Rocío Martínez, psicóloga
«El mejor propósito para el año nuevo es aprender a frenar»
Los deseos de año nuevo se pueden conseguir si realmente se quiere cambiar, asumiendo lo que ello conlleva
Año nuevo, vida nueva. Eso dice el refrán y es lo que muchos tratan de conseguir con la llegada de enero, el mes para dejar de fumar, comenzar de una vez por todas una dieta o saludar más asiduamente al muchacho del mostrador del gimnasio que se paga desde hace meses pero al que no se acude.
Muchos de esos buenos propósitos se abandonan, según las estadísticas, antes del 19 de enero. Ni un mes de vida. ¿Falsas expectativas? ¿Falta de motivación? ¿La nicotina es insuperable?
Hoy hablamos con Rocío Martínez , psicóloga general sanitaria , que acepta el tema con un modesto «ese no es mi campo» que nos creemos a medias, porque ella misma confiesa que tiene «más kilómetros que Induráin, pero sin bicicleta, por motivos laborales y sus buenos propósitos». Licenciada en psicología por la Universidad de Jaén, experta en investigación en drogodependencias y adicciones por la Universidad de Sevilla, Máster en psicopatología y salud, Martínez inició su trayectoria laboral con el prácticum de la carrera en asociaciones relacionadas con las drogodependencias donde se quedó unos años trabajando mientras lo compaginaba con el área de investigación de la UCO. «Fui dando tumbos profesionales, aprendiendo mucho de todos sitios y tocando todas las áreas de mi profesión. Me considero afortunada y trabajadora, mucho».
Lleva más de 15 años en el mundo de la psicología sanitaria, colaborando con entidades y agentes sociales, y a día de hoy anda inmersa de lleno en el área de la intervención social. «He pasado por drogodependencias, discapacidad, migración, trata, violencia de género, inserción sociolaboral…,hasta llegar a la intervención con familias y menores que es lo que me ocupa mi tiempo a día de hoy y lo que me encanta».
Una trayectoria así no se consigue si no es manteniendo los buenos objetivos de manera disciplinada. Por eso la hemos invitado en este primero de año cargado de posibles versiones mejoradas de nosotros mismos.
-¿Se han cumplido los buenos propósitos de enero del año pasado o todavía los tenemos pendientes?
- Es una pregunta muy concreta para hablar de una generalidad. Cierto es que hay quienes sí consiguen sus objetivos aunque sea de carambola, pero más certero es todavía, que por lo general, nos quedamos a medio camino o los arrastramos de año en año. Comenzamos con buenas intenciones pero en ocasiones enfocamos mal, nos proponemos metas muy irreales, difíciles de conseguir o para las cuales no estamos realmente concienciados o la motivación para alcanzarlas no son internas sino externas, como quien se propone dejar de fumar que lo hace, bien porque se lo han reclamado desde su entorno, o bien porque ya no es de modernos el ser fumador. Ahora se pasan al vapeo, que no sé que es peor. Lo ideal es proponerse metas a largo plazo pero con actuaciones a corto plazo que sean reales y fáciles de conseguir. Posiblemente así nos motivemos a nosotros mismos a ir solventando peldaños hasta conseguir el «buen propósito».
- Si vemos durante el año que hay comportamientos o actitudes que no nos gustan de nosotros mismos ¿por qué el inicio de un nuevo año actúa como incentivador?.
- Porque entiendo que lo percibimos como un borrón y cuenta nueva. El contador a cero nuevamente, nueva oportunidad. Habrá quien lo perciba de esta forma. La realidad es que si hay comportamientos o actitudes que no nos gustan de nosotros mismos, da igual el mes en el que nos encontremos. Más vale empezar cuanto antes si de verdad se percibe la necesidad de cambio. Lo contrario sería arrastrar un malestar con uno mismo. Si lo posponen a 1 de enero, es porque esa necesidad no está realmente interiorizada.
- Pero al poco las tareas se desvanecen y volvemos a los viejos hábitos. O no se llegan a abandonar, en realidad.
