Demetrio Fernández, obispo de Córdoba

Demetrio Fernández, obispo de CórdobaSamira Ouf

Demetrio Fernández, obispo de Córdoba

«Cuando me jubile me gustaría estar confesando en una parroquia toda una tarde, porque ahora no tengo tiempo para eso»

Está hablando con los compañeros de una televisión local antes de esta entrevista. El obispo de Córdoba ha encontrado un hueco para atender a los medios en una fría mañana de enero amén de sus quehaceres habituales, que son muchos como la prelatura requiere. Don Demetrio acaba de celebrar cincuenta años de sacerdocio y va camino de la edad de jubilación, los 75, y entre esas dos marcadas fechas apenas transcurren dos meses, un pequeño hatillo de días frente a toda una vida que nos recuerda lo fugaz del tiempo y la brevedad del regalo que se nos concede, -un préstamo en realidad- cuando somos concebidos para venir a este mundo. Precisamente porque la vida es un suspiro hay que convertirla en productiva y feliz. Don Demetrio habla de eso cada día y lo predica ahora con el marchamo hermoso que otorgan unas bodas de oro con el Señor.

No pasa desapercibido este obispo por lo que dice, ni para su rebaño ni para las ovejas alejadas. El obispo remueve, confronta, denuncia, reflexiona, cuestiona y siempre, siempre, acaba abrazando, aunque algunos huyan de ese gesto fraternal. Pero incluso esos van a echarle de menos cuando abandone por edad la primera línea.

La mayoría, de todas maneras, aún disfrutan de Don Demetrio, de sus homilías, de sus gestos y labor. Esta entrevista, sin ir más lejos, ha sido un estupendo regalo para comenzar el año nuevo. No puede ser de otra manera cuando se comparte un rato con un hombre sereno y feliz gracias a una fe curtida que le llena de certezas y esperanza.

Demetrio Fernández, obispo de Córdoba

Demetrio Fernández, obispo de CórdobaSamira Ouf

- Hemos comenzado el año jubilar de la Esperanza. ¿Qué supone eso y cómo se está preparando?

- Los años jubilares empezaron a celebrarse cada cien años. Pero claro, si era con esa frecuencia, a mucha gente no le tocaba nunca un año jubilar. Entonces se pusieron cada cincuenta años. Pero traía tantos frutos a la Iglesia y a la vida de las comunidades cristianas, que se cambió cada 25 años. Así que el año 2000, que yo lo viví, fue año jubilar especial porque era cambio de milenio. Fue un año jubilar muy sonado, con el Papa Juan Pablo II. Y ahora es año jubilar el 2025. Digamos que toca celebrar el 2025 aniversario del nacimiento de Jesucristo. Es este el punto fundamental. Jesucristo es el centro del cosmos, de la historia, y nos lo recuerda especialmente el año jubilar. Un año jubilar, tomando la tradición antigua, de siglos, del Antiguo Testamento, es un año de gracia especial por parte de Dios, de perdón de los pecados. También de restablecer la justicia social. En el año jubilar había toda una normativa por la cual las cosas se renovaban en profundidad. Y a eso es a lo que nos invita la Iglesia hoy. El Papa ha tomado el lema ‘Peregrinos de la esperanza’ por esa idea, en un mundo que vemos que vive situaciones muy contrastadas, en el que hay mucha tensión, mucha polarización a nivel mundial, y a nivel cercano a nosotros. En fin, vemos que el mundo está muy alborotado. Entonces, el deseo es que este sea un año de esperanza. De esperanza porque volvemos nuestra atención a Jesucristo. Es la esperanza de cada día, es la esperanza a medio plazo y es la esperanza de la vida eterna. Todo va en línea.

- Parece que hay cierto interés en esa crispación, en la polarización que señala. Hemos acabado un año, el 2024, en el que se produjo un acto blasfemo en la ceremonia de inauguración de las Olimpiadas de París y se ha acabado también con otro gesto blasfemo en una televisión pública. Si no la crispación, parece que se busca el escándalo y herir los sentimientos de muchas personas.

