Ermita de Santa Pola

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La Ermita de Santa Pola que mira al mar: un refugio de historia, fe y naturaleza en la costa alicantina

Este templo, dedicado a Nuestra Señora del Rosario, con más de dos siglos de antigüedad, es un símbolo espiritual y cultural del municipio, enclavado en un paisaje de acantilados y frente al Mediterráneo

Ubicada bajo los acantilados de la Sierra alicantina de Santa Pola, al pie del faro y con vistas al mar Mediterráneo, la Ermita de Nuestra Señora del Rosario se erige como un refugio espiritual e histórico para la población local. Este pequeño templo es considerado el más antiguo del municipio y su historia se entrelaza con el devenir de la localidad a lo largo de los siglos.

Aunque no se conoce con exactitud la fecha de construcción de esta ermita, se estima que sus orígenes se remontan a la segunda mitad del siglo XVIII. A lo largo de los años, ha sido conocida bajo diferentes nombres. Originalmente dedicada a la Virgen de la Asunción, esta pequeña iglesia fue mencionada en los planos históricos de Elche hasta mediados del siglo XX. Sin embargo, tras un aparente litigio entre Elche y Santa Pola por la advocación del templo, este pasó a estar bajo el patronazgo de la Virgen del Rosario. Se cree que esta tradición fue traída por los repobladores de Elche a finales del siglo XVIII.

Este conflicto se resolvió en 1946, cuando se delimitaron los términos municipales de Santa Pola, y ese mismo año, la ermita fue restaurada. Tras los estragos de la Guerra Civil y el paso del tiempo, el Ayuntamiento de Santa Pola emprendió las obras de rehabilitación de esta construcción, que, pese a su diminuto tamaño, ha jugado un papel simbólico en la reafirmación de la identidad santapolera.

Arquitectura cargada de simbolismo

La ermita, con su planta rectangular de apenas tres por cinco metros, representa un ejemplo de la arquitectura popular. Sus gruesos muros de mampostería, de medio metro de grosor, y su techo de teja plana alicantina, conforman un modesto pero encantador edificio que mira al sol del mediodía. Una espadaña con campana corona la fachada de aires coloniales, mientras que unos bancos de obra flanquean el acceso, invitando al peregrino o al viajero a detenerse y contemplar el mar.

Fachada de la Ermita del Rosario

Fachada de la Ermita del RosarioWikipedia

El interior de la ermita es sencillo y oscuro, con una única apertura: la puerta de entrada. En su altar se encuentra una imagen de la Virgen del Rosario, venerada por los habitantes de Santa Pola. Detrás de ella, un retablo cerámico con la misma imagen recuerda el hallazgo legendario de unos azulejos que, según el relato popular, fueron arrojados por el mar y encontrados por recolectores de esponjas, quienes decidieron construir el templo en honor a la Virgen.

Un entorno natural privilegiado

Uno de los atractivos más notables de la Ermita de Nuestra Señora del Rosario es su ubicación. Al borde del mar y rodeada de naturaleza, el templo forma parte de un paisaje idílico que invita al recogimiento y la reflexión. A pocos metros del templo se extiende la Playa de la Ermita, un paraje natural de 240 metros que marca el límite del término municipal de Santa Pola.

Además, a sus espaldas, en las paredes rocosas del cabo, se encuentra la Cueva de las Arañas. Esta gruta alberga una pintura rupestre de un caballo, que forma parte del conjunto de pinturas del arco mediterráneo, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. La presencia de este vestigio prehistórico añade una capa más de profundidad histórica al lugar, fusionando la devoción cristiana con el legado ancestral de la región.

Interior de la Ermita del Rosario

Interior de la Ermita del Rosariopatrimonioelche.es

La ermita, además de su significado religioso, es también un punto de referencia para quienes buscan un espacio de paz y contemplación en plena naturaleza. Los visitantes pueden llegar hasta ella siguiendo una carretera costera que serpentea junto al mar, ofreciendo una experiencia visual única. Este camino es frecuentado tanto por ciclistas como por caminantes que desean disfrutar del paisaje y de la tranquilidad que se respira en la zona. A pesar de su tamaño modesto, representa un poderoso símbolo de la conexión entre la historia, la fe y la naturaleza en Santa Pola.

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