- En cuanto a esta pregunta, me podría remitir a lo que te contesté anteriormente con respecto a si se han cumplido los buenos propósitos. También me parece necesario mencionar que somos animales de costumbres y es muy difícil modificar patrones o hábitos automatizados. Es más fácil aprender nuevos conceptos que modificar los ya adquiridos. Por lo tanto, requiere mayor esfuerzo y eso no gratifica tanto.
- Los expertos suelen aconsejarnos ponernos pocas tareas, si no, nos abrumamos y se abandona.
- Más que pocas tareas, para mi creo que es vital primero estar concienciado, saber que el cambio nos va a costar, tener presente que en cualquier momento podemos fallar en el proceso de consecución de ese buen propósito, pero que forma parte del camino. Y hay que hacer una buena planificación de actuaciones a corto plazo y en progresión de dificultad para su adquisición, de forma que «nos piquemos con nosotros mismos». Sin duda que durante todo este proceso vamos a estar en continua confrontación psicológica con nosotros mismos.
Por ponerte un ejemplo, sería como el que comienza a correr. El primer día sería absurdo correr 5 kilómetros, ni proponérselo, pero teniendo presente la condición física de cada uno, a un tiempo vista, sí puede conseguirlo. Primero igual comienza por andar más que correr (que ya sería más de lo que venía haciendo), quizás más tarde correrá más minutos que andar al ritmo que esté cómodo. Cuando llegue a este punto, igual ya se puede proponer ver cuánto tarda en correr 1 kilómetro sin parar y a ritmo que no se ahogue, hasta que pasado el tiempo consiga hacer los 5 kilómetros. En este punto, ya ha adquirido un nuevo hábito y se ha motivado en la realización de este deporte, de forma progresiva y entrando a competir, «picarse» con él mismo por ver en cuánto tiempo se hace los 5 kilómetros o seguir aumentando distancia.
- Frase o pensamiento habitual del uno de enero: «Ya no bebo más en mi vida» ¿Hay que preocuparse si aparece ese propósito o solo es algo circunstancial de las fiestas?
- Posiblemente sea circunstancial de las fiestas y los excesos. Igual ocurre tras las comilonas de Navidad con el tema de las dietas. Los que de verdad tienen una enfermedad de este tipo, lo dicen en enero, febrero, mayo, septiembre, y ante alguna problemática de su contexto, sin llegar a conseguir la abstinencia, en muchos de esos casos
- La pregunta del millón es ¿realmente se cambia o seguimos siendo una misma versión de nosotros mismos pero más envejecidos por el tiempo?.
- Aunque se produzca un cambio, somos siempre una nueva versión de nosotros. Si el cambio es para bien seremos versión mejorada. Evidentemente el tiempo ayuda a que nos demos cuenta que esos cambios son necesarios.
-¿ La próxima fecha para comenzar a estudiar inglés o dejar de fumar es en septiembre?.
- (Ríe) La verdad es que para mí y otras personas el año realmente empieza en septiembre. Será porque lo organizamos más en función de lo laboral. Respondiendo a esa pregunta y al hilo de los nuevos propósitos, te diría que sí, que en el ámbito formativo (inglés) y laboral será septiembre. Para dejar de fumar, es un propósito estándar, de «talla U», que sirve para los meses de enero, septiembre o el de «me apetece hacer algo diferente». Siempre viene bien ese.
- ¿Cuál es el mejor propósito que nos podemos poner de cara al año nuevo?
- Aprender a frenar. Vamos muy rápido, muy estresados y ese estrés se lo transmitimos a los niños. Ellos se fraguan a fuego lento, necesitan sus tiempos, su ritmo caribeño, por lo que recomiendo frenar. No necesitamos hacer tantas cosas y, si fuera necesario, prioricemos. La vida se nos va sin percibir. Cada vez lo veo más, se vive por inercia. Ser feliz al final es disfrutar de lo que uno ha conseguido en mayor o menor medida y disfrutarlo, por lo que aprendamos a disfrutar aunque sea de medio buen propósito, porque ya será más que lo que uno tenía cuando empezó. No es un todo o nada.