- Sí, eso es muy mediático, y por tanto no le quito importancia. Yo le he dedicado también una carta a ese asunto. Pero veo más honda esa crispación, porque lo otro no deja de ser una anécdota. Mala, pero es una anécdota. Preocupa más el statu quo, la situación actual que hay, el enfrentamiento. Aquí no sabemos hablar unos con otros, si no es echándonos los trastos a la cabeza. Y no me refiero solo a España, sino a Europa, ocurre en el mundo entero. Yo no he visto en toda mi vida, y voy a cumplir 75 años, tanta crispación acumulada como estamos viviendo en este momento. Será como consecuencia de nuestro pecado, es claro, de nuestro egoísmo y de nuestra falta de solidaridad. Por eso creo que un año jubilar en estas circunstancias viene a motivar las razones para la esperanza. Es decir, el mundo no se acaba ni se agota en la relación cotidiana, sino que tiene una perspectiva de construirse de un modo nuevo, con una perspectiva de eternidad. Creo que en gran parte es el objetivo del Año Santo.

- Va camino de los 75 y ha cumplido 50 años de sacerdocio.¿Cómo vivió esa jornada de celebración y a quién echó más de menos?

- Fue muy bonita porque se volcó toda la diócesis. Vino un buen número de sacerdotes, y de obispos, algo que es muy de agradecer pues no solemos ir así a cualquier evento porque tenemos mil cosas que hacer. Pero me sentí muy arropado, muy querido, y le doy gracias a Dios y a todos los que han participado,también, por parte de la diócesis: instituciones, cofradías, comunidades, movimientos apostólicos.También mi familia, la que me queda. Según va transcurriendo el tiempo, la familia va pasando a su sitio, que es el cielo. Lógicamente eché de menos a mis padres y a mi hermana, que ha estado conmigo toda la vida. Es un reclamo que me dice, «Mira, te estamos esperando aquí», para cuando Dios quiera que vayamos. Yo vivo con esa perspectiva y esa esperanza, que no se rompe ni con la muerte, porque la muerte justo es la que te abre de par en par esa puerta.

- Hablando de ir al cielo, hay que recordar que usted sigue siendo miembro del Dicasterio para la Causa de los Santos ¿Sigue habiendo santos hoy?

- Sí, muchísimos. La Iglesia lo trata muy conscientemente. Los santos y sus virtudes, los martirios, que los sigue habiendo. La Iglesia tiene mártires a diario, y también milagros. La mentalidad moderna piensa que eso de los milagros es cosa de la Edad Media, y no es así. Yo asisto todos los meses al estudio de algún milagro, y realmente existen los milagros hoy. Lógicamente aplicándoles todo el aparato crítico de la ciencia, y los médicos son muy rigurosos, pero sí, estoy en esa tarea y me gusta, porque algo se me va pegando.

- De hecho los cristianos están llamados siempre a la santidad.

- Claro. Y esa es nuestra meta. Cuando nos apartamos de esa meta, andamos como zombis, unos para acá y otros para allá, sin saber por dónde vamos. Pero cuando uno encaja la meta de hacia dónde va, pues entonces vive con paz, con esperanza. Es capaz de ayudar a los demás, en fin, se pone en órbita. Pero muchas veces nos despistamos.

Demetrio Fernández, obispo de Córdoba

Demetrio Fernández, obispo de CórdobaSamira Ouf

- Esta es una diócesis que parece caminar bien sobre todo por el número de vocaciones, no solo masculinas, sino también femeninas, de las cuales ha habido un resurgir, ¿no es así?

- Sí,totalmente. Solo este año, cinco jóvenes, chicas, universitarias, se han ido al convento, a hacer el bien a los demás y entregar su vida entera. Y hay sacerdotes. Este año han ingresado doce jóvenes, con sus carreras muchos de ellos Y otros empezándolas. Pero también hay muchos laicos, que es una vocación importante en la Iglesia, y la diócesis de Córdoba tiene abundantísimos laicos en todos los campos. Por ejemplo, todo el mundo cofrade, que son cientos de miles, los inscritos y los cofrades de cuota. Pero luego también está el Movimiento de Cursillos de Cristiandad, que en Córdoba tiene especial arraigo, las comunidades neocatecomunales, Emaús y Effetá . Y las parroquias, que yo las he visitado todas, una por una, y dos veces, aparte de otras visitas que no ha sido visita pastoral como tal. Miles y miles de laicos que están haciendo su tarea, aportando como voluntariado su trabajo y su dedicación a las parroquias.

- Y ahí el pastor ve cómo son los frutos de su trabajo.

