Madrid
La tragedia de la casa con más muertes violentas de Madrid
En la calle Antonio Grilo 3 de Madrid han ocurrido desde asesinatos sin resolver hasta parricidios, pasando por el 'crimen del sastre' que inspiró la película de terror Malasaña 32
Es un día lluvioso. Dos compañeros de El Debate nos acercamos –cámara en mano– hacia el bloque de pisos de Madrid con más asesinatos por metro cuadrado: 9 muertes violentas en 19 años, un récord que no presumen en la calle Antonio Grilo. Al llegar al lugar, en pleno barrio de Malasaña, nos paramos frente al número 3, un edificio antiguo con un gran portón de madera de aspecto algo siniestro. Llamamos al telefonillo del 3º D, el piso donde tuvo lugar ´el crimen del sastre´. Esperamos, pero no obtenemos respuesta. Decepcionados, decidimos llamar a otros telefonillos para indagar, pero no hace falta, porque en ese momento una vecina abre la puerta. Aprovechamos para entablar conversación con ella y preguntarle sobre la leyenda negra que envuelve el lugar, pero nos contesta algo esquiva y niega conocer al inquilino del 3ºD. A pesar de todo decidimos entrar y probar suerte. El bloque de pisos es uno de esos edificios estrechos, antiguos y algo destartalados. Subimos las escaleras, que están iluminadas por una luz mortecina. Una vez arriba nos detenemos ante la puerta de la casa y nos fijamos en algunos detalles que hacen el ambiente mucho más tétrico: no hay timbre, la mirilla está tapada con un trozo de madera y una imagen de Jesús nos mira desde la puerta como advirtiéndonos. Nos miramos. Ya estamos aquí. Vamos a ver qué sucede. Tocamos fuerte con los nudillos y esperamos. Nada. No nos damos por vencidos, y optamos por llamar a la casa de al lado para ver si pueden decirnos algo. Hemos oído gente dentro, así que estamos convencidos de que nos abrirán. Tocamos el timbre y esperamos. De nuevo nada. La puerta no se mueve y oímos como se hace un silencio religioso en el interior: no nos quieren abrir. Se nos acaba el tiempo y no hemos conseguido lo que queríamos, así que nos acercamos a la tienda de al lado y pedimos papel y boli para dejarle una nota al propietario del 3ºD. Vamos hasta su buzón – que, por cierto, es el único que está señalado de una manera diferente, con letras más grandes – y echamos la nota como quien echa al mar un mensaje en una botella, sin saber si llegará a ser leída.
En los siguientes días no volvemos a tener noticias. Ya empezamos a olvidar el tema cuando recibo un WhatsApp de Javier, el propietario de la casa, que no se encontraba allí cuando fuimos porque trabaja de noche, pero que dice que nos enseña la casa sin ningún problema. Cuadramos un día y una hora y allí nos plantamos para conocerlo todo sobre ´la casa de los horrores´. Nos recibe Javier, y nos invita a pasar a su domicilio, de aspecto algo lúgubre. La pared está desconchada por algunas partes y el papel está medio despegado. No ha sido reformada desde hace mucho tiempo. La disposición de la vivienda es la habitual de finales del siglo XIX: una casa con muchas habitaciones pequeñas, pensada para acoger a una familia generosa en hijos. Javier nos cuenta que, efectivamente, en esa casa ocurrió el suceso en el que se inspira la película Malasaña 32, «La he visto porque me gustan las películas de terror. Está grabada en un edificio cercano de la calle San Bernardino.» Sin embargo, no cree en lo paranormal y asegura que la historia real no tiene nada que ver. «Es verdad que la portada de Malasaña 32 se asemeja mucho a mi puerta. Se ve que tomaron algo de ahí, pero nada más.»
