El perol sideralAlfredo Martín-Górriz

La Aemet y el anticiclón de las (Mariano) Ozores

Actualizada 04:00

Llega la época en la que Córdoba se tiñe de amarillo-naranja, como un viejo cinturón de judo, oscilando por días entre uno otro color según el aviso correspondiente, sin que nunca se sepa cuál da más susto. Ambos, amarillo o naranja, serán mezclados y reflejados en el mapa del tiempo con ese rojo Aemet tan de moda, puro volcán abrasivo o bomba atómica en Nagasaki. Parece decirnos que el clásico periodista de Canal Sur que fríe un huevo en una sartén puesta al sol… podría intentarlo ya con una parrillada completa. Son fechas de ir por la sombra. Son fechas de beber mucha agua. Y, sobre todo, son fechas de no hacer deporte durante las horas centrales del día cuando tampoco se hace a ninguna otra porque se está pagando la cuota del gimnasio sin pisarlo ni para ver Netflix en la pantalla de la bici estática.

Nos enfrentábamos al verano más caluroso de la historia de la humanidad, como todos los veranos precedentes, donde las medias y temperaturas máximas establecerían nuevos récords coincidiendo con los que serán previsiblemente batidos en las Olimpiadas. Los medios ya avisaban del fenómeno, puesto que la primavera había sido excepcionalmente calurosa.

Pero echaba uno la vista atrás a los meses de marzo, abril y mayo y recordaba más bien temperaturas suaves, incluso días más fríos que en primaveras anteriores, y evidentemente mucha más lluvia, pues la sequía apocalíptica que iba a llevarnos por delante este mismo año había sido neutralizada por los aguaceros. Son tremendas desecaciones del terreno que dejan de ser peligrosas por una semana de chubascos.

Hete aquí que la Aemet ha cambiado la metodología, por lo que primaveras de temperaturas muy similares, sin ir más lejos la de 2016 y la de 2024, ambas en torno a 13’1 grados de media y con bastantes lluvias, son catalogadas de distinta forma. La primera como fría, la de este año como cálida. Ante tal situación, la agencia estatal ha indicado que desde el 2020 se pasó a otra manera de analizar los datos.

La Aemet ha explicado el asunto en multitud de larguísimos hilos en las redes sociales, todos ellos alejados de la divulgación, tendentes al uso de tecnicismos, enormemente enrevesados, y que producen risa conforme avanzan, como el clásico cómico que en una determinada escena va complicando un discurso bien encauzado al inicio. De esta forma, la agencia recuerda a un Mariano Ozores (¡apellido de anticiclón!) que al principio combinase frases ordinarias con algún trabalenguas, para desembocar en un pandemonio verbal surrealista al que, por cierto, se han sumado las diversas cuentas regionales, pues la Aemet también cree en el sistema de las autonomías o incluso en una España federal.

Y así, con esta variación en el Excel, con esta vueltecilla en el Power Point y con estos nuevos tonos en el mapa, estilo retrato de Carlos III, tenemos otra vez al verano amenazando con ser el último de nuestras vidas por mucho que se parezca a los de hogaño o antaño. Recordando a otros humoristas, Martes y Trece, todos aprendimos hace décadas que una cosa con respecto a otra puede ser lo mismo… pero no es igual.

Ante tantas hecatombes seguidas sólo cabe el derecho al pataleo, bien negándonos a ir por la sombra, a beber mucha agua y empezando a hacer deporte a las horas centrales del día; bien guiándonos para saber qué tiempo hará por las cabañuelas del calendario zaragozano. Quizá esto último sea lo más descansado. ¿Y qué dicen para julio y agosto? Julio será caluroso pero encerrará impropios episodios de tormentas; agosto, un mes también caluroso salvo en su trecho final, en el que asomará cierta inestabilidad. Sorprendente.

En resumen, un fin del mundo poblado de alarmas amarillas y naranjas en un tapiz rojo gangrena al que deberemos enfrentarnos con entereza un verano más, convertido cada ciudadano en habitante de un mundo hostil que se viene abajo según dice una señorita del tiempo cada vez más parecida a una modelo de lencería. Su mirada parece decirnos: cuidado con septiembre. Y es que ojo con el otoño, que podría ser definitivo.

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