Hartazgo junto a la estación de autobuses de Valencia por los gorrillas: «Están empastillados, son zombis»
Vecinos y comerciantes del entorno de Nuevo Centro llevan «años» soportando a decenas de aparcadores ilegales que han llevado al barrio el miedo por consumo de drogas y robos
«Tengo mucho miedo, estamos en peligro». Así de preocupado y angustioso se expresa Samir, un taxista que recoge al periodista que escribe después de que entrara rápidamente en el hotel Turia porque un grupo de gorrillas se percatara de que estaba hablando con vecinos y comerciantes de la calle Profesor Beltrán Baguena sobre esta ilegal actividad. Sucede junto al antiguo cauce del río y a escasos 30 segundos de un centro comercial (Nuevo Centro), que alberga dos edificios de El Corte Inglés y cientos de otras tiendas y restaurantes. Es decir, nada de suburbios, sino un barrio con plena actividad empresarial y social.
El problema no es nuevo. Todo o contrario. Lo explican Vicente y Rodrigo, trabajadores de un bar de la citada vía y que cuando atienden a El Debate están fregando para cerrar el negocio: «Esto no es de meses, sino de años. Es gente que no se adapta a nuestra sociedad y vive en la miseria a costa de nosotros. La Policía ha venido 400 millones de veces. Pregunta por las llamadas que hay a la Policía Nacional, Local o al 112 para esta calle en un año. Es una barbaridad», lamentan.
La causa de este contexto, tanto uno como otro la tienen clara: «Van pasados de pastillas. Toman de todo, de la droga más barata que haya, la peor. No son ni personas, son zombis, relata Rodrigo. Por las tardes, a partir de las 16 o 16:30 ya van pasados de rosca», insiste. Su compañero confirma la versión: «Se drogan mucho, van babeando y hasta se beben la bebida de la gente que está sentada en la terraza», denuncia, al tiempo agrega que a esos clientes «les intentan robar», algo que pasa «a diario».
Apuntan «hacia las mujeres»
Al respecto, Vicente afirma que estos gorrillas son «personas complicadas, que no se adaptan a nuestro sistema», por lo que «venden droga y malviven». Preguntados si los incidentes se producen entre los propios aparcadores o van más allá, es contundente: «Pasa entre ellos y con clientes. Aquí ha habido veces que han llegado y han pegado h****** a la gente. Ha habido barbaridades», prosigue.
De este modo, hace hincapié en que «sobre todo» apuntan «hacia las mujeres». «Las clientas, a las camareras y a cualquier otra mujer que venga me preocupan todavía más. Van a por ellas», remarca.
La calle Profesor Beltrán Baguena apenas tiene cien metros, todo lo que ocupa entre la estación de autobuses y el antiguo hospital La Fe. No obstante, como dice Rodrigo, es el espacio suficiente como para que haya «dos grupos» dos gorrillas: «Están los negros y los moros. Los negros entre ellos se llevan bien y los moros cada tarde se lían. Se empiezan a insultar entre ellos», describe.
De hecho, uno de los gorrillas, que prefiere no dar su nombre porque «en esta calle es mejor no decir nada» confiesa que «los argelinos son muy malos por la droga y las peleas» Tras recoger estos testimonios, el responsable del hotel Turia comenta otro episodio: «A una mujer de aquí al lado le roban cada día. La semana pasada le amenazaron con apuñalarle». Finalmente, Samir termina la carrera del taxi con una frase en absoluto baladí: «Soy de Marruecos y me da igual que sean argelinos o marroquís. Si vienes, no te puedes dedicar a robar y a drogarte», zanja.