El crimen del sastre
La historia real del 3ºD tuvo lugar un fatídico 1 de mayo de 1962. Un hombre que llevaba una sastrería en la calle de la Luna 16, José María Ruiz Martínez, asesinó a sus cinco hijos (Juan Carlos, Adela, Susana, Dolores y José) y a su esposa, Dolores, supuestamente por no ver otra solución a los problemas económicos que atravesaba la familia. «Estaba mal de la cabeza» –nos aclara Javier– «mandó a la criada a comprar algo y mientras estaba fuera fue matando a todos». Pero lo más escabroso del caso es que terminó con cada uno de una forma diferente: para ello se sirvió de un martillo, un cuchillo, una barra de metal y una pistola. Primero mató a su mujer, que fue hallada muerta en el suelo en la misma habitación donde fue encontrada la menor de las hijas, de 2 años, degollada en el moisés situado a los pies de la cama de matrimonio. Tumbada en la cama de otra de las habitaciones, la niña de 12 años muerta. En la habitación contigua que compartían los dos hermanos varones, de 10 y 5 años, uno fue hallado degollado y el otro con señales de haber sido asesinado con un arma de fuego. La hermana mayor, de 14 años, corrió a refugiarse en el baño, pero el sastre consiguió forzar la puerta y le disparó en la garganta. Javier nos enseña la puerta original del baño que conserva intacta, a la que solo le falta el pasador que rompió el sastre para acabar con la vida de la pequeña.
Después de cometer los crímenes, el hombre llamó al 091 y confesó lo que acababa de hacer. El agente que recibió la llamada consiguió ganar algo de tiempo para investigar la ubicación y trasladarse allí de inmediato, aunque el sastre se negó a dejarles entrar en la vivienda porque su familia «se encontraba descansando». El hombre se encontraba muy alterado, y declaró a través de la puerta que solo hablaría con un padre Carmelita. La llamada telefónica entre el religioso y el sastre, sin embargo, no llegó a buen puerto, pues repentinamente el homicida dejó de contestar al otro lado de la línea y se empezaron a escuchar gritos: «Los he matado a todos!» «¡Los quería mucho!». Lo sucedido lo relató la crónica de ABC del día siguiente: «El perturbado había salido al balcón mostrando el cadáver horriblemente mutilado de uno de sus hijos. Luego repitió la misma escena con otro de sus hijos y después con un tercero». Y todo ello, a plena luz del día y ante la mirada alarmada de algunos viandantes. Finalmente, se escuchó un disparo y se hizo el silencio dentro de la vivienda. El sastre se había suicidado.
9 muertes violentas en 19 años
En el mismo bloque de pisos, el 8 de mayo de 1945, apenas 17 años antes del 'crimen del sastre', las paredes de la planta baja del edificio fueron las únicas testigos de un asesinato que nunca fue esclarecido. El camisero Felipe de la Braña Marcos, de 48 años, fue hallado muerto en su vivienda. A pesar de que el cadáver sostenía en su mano un mechón de pelo de su atacante, el caso nunca se llegó a resolver. Un piso más arriba, la leyenda negra del edificio prosigue, pues dos años más tarde del trágico suceso en la casa del sastre, en 1964, Pilar Agustín, una joven madre soltera, estranguló a su bebé recién nacido para evitar la deshonra.
Otros sucesos en la calle Antonio Grilo
La leyenda negra que envuelve la calle comienza en 1915, cuando se reportó la aparición de un hombre degollado justo frente al portal de la casa. Al poco tiempo, también se supo que en esa misma calle una mujer había sido asesinada a manos de un sicario contratado por su propio esposo. Todo ello resulta todavía más espeluznante si tenemos en cuenta la aparición de fetos enterrados en la bodega de un bar de la calle, que desató rumores de la existencia de una clínica de abortos clandestina de la época de la posguerra.
Atractivo para curiosos
Solo habían transcurrido 5 años desde la tragedia del ´crimen del sastre´ cuando los padres de Javier se casaron, se fueron a vivir de alquiler al 3ºD, y posteriormente compraron la vivienda. Un año más tarde, en 1968, nacía el hoy propietario, que asegura que no le da miedo vivir allí porque además ya ha pasado mucho tiempo: «Hace 30 años todo el mundo se acordaba porque lo habían vivido y los vecinos me contaban historias cuando era crío. Pero ahora ya han fallecido.» Aunque sí admite que alguna vez ha sentido algún escalofrío: «Yo llevo aquí desde que nací, entonces estoy acostumbrado a oírlo. Pero sí que es verdad que, en la época de la adolescencia, a veces oyes ruidos y te asustas. A esa edad eres más impresionable.» Además, nos cuenta que hay muchos curiosos que se acercan a merodear por la zona y le piden echar una ojeada a la casa: «Han venido de varios medios y también muchos youtubers. Y hasta de una universidad vinieron una vez.» Ante la pregunta de si venderá la casa en un futuro, Javier responde afirmativamente: «Para vender todavía queda. A lo mejor hay gente susceptible ante la historia, pero a lo mejor es un atractivo turístico puesto que en la zona todo se está dedicando al turismo.»