a la que comenzó el año, políticamente hablando. El último discurso de Nochevieja lo dio Ximo Puig, que estaba al frente de un tripartito conformado por el PSPV-PSOE, Compromís y Unidas Podemos. Ahora, en cambio, esa tradición ha corrido a cargo del 'popular' Carlos Mazón, que en el mes de julio alcanzó un pacto con Vox para gobernar en coalición la Generalitat.

Más allá de actos protocolarios y solemnes, el año se despide con una sonora diferencia, como es el hecho de que la región ya vuelve a marcar su hoja de ruta, tiene su propio perfil. Los ocho años en que la izquierda estuvo en el poder, la política del Consell tuvo como principal rasgo distintivo la mimetización con los postulados del independentismo catalán. Fueron dos legislaturas en las que socialistas, nacionalistas y comunistas no mostraron ningún tipo de reparo a la hora de situar a la Comunidad como si de la hermana pobre, pequeña y acomplejada de Cataluña se tratara.

Solo bajo ese prisma se puede llegar a entender que de las arcas públicas del Ejecutivo autonómico salieran 13 millones de euros con el objeto de subvencionar y promocionar activamente a asociaciones anexionistas cuyo fin último fue el de constituir los «Países Catalanes», la eterna ambición mitológica de los secesionistas. Del mismo modo, y siguiendo esa línea de actuación, la educación se convirtió en el gran laboratorio ideológico del tripartito, utilizando las aulas en meras sedes de su proyecto político con una metodología 'a la catalana' y valiéndose de una imposición lingüística que no solo se extendió a la Función Pública, sino también al señalamiento de negocios privados.

Libertad educativa

Con tal de revertir ese panorama de procés importado, Mazón ya ha adoptado sus primeras medidas. Una de ellas fue la de dejar de destinar dinero público a los mencionados colectivos separatistas. Dicho de otra manera, se acabaron en la región eventos apoyados desde la Generalitat y otras instituciones en los que la principal protagonista era la bandera estelada independentista. En paralelo, el Consell está redactando una Ley de Señas de Identidad que, en palabras de Mazón, tendrá un propósito bien claro: «Que nadie nos diga a los valencianos lo que somos o tenemos que ser».

En cuanto a educación, la Ley de Acompañamiento aprobada en las Cortes en el último pleno del año permitirá avanzar en «descatalanizar» las aulas, según expresó el consejero del ramo, José Antonio Rovira, a la par que, ya en el curso 2024-2025, dejará atrás los porcentajes de asignaturas impartidas en valenciano. Con ello, los estudiantes que residan en zonas castellanohablantes no estarán obligados como hasta ahora, con Compromís en el departamento, a recibir materias troncales como Matemáticas o Historia en valenciano. Todo ello irá aparejado a la libre elección de centro docente por parte de las familias mediante la vuelta al distrito único y no solamente mediante el código postal.

El presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón

El presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos MazónEuropa Press / Jorge Gil

El calco catalán que introdujeron Puig y sus socios también tuvo su traslado a lo económico. El balance de los años de la izquierda se traduce en legar una Comunidad con la segunda mayor deuda pública de España, solo superada por los vecinos del norte, y el déficit más alto del país. Por si no fuera suficiente, la presión fiscal se incrementó en las dos legislaturas. Tras el cambio en el Palau, la política fiscal de Mazón va encaminada a reducir lo que él mismo denomina «grasa política», eliminando organismos poco o nada eficientes, así como decenas de altos cargos y asesores. También se han suprimido impuestos, entre los que destacan los de Sucesiones, Donaciones y la tasa turística, unas rebajas tributarias que salieron adelante gracias a la mayoría absoluta del PP y Vox.

Apoyo a la caza y los toros

Respecto a la cultura, el contraste también ha sido más que significativo. Con Vicente Barrera al frente, que también es el vicepresidente primero, actividades como la caza o la tauromaquia han recobrado protagonismo después de dos legislaturas en las que han estado marginadas. Es conocido que las formaciones que integraban el tripartito, en especial Compromís y Unidas Podemos, rechazaban el mundo de los toros por asociarlo a la españolidad. Es por ello que no ha resultado sorprendente la actitud de estos partidos de hacer de la política cultural su gran baza contra la coalición de centro-derecha.

En clara contraposición, la gestión del Consell es la de consolidar un ámbito sin ideología y que, obviando criterios políticos o de partido, se fundamenta en el interés general. Una muestra es el apoyo de la Consejería plasmado en los Presupuestos al sector de la caza, un deporte que cuenta en la región con 40.000 personas federadas. Hasta el momento, al igual que con los toros, este ámbito se había orillado en las políticas públicas por un supuesto animalismo, pero cuyo verdadero poso no era sino relacionar lo cinegético con lo español y, bajo ese prisma radical, el fascismo.

Por tanto, la Comunidad Valenciana en la segunda mitad del año comienza una nueva etapa, marcada por la independencia de criterio frente al independentismo asumido voluntariamente. Por ello, con esta primera hoja de servicios del «cambio» que Mazón prometió en su investidura todo parece indicar que 2024 servirá para profundizar en ese plan con tal de homologarse a los territorios más prósperos de España.

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