¿Por qué la bandera de la Comunidad Valenciana no se inclina ante nadie?
La Real Señera es un símbolo de dignidad y orgullo que desafía el protocolo, manteniéndose siempre erguida
En la Comunidad Valenciana, hay un símbolo que trasciende la simple idea de una bandera. Es la Real Señera, una enseña única en España y, probablemente, en el mundo. Cada 9 de octubre, en el Día de la Comunidad Valenciana, esta bandera protagoniza una procesión cargada de solemnidad y orgullo. Pero hay un detalle que la distingue y que llena de significado cada uno de sus movimientos: la Señera nunca se inclina ante nadie ni ante nada, solo ante Dios.
La historia detrás de este gesto tiene raíces profundas, que reflejan el papel que el Reino de Valencia tuvo en la historia de España y Europa. Para entender por qué esta bandera se mantiene siempre erguida, incluso cuando desciende desde el balcón del Ayuntamiento en la ceremonia que marca el inicio de su recorrido, hay que remontarse al siglo XIV.
En 1338, al conmemorarse el primer centenario de la conquista del Reino de Valencia por Jaime I, Pedro IV el Ceremonioso decidió coronar la Señera. Este acto no fue un simple gesto protocolario; fue una declaración de dignidad y soberanía. Desde entonces, la bandera es una representación de Valencia, que la reconoce como un símbolo Real. Como tal, recibe los mismos honores que un Monarca: no se inclina, no se arrodilla, no cede ante nada ni nadie, solo ante Dios.
Este detalle la convierte en una bandera única. En otros lugares, es habitual que las banderas se inclinen en señal de respeto, por ejemplo, ante líderes religiosos o políticos. Pero en este caso, su posición vertical, recuerda constantemente a quienes la observan que representa la dignidad de un pueblo y su historia.
Un ritual cargado de solemnidad
Cada año, durante el 9 de octubre, la Señera recorre las calles de Valencia en una procesión cívica que sigue un trayecto histórico. La bandera baja del Ayuntamiento sin girarse ni inclinarse, manteniendo siempre su posición de respeto a sí misma y a lo que representa. Su recorrido incluye lugares emblemáticos como la Catedral de Valencia, donde se celebra el tradicional Te Deum, y la estatua ecuestre de Jaime I en el Parterre. En este acto no solo se celebra la conquista del Reino de Valencia, sino también la consolidación de su identidad como territorio dentro de la Corona de Aragón.
La Real Señera es mucho más que un trozo de tela con colores y símbolos. Es un emblema de resistencia, de orgullo y de dignidad. Su postura erguida no es solo una cuestión protocolaria, es también un mensaje. Transmite a todos los que la ven que Valencia, como pueblo, no se somete ni se rinde. Es un símbolo de libertad y de autoconfianza, que recuerda la riqueza de su pasado y la fortaleza de su identidad.