
Presa de El Atazar en Madrid
La presa más grande de Madrid que Franco mandó construir y que equivale a 11 Bernabéus
En la actualidad, además de su papel en el abastecimiento de agua y la producción de energía hidroeléctrica, es un destino popular para la práctica de deportes acuáticos
Madrid está rodeada por una decena de presas. La más significativa es la de El Atazar, cuya construcción responde al intento de satisfacer las necesidades de abastecimiento de agua de la población madrileña cuando a finales de los años 50 del pasado siglo se sufre un importante período de sequía que hace temer el agotamiento de las reservas. Esta obra de ingeniería fue una orden de Francisco Franco y está considerada una de las más importantes de su mandato.
La construcción de la presa de El Atazar comenzó en 1965, siendo ministro de Obras Públicas, Federico Silva Muñoz. Las obras se prolongaron hasta 1972 debido a los problemas geotécnicos ocasionados por la litología de la zona. Este embalse fue el último que inauguró Franco.
El diseño de la presa supuso todo un desafío técnico para la época debido a que fue de las primeras presas de España que tuvieron una bóveda de doble curvatura. Este diseño tiene la particularidad de enviar las cargas, al igual que una bóveda arquitectónica, hacia sus extremos o estribos, que apoyan sobre la roca de sustrato.
Este sistema permite construir una cantidad sensiblemente inferior de hormigón respecto a las de gravedad, cuya masa ha de soportar la presión del agua. La litología de estos terrenos, compuestos por pizarras muy fisuradas, hacía que la presión del agua y su infiltración ocasionaran el derrumbe de las vertientes.Esto provocó que se estabilizase el terreno mediante la inyección de hormigón y construcción de una serie de vigas verticales y horizontales ancladas por bulones –tornillos gigantes– para consolidar la zona.

Presa de El Atazar
Además, posee un sistema de auscultación de los más complejos existentes en las presas españolas, constituido por una sofisticada red de vigilancia mediante sensores, capaz de abrir automáticamente los desagües en caso de sobrecarga.
También cuenta con sensores láser situados en las galerías interiores que miden la flexión de la bóveda, la cual decrece al llenarse por efecto de la presión del agua.
En el extremo sur de la presa de El Atazar se sitúa la torre de toma, que capta el agua del embalse a distinto nivel. La presa posee más de ocho kilómetros de galerías de inspección en su interior y en los cimientos y no fue hasta principios de la década de 1990 cuando se consiguió estabilizarla lo suficiente como para llegar a su llenado total.

Francisco Franco, en la presa de El Atazar
La presa de El Atazar tiene una altura sobre cimientos de 134 metros y una longitud de coronación de 484 m. Para llegar a esta dimensión se empleó 1.100.000 m³ de hormigón. Si se compara la segunda de las características con el Santiago Bernabéu, su altura equivale a la de 11 estadios, uno encima de otro.
En 1972, con la subida del nivel del embalse, se detectó una fisura en la presa a la altura de la cota 770 metros. Se llevaron a cabo trabajos para sellarla desde una galería situada en esa misma cota, logrando una aparente normalización de la situación.
Sin embargo, en 1977 volvieron a aparecer filtraciones en los drenes pasantes habilitados en la estructura. En febrero de 1978, unas intensas lluvias provocaron un aumento del nivel del embalse hasta quedar a poco más de un metro del rebosadero.

Presa de El Atazar
Reparación de una grieta
El 18 de febrero, el caudal de agua filtrada alcanzó los 150 litros por segundo, al tiempo que se observaba la expansión de la fisura. Para contener el problema, se decidió reducir el nivel del embalse mediante vertidos, hasta lograr la estabilización de la grieta. Aunque los sistemas de control de la presa no indicaban riesgos adicionales, se mantuvo el nivel en 864 metros, con una capacidad de 364 hectómetros cúbicos.
Si se hubiera optado por vaciar completamente el embalse, las reservas posteriores no habrían sido suficientes y Madrid habría sufrido restricciones en el suministro de agua en 1981. Finalmente, la fisura fue reparada mediante un proceso complejo que requirió la intervención de buceadores a casi 100 metros de profundidad y la inyección de más de 88 000 kilos de resinas.

Presa de El Atazar
Los estudios realizados tras la reparación concluyeron que la estabilidad de la presa no se había visto comprometida. Sin embargo, en los años posteriores se aplicaron restricciones al llenado, especialmente en los meses de temperaturas más frías.
Para evaluar la situación, se contrató al prestigioso ingeniero, Giovanni Lombardi, quien en 1988 determinó que el embalse podía utilizarse sin limitaciones. A pesar de ello, las restricciones invernales se han mantenido hasta la actualidad.
En 1997, la Comisión de Desembalse de la Confederación Hidrográfica del Tajo estableció un límite de llenado en invierno de 860 metros sobre el nivel del mar, permitiendo que se alcanzaran los 862 metros de manera puntual en casos de crecida. Desde entonces, han surgido propuestas para aumentar este umbral, aunque hasta la fecha no han sido aprobadas.

Presa de El Atazar
Central eléctrica
En 1992, dentro del «Plan Integral de Aprovechamiento del Recurso Hidroeléctrico» del Canal de Isabel II, se instaló una minicentral eléctrica en la salida del embalse, en las proximidades del sifón de Valdentales, perteneciente al Canal del Jarama.
Esta infraestructura, conectada al Canal del Jarama, permite aprovechar la energía del agua trasvasada al Canal de El Atazar. La minicentral entró en funcionamiento en 1994.
En la actualidad, además de su papel en el abastecimiento de agua y la producción de energía hidroeléctrica, el embalse de El Atazar es un destino popular para la práctica de deportes acuáticos, ya que permite la navegación de embarcaciones sin motor. También es una zona muy apreciada por los aficionados al senderismo, gracias a la gran cantidad de rutas disponibles en su entorno natural.