Esplendor y fervor hacia la Virgen del Carmen
La diócesis de Córdoba lleva a cabo distintas celebraciones y procesiones con la imagen de la Virgen, patrona del mar
La Virgen del Carmen es una de las advocaciones de la Virgen María más conocidas y veneradas en la Iglesia católica. Se le considera patrona de los marineros, pescadores, navegantes y de todos aquellos que se enfrentan a situaciones de peligro en el mar.
A esta advocación mariana, cuyo origen se remonta al siglo XII, generalmente se le representa con el Niño Jesús en brazos y con un escapulario en la mano, como símbolo de la promesa que ha hecho a quienes lo porten. Precisamente bajo esa representación, el día 16 de julio, coincidiendo con su festividad, salieron en procesión imágenes de la Virgen del Carmen por diversos rincones de la Diócesis.
En Córdoba, un año más, tras la función solemne en San Cayetano a las 21:00 horas, tuvo lugar la procesión de Nuestra Señora del Carmen Coronada y Santa Teresa de Jesús. Como es habitual la Virgen estrenó diversas joyas y, como novedad, lució una barbada de plata con monedas originales de Isabel II, Alfonso XII y Alfonso XIII, donada por la familia Fernández Martínez, entre otras joyas.
Asimismo, a las 21:00 horas, tuvo lugar la procesión de la Virgen del Carmen que tras salir de la parroquia de Nuestra Señora del Carmen de Puerta Nueva continuó su andadura por las calles de la feligresía rodeada por multitud de devotos, que además, el sábado 20, festividad del Padre Elías, tendrán la oportunidad de presentar a los niños a Ntra. Sra. del Carmen.
En la Diócesis
También en Rute, Palenciana, Bujalance, Lucena o Montoro, entre otros rincones de la Diócesis, la Virgen del Carmen salió en procesión con gran esplendor y devoción, ya que en lugares como Palenciana o Rute, celebran la Patrona del pueblo y aprovechan el día de su fiesta no sólo para acompañar a la imagen en procesión, sino también para imponer los escapularios a los devotos.
Significado del escapulario
El popular escapulario de la Virgen del Carmen fue dado por la Virgen María a San Simón Stock, el 16 de julio de 1251. Es un compromiso de vivir en oración, en mortificación y buenas obras y debe ser impuesto por un sacerdote a quienes acepten amar e imitar a María.