La Posada del Peine en Madrid, el hotel más antiguo de España donde se fusionan tradición y modernidad

En 1610 abría sus puertas La Posada del Peine, un hostal que se emplazó en la calle Postas 17. Es considerado el hotel más antiguo, no solo de la capital, sino de España, ya que lleva abierto 413 años. Eso sí, no ininterrumpidamente, ya que estuvo cerrado por más de 30 años en los que se aprovechó para hacer todo tipo de remodelaciones.

Historia de un hotel

Como la famosa escalera de Buero Vallejo, las paredes de este hotel han sido testigos del pasar de las generaciones. Algunos de sus más célebres huéspedes han sido la viuda de Gustavo Adolfo Bécquer, Casta Esteban, o el pintor José Gutiérrez Solana. En origen, el dueño fue Juan Posada, que mantuvo abierta la casa de huéspedes hasta 1796. La localización del mismo respondía a que el lugar era por aquel entonces un punto de tránsito constante que recibía todos los días carruajes que paraban a repostar y viajeros que llegaban a la villa para comerciar en la Plaza Mayor. Además, debido al crecimiento poblacional de Madrid durante aquellos años, muchos ciudadanos terminaban viviendo en posadas durante largas temporadas al no encontrar una vivienda disponible, lo que consolidó el negocio de Juan Posada.

A su éxito también contribuyó el toque personal por el que se distinguía el hostal, que no era otro que el de dejar un peine disponible para cada huésped en las habitaciones con la intención de diferenciarse de la competencia. De ahí surgió el nombre, pero eso sí, el utensilio estaba bien atado al lavabo para que ningún visitante cayera en la tentación de llevárselo.

A finales del siglo XVIII el negocio pasó a manos de los hermanos Espino, que decidieron ampliar la posada. Se construyó una nueva planta y también compraron una de las casas contiguas –que había sido obra del célebre arquitecto Juan de Villanueva– para unir los dos espacios. Con el fin de hacer más atractivo el lugar, también se adorno el exterior con alegorías del dios Hermes, divinidad protectora de los viajeros, y se mandaron realizar los balcones que a día de hoy siguen.

Hacia finales del siglo XIX, se reconvirtió de nuevo el lugar. Esta vez se construyó un nuevo edificio que se anexionó a la posada. De esta forma, el conjunto resultante era la fusión de tres edificios de estilos distintos que dotaban de un aire singular al conjunto. En 1892, con motivo del 400 centenario del descubrimiento de América, se le añadió como coronamiento un templete de metal y ladrillo que alberga un reloj.

Por último, la posada fue comprada por la cadena hotelera Petit Palace y estuvo cerrada por tres décadas años, entre 1960 y 2006. Durante este tiempo, el interior sufrió una nueva transformación con el fin de dar a sus huéspedes un mejor servicio, aunque el exterior sigue siendo una fiel muestra de la arquitectura de antaño. De hecho, en su fachada podemos encontrar un ejemplo de azulejería urbana de Madrid.

Fusión de tradición y modernidad

Los humildes orígenes de la posada unidos a las comodidades de hoy, hacen de este espacio todo un singular alegato a favor de la integración de la tradición y la modernidad. La remodelación más reciente se llevó a cabo en 2015. Lo que se conserva de épocas pasadas, además de la fachada, son las vigas de madera vistas y la imponente escalera de madera que saluda al visitante al acceder al interior del hotel.

Actualmente el hotel es de cuatro estrellas y ofrece 67 habitaciones repartidas entre sus cinco plantas, pudiendo elegir entre dobles, triples, cuádruples, quíntuples y séxtuples.

Una ubicación envidiable

En pleno corazón de Madrid, este hotel cuenta con la gran ventaja de estar a un paso de todos los lugares imprescindibles del casco histórico de la ciudad. Está junto a la Plaza Mayor y a escasos metros del Palacio Real, de la Puerta del Sol o de la zona comercial de la Gran Vía.