El perol sideralAlfredo Martín-Górriz

Los inocentes

Actualizada 05:00

En multitud de páginas web, medios de comunicación o redes sociales se suele ver la siguiente contraposición. En una foto aparecen unas mujeres en bikini, o bien con minifalda. En otra foto adjunta aparecen mujeres con algún tipo de vestimenta islámica que las tapa por completo o casi por completo. Un enunciado indica que el lugar es el Líbano o Irán, y que han pasado varias décadas entre ambas instantáneas. Las primeras suelen ser en los años 60, las del vestido islámico en la actualidad. La moraleja es sencilla: unas representan la libertad, otras su falta. A un lado estarían los llamados valores de Occidente. Al otro los del islam.

Pero si reflexionamos con honradez, ¿qué vemos? Haciendo un hipotético ejercicio es probable que las descendientes de las fotos del bikini o la minifalda mueran sin hijos o con un solo hijo gestado tardíamente, frisando los 40 o pasada esa edad. Seguramente hayan pasado por numerosas rupturas, algunas devastadoras, y cuenten con notables posibilidades de pasar la vejez solas, quizá en un asilo. Tras una vida con numerables excesos debidos al ocio conspicuo de alcohol, drogas y viajes superficiales, un alto porcentaje habrá padecido trastornos de la personalidad de gravedad variada y estará tratada psiquiátricamente. Una cantidad minoritaria pero en alza se suicidará. Otra solicitará la eutanasia estatal. No habrá hijos ni nietos llorándoles en su entierro. Las mascotas castradas que llamaba hijos irán a la perrera, salvo una que se la queda el vecino de la puerta de al lado.

Islam

Islam

Siguiendo con el hipotético ejercicio, es probable que las descendientes de aquellas mujeres ataviadas con ropas islámicas, y a las que compadecemos con paternalismo, tengan un sólido matrimonio, ocho hijos, 27 nietos y 52 bisnietos. A la complejidad y riqueza de una religión, el islam, esa entidad llamada Occidente opone…ropa. O con más precisión en este Día de los Inocentes, la España de los más de cien mil abortos observa con conmiseración a bisabuelas que podrán conocer o incluso jugar con varios de sus bisnietos.

Cerca de donde vivo se encuentra la avenida de las Ollerías de Córdoba, donde hay una clínica abortista. En un banco de los soportales de la calle se suelen turnar personas mayores para rezar. En estos ancianos vemos la esperanza para cambiar las tornas. Muchos de ellos fueron considerados un peligro por partidos de izquierda y parte de la apesedebrada prensa local. En el país donde se premia al okupa, al asaltante de casas, al terrorista o al golpista, personas mayores que rezan se ponen en el punto de mira.

- ¡Mírelos señor guardia, están armados con rosarios!

- Atención central, envíen de inmediato a la unidad relámpago antipadrenuestro.

Hoy se conmemora la matanza de niños encargada por Herodes con el fin de asesinar a Jesús de Nazaret. Esa matanza se repite de forma mecánica y por miles en nuestras sociedades de valores occidentales. Dichos valores son, en esencia, anticatólicos. Sus consecuencias resumidas en un aborto sistémico junto a un problema demográfico casi irresoluble nos deben hacer pensar que cuando Occidente opone una percha al islam, posiblemente lo que debería hacer es mirarse al espejo.

Si alguien quiere oponerse al islam, debe alzar valores tan profundos, ricos y sólidos como los de esa religión. Nunca un bañador. Si hablásemos en concreto de España, una oposición al islam conlleva volver sin asomo de duda al catolicismo. Lo demás es autoengaño o rendición. O ser un verdadero…inocente.

- Señor guardia, los católicos han vuelto a rezar en la clínica.

- Atención central, envíen de inmediato a la fuerza de choque antiavemaría y que no se escape esta vez su líder, la señora de la bufanda.

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