- Bueno, eso es obra de la acción de Dios. Yo soy administrador, un impulsor. El pastor, en un rebaño, es el que dirige a las ovejas por aquí y por allí, y si no echa a los perros, las ovejas engordan por sí mismas.

- Un pastor que encara su próximo 75 cumpleaños, que por otra parte implica, por edad canónica, presentar la renuncia ante Su Santidad el Papa.

- Así es. Lo haré. Y lo haré público también, y solemne, para que todo el mundo sepa que he cumplido 75 años y le presento mi renuncia al Papa. Yo ya lo he hablado antes con el Santo Padre, porque sé que voy a cumplir 75 años desde hace 75 años, o sea que no es ninguna improvisación. Y bueno, pues estoy en ello.Hay que tomarlo con naturalidad, es decir, el que yo haya ejercido el ministerio como sacerdote 30 años y como obispo 20 años más, no significa que me vaya a retirar del todo. No tendré la responsabilidad última de regir y orientar la diócesis de Córdoba, y otro vendrá. Yo me pongo a sus órdenes para que me diga qué puedo hacer. Y luego tengo mis deseos de estar libre para hacer muchas cosas que me gustan, como por ejemplo ir a una parroquia a confesar y estarme toda la tarde. Ahora no lo puedo hacer, porque no tengo tiempo. Cuando esté jubilado ya te lo diré. Pues lo haré, si Dios quiere. Si no estoy turulato, claro, porque a estas edades te pueden dar un yuyu en cualquier momento.

- Si usted no hubiera sido cura, ¿ qué le hubiera gustado hacer?

- No lo sé, porque siempre he querido ser cura. Soy maestro, me gustaba el mundo del derecho también, de las letras.. No sé qué hubiera hecho. Pero vamos, soy cura y me alegro mucho de serlo.

- Hablábamos antes del escándalo, que usted ha calificado como anécdota, de lo ocurrido en la retransmisión de las campanadas, algo que por otra parte mereció una carta pastoral muy interesante. Pero sin embargo hay escándalos que parecen más silenciados como los más de 100.000 abortos practicados en 2023.

- Eso es mucho más grave que la anécdota del otro día, con la escasez, además que tenemos de nacimientos. Y todo por la libertad. Todos queremos ser libres, pero al niño que va a nacer no se le ha preguntado qué tal estás. Y la sociedad lo ha asimilado. Como puedes comprender, a mí eso me parece mucho más grave. O la situación que está introduciéndose con la eutanasia de suprimir al que estorba. Ahí estamos todos metidos. Porque a nosotros ya no nos abortan, pero que nos quiten de en medio porque estorbamos… ya verá por dónde vamos a ir. Y eso está cada vez más extendido. El día que una persona mayor ya estorba, o genera gastos mayores, pues fuera. Eso está introduciéndose. A vosotros que sois más jóvenes, ya veréis cómo os toca. Es la mentalidad de que aquí el que estorba se le echa fuera. Eso me parece de un egoísmo supino.

- ¿Pero por qué cree que la sociedad está normalizando ese tipo de prácticas? ¿A qué piensa que se debe?

- Pues al apartamiento de Dios. Cuando la persona se aparta de Dios, no tiene norte, no tiene norma. Él es la norma. Decía Henri de Lubac , que es uno de los grandes teólogos y de los grandes autores del siglo XX, que cuando el hombre intenta construir un mundo sin Dios, construye un mundo contra el hombre. Literalmente. Y es así. Cuando la persona tiene a Dios en su vida, eso primero le estimula a responder con fidelidad. Segundo, se hace humilde, porque se ve débil y pecador, y pide perdón. Tercero, se hace solidario, porque Jesucristo nos ha mandado amarnos los unos a los otros. Tú quitas eso de la vida del sujeto, ¿y qué hace el sujeto? Pues nos comemos unos a otros, literalmente. O sea que la razón de por qué esto sucede, es porque, como sociedad, hemos suprimido a Dios del horizonte. Y entonces, suprimido Dios, aquí el hombre se convierte en el lobo del hombre. Así es. Esto tiene arreglo si volvemos a poner a Dios o si nos encontramos con Jesucristo. Y le sucede a mucha gente. Yo me encuentro con mucha gente que ha experimentado un encuentro fuerte con Dios, con Jesucristo, en un retiro, en un cursillo, en un Emaús, en unos ejercicios, y le cambia la vida, claro. Pero es que le cambia la vida totalmente. Y además era buena persona, pero sin Dios. Sin Dios era buena persona hasta que deja de serlo. Pero si tienes a Dios, pues es que la vida entera se te recicla de otra manera. Entonces, la urgencia que tiene el mundo nuestro es tener a Dios, encontrarse con Jesucristo, que es el que ha venido y es el que te da la paz y el que te arregla la vida. ¡Yo lo veo tan claro!... Además he dedicado mi vida a eso, a anunciar eso, y lo he verificado. No solamente es una teoría que digo, no. He verificado que en la vida de un joven o de un adulto, o de un matrimonio, o de un anciano, entra Dios, entra Jesucristo, y viene una paz que sin Dios no la tendría.

