Misa de envío para los jóvenes que irán a la JMJ

La Iglesia es Universal y joven. Ésa es la constatación que el obispo de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández, ha adelantado a los jóvenes cordobeses participantes en la próxima JMJ de Lisboa, congregados ayer en la Catedral de Córdoba junto a los sacerdotes, delegados diocesanos de Juventud, capellanes y familiares para celebrar la misa de envío.

La celebración comenzó con el canto interpretado por el coro de la Delegación de Juventud que proclamaba «qué bonita es la Iglesia», y esas fueron las primeras palabras del Obispo al dirigirse a los jóvenes en la homilía, a los que trasladó la importancia de las Jornadas Mundiales de la Juventud para descubrir la naturaleza de una Iglesia formada por millones de jóvenes.

A todos invitó a vivir en la eucaristía del domingo y de cada día para prepararse intensamente en la oración, mientras les separan apenas quince días para llegar a Portugal, primero en los llamados «días de la Diócesis», con la celebración de encuentros, catequesis y sacramentos en la diócesis de Aveiros. Después, está previsto el encuentro de cincuenta mil jóvenes españoles con obispos y sacerdotes ya en la capital lusa, donde finalmente se celebrará la vigilia de oración para encontrarse con el Papa Francisco. Una cita muy esperada para la que el Papa ha despejado dudas sobre su asistencia, aunque «todos estamos sometidos a la agenda de Dios, que a veces, no es la nuestra», puntualizó el obispo.

Participación cordobesa

La diócesis de Córdoba ha organizado esta peregrinación de 1.300 jóvenes cordobeses a Lisboa para participar en la JMJ. En este domingo, el Obispo les ha indicado que este viaje será «un momento precioso de vuestra vida cristiana» y también les adelantó que la dimensión comunitaria les permitirá un contacto con la Iglesia Universal, ya que jóvenes del mundo se ponen en camino para crecer y pedir a Jesucristo que aumente su fe: «a eso vamos, a que nuestra fe sea creciente con el encuentro en Jesucristo», ha destacado el obispo. Un encuentro que se concreta en la presencia multitudinaria de jóvenes que necesitan «este contagio, esta certeza y experiencia».

El prelado continuó afirmando que la Iglesia es joven y explicó que por la antigüedad de algunos templos como la Catedral de Córdoba, se puede llegar a pensar que la Iglesia es vieja, pero «en la JMJ constatas que la Iglesia somos nosotros, los templos se pueden quedar pequeños porque el templo eres tú, es Dios el que quiere habitar en ti». Esta constatación es realmente una fuerza potentísima capaz de cambiar muchos corazones de jóvenes del mundo, aseguró el obispo, que recordó al Papa cuando afirma que la Iglesia lleva en su seno el futuro de la humanidad.

Jóvenes activos

«Un joven no es para el sillón», les exhortó, para indicarles que como María, está llamado a la acción con su testimonio, como hizo la Virgen al llegar hasta su prima Isabel la alegría de su inmaculada concepción. «Ser cristiano es la alegría de la vida, la alegría que viene de estar con Dios», continuó el obispo, para destacar que es una alegría santa, gratis y duradera, que no necesita aditivos, alegría que ayuda a soportar las dificultades porque ofrece la posibilidad de conocer la cruz a la que se entregó Jesús y entenderla.

Demetrio Fernández recomendó a los jóvenes ratos más frecuentes de oración para preparar en encuentro con miles de jóvenes de todo el mundo. Para eso recomendó acudir al Evangelio y descubrir la humildad y mansedumbre de Jesús: «la palabra de Dios nos dice que el servicio no se encuentra en el ruido, marketing o poderío, sino en el silencio del corazón».

El Obispo llamó, finalmente, a los jóvenes a seguir la actitud de disponibilidad, prontitud y servicio de la Virgen María que sin demora se puso en camino para encontrarse con su prima Isabel y anunciarle el nacimiento de su hijo, Jesús. La eucaristía terminó con la bendición solemne a los peregrinos que, posteriormente, se reunieron en el Obispado para recibir algunas indicaciones sobre logística y preparativos de la peregrinación.