Por derechoLuis Marín Sicilia

El efecto mariposa

«El prófugo de Bélgica tiene cogido por donde más duele al fugitivo de Paiporta»

Actualizada 04:30

Un estornudo de Puigdemont en Waterloo se convirtió en un vendaval, por el efecto mariposa, que hizo temblar el misterio en el palacio de la Moncloa. El prófugo de Bélgica tiene cogido por donde más duele al fugitivo de Paiporta y, aunque ello afecte a la dignidad nacional, nadie duda a estas alturas que el presidente del Gobierno de España depende de las exigencias de un reclamado por la Justicia.

Ya pueden vestir el muñeco como quieran; Sánchez se ha tragado sus solemnes compromisos de no aceptar ni una coma en las 80 medidas del decreto ómnibus, reduciéndolas a 29, porque ha suscrito con los de Junts el pacto del dentista: no nos hagamos daño que cualquier otra iniciativa perjudica nuestros intereses. Y así se escribe la historia: este país está en manos de quienes no quieren formar parte del mismo,… salvo que se le dé todo lo que pidan a costa del bolsillo y de la dignidad del resto de españoles.

Del «jamás de los jamases» con el que todos los ministros repetían como papagayos el compromiso del presidente de que no se tocaría ni una coma del decreto ómnibus, se pasó en menos de cinco minutos a contar la nueva milonga del pacto con los nacionalistas catalanes. Hay que ser tontos de remate para aceptar que el nuevo vaivén del sanchismo se deba a algo distinto de la necesidad de asegurar por unos días más la permanencia en el poder de Pedro Sánchez.

El relato orquestado y debidamente propagado por las abrumadoras terminales mediáticas del sanchismo para culpar al PP de que no se subían las pensiones y se perdían las ayudas al transporte y a los damnificados de la «dana» y del volcán de La Palma, solo caló en un 20 % de los ciudadanos que, a juzgar por las encuestas más solventes, culpaban al Gobierno de no querer aprobar las mismas a pesar de contar con el apoyo de los grupos de la oposición. Esa circunstancia y las ansias de poder sanchista le llevaron a tragarse sus compromisos, retocar el decreto que prometió no hacerlo y entregarse, una vez más, a quienes le tienen hipotecado cuando, para tales medidas, contaba con el apoyo gratis del principal partido de la oposicion.

Es deprimente saber que el Consejo de ministros estuvo pendiente y paralizado cerca de dos horas para concretar las exigencias del prófugo, pero repugna a la propia autoestima que, encima, el autócrata presuma de semejante bajada de pantalones. ¿Hasta cuándo Sánchez va tratar como imbéciles a los españoles? ¿Hasta cuándo vamos a soportar que nos tenga por necios e ignorantes?.

Los cronistas mejor informados hablan de que, además de comprometer otras inconfesables transferencias, hubo que asegurar la exigencia de Junts de que se pagarán 1.400 millones de euros antes de sentarse a negociar. Con este espíritu extractivo de las arcas públicas, nadie duda de que los enemigos de la soberanía nacional mantendrán a Sánchez hasta el último día. Lo grave, por idiota, es el seguidismo de esa pretendida izquierda que dice gobernar España y que, en realidad, lo que hace es vivir de los españoles aguantando en el sillón ante el gris panorama de su hipotético retorno a la sociedad civil.

Paradigma de lo anterior es el desparpajo de los sindicatos españoles, que ahora insisten en protestar contra la oposición porque dicen que no quería subir las pensiones. En 2016 Pepe Álvarez accedió a la secretaría general de UGT con el objetivo, dijo, de transformar el sindicato en una organización moderna, autónoma políticamente, plural e integrada en la realidad social. Tan moderno está siendo, y tan plural e integrador, que protesta contra la oposición, tal como se hace en las dictaduras, cuando la responsabilidad de la política social recae en el Gobierno. Claro que los sindicatos aquí se deben, como en Venezuela, a su amo gubernamental, que le ha subido en menos de tres años la subvención de 8 a 32 millones de euros. ¡Más madera y dos huevos duros, que esto se parece cada vez más al camarote de los hermanos Marx!

Mientras tanto, el españolito de a pie está condenado a soportar a tanto trilero con ínfulas de predicador cuyo único objetivo es seguir gozando de las bicocas que jamás hubieran soñado. Si luego la ignorancia y el sectarismo nos gobierna, las deudas nos agobian y España se va a pique, ya lo pagarán las generaciones futuras a mayor gloria de tanto advenedizo. El efecto mariposa ya habrá provocado sus efectos caóticos.

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