Cuando la persona se aparta de Dios, no tiene norte, no tiene norma.

- Hemos hablado antes del buen dato que supone el número de vocaciones, pero también hay otra cosa que es muy cierta, que se puede palpar, y es la gente que se reencuentra con Jesús, precisamente después de haber estado un tiempo apartado. Personas de mediana edad.

- Sí. Gente de mediana edad, jóvenes, y ancianos, de todo. Te podría hablar de cientos y de miles de personas que he conocido en los cincuenta años que yo he vivido.

Demetrio Fernández, durante la entrevista

Demetrio Fernández, durante la entrevistaSamira Ouf

- ¿Por qué cree que alguien se aleja de la Iglesia en un momento de la vida para después volver?

- Yo creo que el que se aleja no es para volver, se aleja porque se aleja y porque quiere prescindir. El que se va lo hace porque no quiere volver, porque le parece que Dios es un estorbo, que Dios le va a quitar la libertad, que va a ser más feliz sin Dios. Todo eso lo pone Jesucristo en una parábola, la del hijo pródigo. El hijo se fue, ¿por qué? Pues porque le gustaba la marcha. Tenía dinero de su padre y se lo pasó bomba. Cuando ya le faltaron recursos, que puede ser no solo dinero, sino energía, regresa. Hay mucha gente que al volver, se dice «¡Pero qué tonto he sido!». Pues sí, claro. Si yo te digo que eres tonto, te voy a molestar. Pero el que tú reconozcas que has sido tonto o tonta, pues mira, es porque Dios te ha iluminado. Yo creo que ahí la acción principal corresponde a Dios, en el misterio de la relación que tenemos con Él. Dios entra en la vida de una persona y le hace caer en la cuenta de que por donde pretendía ir era un camino de ruina. Mientras que si él vive en la relación con Dios, pues puede disfrutar de las cosas que Dios ha puesto en este mundo, que son muchas y muy bonitas, y al fin y al cabo, vive en paz con los demás, se hace más solidario. Esto es así.

- El 2024 ha sido el año que ha certificado el peso mediático de nuestro obispo.

- ¿Ah, sí? No lo sabía yo eso. (Ríe) Pero es algo que se debe a los medios. Yo sigo predicando lo mismo. Tengo a la semana dos intervenciones, la homilía del domingo y la carta semanal. Yo esto lo venía haciendo toda mi vida, pero en los dos últimos años han empezado a ponerlo en TikTok…y soy famoso. Hasta el Papa me lo ha dicho. «Te sigo, enhorabuena». Sí, sí (ríe). El otro día unos cardenales de Roma me dicen, «Pues te seguimos». « Ah, pues que bien. Cuánto me alegro». Pero yo no he hecho más de lo que hacía antes. Eso es cuestión de los medios y todas estas redes sociales. Por eso es muy importante vuestro trabajo.

- ¿Y cuántos seguidores tiene en TikTok, por cierto?

- Yo qué sé. No lo cuento. Eso lo llevan desde medios. Yo no estoy al tanto. Pero ya he vivido varias anécdotas. El año pasado en la JMJ, estaba en Fátima y según salgo de rezarle a la Virgen un misterio del Rosario, veo a un par de chicos que le dice uno a otro... «¡Pero si es Don Demetrio!» (Ríe). Uno era del Perú y el otro de Bolivia. «¡Una foto para mandársela a mi madre!» me pidió uno de ellos. Porque él, su madre, su abuela, todo el mundo conocía a Don Demetrio. Y yo no conozco al chico ese de nada. Pero eso es continuo. Dónde voy «Ah, pero si es Don Demetrio. Una foto». Digo, sí, sí, todas las que queráis. Pero es por eso, porque te siguen por estos medios que yo no sigo (ríe). Estoy un poco ajeno.

