Feria de Pozoblanco: Contracrónica
El público y el aficionado: una realidad distante
Quieren que haya orejas, salidas a hombros, indultos, que la duración del festejo se alargue
Vivimos en una magnífica época para la taquilla taurina, pero sin embargo, ¿vivimos en una época buena de educación taurina? Ambas cosas en el mayor porcentaje no van dadas de la mano y llegan a ser un poco contraproducentes. Un espectáculo taurino puede copar una amalgama de gente, hasta grupos sociales que quedan para ir a los toros con «excusa» de verse y pasar un buen rato. Dentro del asistente a los espectáculos taurinos podemos encontrar diferentes tipos.
Por un lado, estamos los aficionados, digo estamos porque me considero encasillado dentro de este rango. Los aficionados somos una especie en peligro de extinción, ya que, necesitamos el toro como droga año tras año.
De otra manera está el público general, personas que ven 2/3 corridas de toros al año en su ciudad, pueblo o localidad cercana. Lo quieren ver todo en uno. Quieren que haya orejas, salidas a hombros, indultos, que la duración del festejo se alargue.
Pero ahora bien, ¿esto es bueno? ¿Ambos pueden convivir en una plaza? ¿Les gusta lo mismo a estos grupos diferentes? Normalmente unos critican a otros, y, ¿porque? Doy mis razones:
1. Un festejo no puede durar más de 2 horas y media de duración, es innecesario.
2. No se puede pedir orejas con estocadas deficientes.
3. No se pueden pedir indultos.
4. No todo puede ser triunfalismo.
5. Hay que hacer, o por lo mismo intentar hacer la suerte de varas.
El público quiere esto, casi siempre. Sin embargo, el aficionado, casi nunca. ¿Llegaremos a un punto medio?
Creo que no, y cada día estamos más alejado de ello, y en consecuencia, cada vez estamos más diferenciados unos de otros.
Por último, buena tarde de toros en líneas generales en Pozoblanco, en el marco del «Coso de los Llanos», una plaza de toros de una magnitud histórica y una estética preciosa. Con triunfalismo o sin el, nos lo hemos pasado bien. Hemos visto orejas, también hemos visto torear, y en consecuencia quiero lo siguiente: Enrique Ponce fue un torero de ferias, Talavante lo es aún en la actualidad y David Galván lo será un un futuro no muy lejano.
Se honró la figura máxima de Paquirri con un minuto de silencio en el ruedo que le vio ir perdiendo la vida por su pierna. El Soro trató de darse el baño de masas antes del paseíllo, y dos veces posteriores con fiel trompeta que le acompaña últimamente. También tuvimos espectáculo flamenco de un espectador del tendido. Variedad de espectáculos para todos los gustos. Hay que agradecer el magnífico trabajo de Antonio Tejero, que programa carteles interesantes año tras año en Pozoblanco. Ojalá se le pueda ver en un futuro a las riendas de plazas de más importancia.