El perol sideralAlfredo Martín-Górriz

El cervantazo

Con toda probabilidad hubo varios Miguel de Cervantes. Uno sería el famoso escritor, de Córdoba

Actualizada 05:00

Miguel de Cervantes Saavedra nació en Córdoba. Repita conmigo: Miguel de Cervantes Saavedra nació en Córdoba. Y además seseaba como tantos de sus habitantes, por lo que posiblemente diría lansa en ahtillero o rosín flaco al leer en alto su propia obra. Estos datos se desprenden del más atractivo debate cultural que se ha generado en la ciudad desde hace décadas, y que retoma el que ya se produjo hace 110 años, cuando por el mismo motivo se le concedió el premio de los juegos florales del Círculo de la Amistad y una calle que lleva su nombre a Francisco Rodríguez Marín. Y todo ello por la aparición de un documento perdido que analizó también en su momento otro gran investigador, Adolfo Rodríguez Jurado. Trata sobre el proceso judicial que se inició en 1593 y concluyó en 1594, en el que Cervantes intervino a favor de Tomás Gutiérrez, al que se le denegaba el ingreso en la Cofradía Sacramental de Sevilla por diversas razones. Allí, tras prestar juramento, el propio Cervantes indica que es natural de Córdoba.

Con la recuperación del documento sale a la palestra José de Contreras, que ha encadenado dos interesantísimas conferencias en los ateneos de Sevilla y Córdoba. Contreras, director del grupo de investigación ‘Memoria de Cervantes’, consigue contrarrestar las conclusiones de Rodríguez Marín, que demostró que la familia de Cervantes era de Córdoba, pero, a las puertas de confirmar su nacimiento en la ciudad, optó por quedarse con la versión oficial quizá por cierta inercia, basándose en algunas excepciones que tomó por reglas, fundamentadas en varios ejemplos en los que diversas personas se manifestaban naturales de un sitio pero nacidas en otro. Nunca mostró documentos en los que otras determinadas personas se manifestasen naturales de un lugar y nada más, o sea, nacidas allí. En suma, todo quedó empañado por un debate sobre el término ‘natural’ resuelto, paradójicamente, con menos celo que el resto de las pesquisas que tanto entusiasmaron a la población, hasta el punto de llenar las portadas de los periódicos de la época durante un año y concluir en llamar Rodríguez Marín a La Espartería por puro agradecimiento. Merece mucho la pena, por cierto, indagar en aquellos diarios.

La desaparición del documento estudiado primero por Rodríguez Jurado, y el apoyo luego de Rodríguez Marín a la versión del nacimiento oficial, sepultaron la posibilidad de continuar con la discusión. Pero ésta se retoma con la reaparición del papel del proceso judicial. Y lo hace con los nuevos datos, asombrosos, que ha conseguido recopilar José de Contreras. Si imaginamos la propia vida de Cervantes y las indagaciones dispares de todos estos eruditos en distintos siglos tendríamos para serie de Netflix.

Y es que, al margen del documento y del debate sobre el concepto ‘natural’ (si es lugar de nacimiento o de donde procede tu familia), De Contreras ha conseguido sacar a la palestra el asunto de la homonimia. Con toda probabilidad hubo varios Miguel de Cervantes, y en concreto dos que generan la confusión, ya que son primos segundos, se llevaban sólo un año de diferencia, combatieron en Argel, terminaros presos y fueron rescatados por un pago de sus familias. Uno sería el famoso escritor, de Córdoba. El otro aquel que tiene una partida de bautismo en Alcalá de Henares y tradicionalmente se creyó era el escritor. El fascinante enredo cervantino no se puede entender en este texto, por lo que les recomiendo que vean la conferencia de Youtube de José de Contreras sobre el nacimiento de Cervantes, donde la madeja se va deshaciendo durante hora y media.

A la luz de los datos actuales, que incluyen estudios grafológicos, resulta verdaderamente difícil seguir apoyando la teoría de que Miguel de Cervantes Saavedra era de Alcalá de Henares, ciudad que además nunca mencionó en su obra. La investigación encima detalla cómo Cervantes seseaba con toda probabilidad, por lo que diría Dulsinea y Sancho Pansa. Bromas al margen, la investigación encierra dos cuestiones importantes. La primera esencialmente intelectual, centrada en la desinteresada pasión de José de Conteras por hallar la verdad. La segunda, sobre el significado que tendría dicho nacimiento para Andalucía y Córdoba, que sería cuna del más célebre escritor de la humanidad junto a Horacio, Virgilio o Shakespeare.

Los más prosaicos se dirigirán de inmediato a la manida marca Córdoba o al omnipresente turismo, reduciendo Cervantes a una ruta de tapeo. El calado de este nacimiento es, sin embargo, de una magnitud mayor, de índole espiritual, en la que una red de seres humanos, unos muertos, otros vivos, entretejen de manera asombrosa sus vidas hasta desembocar en algo que arroje luz. Y tras esa luz está el autor de la primera novela moderna, uno de los más grandes hijos de la ciudad, cuyo ejemplo a su vez ha de alumbrarnos a nosotros en presente. Éste es uno de esos hallazgos capaces de revitalizar el alma de un lugar sin centrarnos necesariamente en el índice de pernoctaciones o en reduccionismos económicos. Va mucho, pero mucho más allá.

Es el turno ahora de las instituciones, entidades académicas, historiadores ecuánimes y solventes o medios de comunicación, que han de tomar la senda del rigor que ha mantenido José de Contreras y Saro, a quien hay que felicitar efusivamente. Si hace más de un siglo se le puso una calle a Rodríguez Marín por demostrar que la familia de Cervantes era de Córdoba, a De Contreras vamos a tener que ponerle mínimo un jardín, dos plazas, siete estatuas ecuestres y un plan urbanístico entero en una zona de expansión.

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