- Pero sí es verdad que se destaca de usted una cosa que quizás han descubierto ahora a través de los medios o de las redes sociales. Por un lado, la frescura de su mensaje, de cómo usted dice las cosas, y sobre todo su sentido del humor. Lo digo porque no habrá otra cosa más importante para luchar contra la polarización que el buen humor.

- Totalmente. Hay que tomarse la vida con humor porque si no sería para tirarse por la ventana. (ríe) Así que mejor tomárselo con calma. Yo creo que también eso delata la necesidad que tiene el mundo actual de un mensaje de esperanza, de una verdad sólida, no líquida. Veo que la gente tiene mucha necesidad, sobre todo los jóvenes, y entonces buscan por aquí y por allá. Yo siempre he hablado en el mismo tono, en el mismo sentido, y enseguida eso ha tenido arraigo. Pero ya te digo que me han parado muchas veces jóvenes o cardenales en Roma. A mí me saludan y nos vemos porque somos compañeros, obispos. « Te sigo», y yo digo «Muchas gracias». Bien, creo que en el mundo en el que vivimos es necesario también una referencia. Si de algo hablo, todos los días, a todas horas, y por activo o por pasivo, es de Jesucristo. Eso está claro.

El obispo de Córdoba, durante la entrevista

El obispo de Córdoba, durante la entrevistaSamira Ouf

- ¿El Congreso ‘Luz de Nicea’ le pillará a usted jubilado?

- Pues no lo sé. Eso depende del Papa. Yo presento la renuncia el 15 de febrero. Y lo que va a pasar después pues no lo sé,. Yo lo que sí digo es que lo que haya que hacer, hagámoslo antes del 15 de febrero, porque a partir de esa fecha ya estoy pendiente de un hilo. El Congreso Luz de Nicea va a ser del 13 al 15 de junio, y he estado en todo el guiso y la cocina del Congreso. Pero vamos, espero participar, si Dios quiere y vivo, ¿no? ¿Seré obispo de Córdoba o seré obispo emérito de Córdoba? Pues ya lo veremos. En ese momento te lo diré.

- En cualquier caso, es un Congreso que supone una perfecta rúbrica para el obispo de Córdoba.

- Sí, y junto a eso, pues la expansión del culto a Osio en toda la Iglesia. Estamos esperando que el Papa Francisco firme esa ampliación. Yo creo que eso será un ‘puntazo’ gordo, porque en Córdoba es algo que se lleva pidiendo hace tiempo y parece que estamos a las puertas de que Osio sea reconocido como santo, San Osio de Córdoba. Así lo es en el Oriente. Aquí en el Occidente estamos esperando que eso se llegue a cumplir. Nicea es un punto de referencia muy importante, y resulta que ese concilio lo presidió el Obispo de Córdoba. Oye, eso es muy importante, porque el Concilio de Nicea es un hito importantísimo en la historia. En Córdoba no vamos a dejarlo pasar sin pena ni gloria. Llega el 1700 aniversario del Concilio de Nicea, y hay que decirles a los cordobeses, a los españoles y a todo el mundo, oiga, que aquí en Córdoba había un Obispo, Osio, que es el personaje más importante de la historia de Córdoba, y eso que hay muchos y muy buenos personajes. Cuando llegue ya te diré, si como emérito o no emérito.

Yo espero participar del Congreso y disfrutarlo, tal como lo hemos preparado. Va a quedar en la Catedral, en esa exposición, dos o tres piezas que son únicas. Por ejemplo, se va a hacer una reproducción en 3D del Sarcófago Dogmático, que se llama. Es decir, esculpido en piedra el credo de Nicea, que es el ‘credo largo’ que rezamos en la misa. Pues eso está esculpido en piedra, en escenas. Se llama el Sarcófago Dogmático, y lógicamente es una copia, porque el original está en uno de los museos vaticanos. Y hemos pedido una copia que quedará en la Catedral de Córdoba. Esa es una pieza importantísima y la una copia única del mundo estará en Córdoba.Precisamente por esta relación con Nicea nos la han concedido.

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