
Eli Garci-Lara Catalá, la inventora valenciana que patentó el sistema previo a la lavadora y su diseño
Elia Garci-Lara, la valenciana que inventó un sistema para lavar, secar y planchar ropa hace más de un siglo
En 1890 patentó la antesala a la lavadora que se conoce en la actualidad, aunque nunca pudo llegar a comercializarla
España ha sido una importante cuna de inventoras a lo largo de la historia, de hecho, es el cuarto país europeo con mayor número de ellas. Desde Ángela Ruíz Robles a Candelaria Pérez, que inventó una cama combinada con tocador, lavabo y mesita. Los centros de investigación y la prensa de la época no recogían la mayoría del trabajo de estas mujeres, que, en muchos casos, por ley, no pudieron utilizar su nombre para registrar la patente y utilizaban pseudónimos o el nombre de sus maridos.
En el panorama valenciano existe un nombre que destaca especialmente, el de Elia Garci-Lara Catalá. En 1890 inventó la primera lavadora de la historia, o al menos, el primer sistema previo a la máquina de lavar ropa que conocemos en la actualidad. Su invento, además de lavar, también secaba, planchaba y hasta doblaba la ropa. Aunque nunca lo pudo llegar a comercializar.
El invento de Elia era un diseño de lavadero mecánico, un dispositivo multifunción que permitía realizar todas las fases del proceso de lavado. La valenciana registró la patente número 10.711. en la Oficina Española de Patentes y Marcas (OEPM) el 1 de mayo de 1890, veinte años antes que el estadounidense Alva John Fisher inscribiera la que es considerada históricamente como la primera lavadora automática de nuestros tiempos. La OEPM la incluye como ejemplo de las mujeres inventoras que, a raíz del creciente papel que iban desarrollando en la vida pública, también se hicieron un hueco en la actividad científica y tecnológica.
El invento de Garci-Lara Catalá era un sistema que primero clasificaba la ropa según diversos criterios como cliente, categoría, género, empleo o grado de suciedad, para luego ser sometida, a continuación, al proceso de lavado preparatorio, colada mediante saponificación, donde empleaba la lejía, lavado con jabón, aclarado, escurrido a través de un hidro-extractor centrífugo, secado al aire libre o bien con aire caliente procedente de una estufa, y finalmente planchado, plegado y prensado de la ropa ya seca y limpia.
Diseño de la máquina de lavar de la investigadora valenciana Elia Garci-Lara Catalá
El Consejo Valenciano de Cultura (CVC) ha reconocido su contribución junto a otras inventoras valencianas en el contexto del Día de la Inventora, destacando la importancia de su trabajo y su impacto en el desarrollo tecnológico y empresarial de su tiempo.
Elia Garci-Lara se unió a otras mujeres pioneras que, a finales del siglo XIX, empezaron a registrar patentes y a contribuir significativamente al desarrollo tecnológico. Su invento no solo mejoró las condiciones de trabajo en las lavanderías, sino que también estableció un precedente para futuras innovaciones en el ámbito doméstico.
Inventora valenciana en medicina
Durante la misma época surgieron otras inventoras, las primeras que pudieron llegar a patentar sus investigaciones sin necesidad de pseudónimo. Como por ejemplo el caso de la chimenea portátil que patentó la francesa con residencia en Madrid Francisca Jaquinet en 1826, a quien se atribuye la gesta de ser la primera mujer que presentó una patente en España, o el carruaje especial de venta al público de leche de burra, vaca o cabra que pensó y patentó después la madrileña Fermina Orduña, primera española en patentar un invento en 1865.
En esta selección de mujeres que idearon inventos que facilitaban la vida de aquella época también aparece otra valenciana reconocida por la OEPM, Concepción Aleixandre Balleser. La licenciada en Medicina por la Universidad de Valencia en 1889, fue una de las primeras mujeres españolas en titularse en dicha especialidad, a quien hoy los médicos especialistas en recuperación del suelo pélvico estarían aplaudiendo sin parar, pues su patente, la número 47.109, consistía en dos sistemas de pesarios, aparatos que se colocaban en la vagina para corregir el descenso de la matriz.
Aleixandre patentó el invento en 1910 y pensó que su fabricación fuese en aluminio y níquel para prevenir infecciones, así como que estuviese dotado con un sistema de muelles que los hiciera flexibles y adaptables. En 2020, el Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Valencia editó un libro sobre su figura, en el que destacan su defensa del feminismo ligado siempre a su gran vocación, la medicina.