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Detalle de la Fragata Navarra, en la Base Naval de Rota, en Cádiz

Gastronomía

Comer en una fragata de la Armada española: este es el presupuesto por persona y día

Debe haber pan y bollería, verduras y hortalizas, condimentos, carne y pescado, huevos, agua y refrescos, café, aceite… En fin, haga la lista y comprobará las dificultades

He tenido la fortuna de ser recibida en varios buques de la Armada española. Algunos, como en el caso de la Blas de Lezo, considerados uno de los buques polivalentes, multipropósito, con una sobresaliente capacidad antiaérea gracias al sistema de radar AEGIS, más capaces y avanzadas del mundo. En todos los casos con dotaciones que se vuelcan con los visitantes, mostrándoles todo el universo que resulta ser el interior de la nave. Un microcosmos en el que todo tiene un sentido, un orden, una disposición; donde cada pequeña cuestión encaja como en un engranaje y hace que todo funcione. Y que el resultado final maniobre magníficamente.

Claro que el Hespérides y el Buque Escuela Juan Sebastián de Elcano, son cuestiones singulares. La de mayor tamaño de la Armada, el buque Juan Carlos I, es una nave anfibia portaeronaves, e impresiona por sus 231 metros de eslora. El Hespérides es un buque de investigación oceanográfica que está diseñado para la investigación científica marítima, y desarrolla planes de I+D+I dirigidas por el Ministerio de Investigación, Ciencia y Universidades. Este último tiene sus propias peculiaridades, al incorporar científicos civiles en las campañas y pasar una gran parte de su tiempo en lugares muy fríos (campañas árticas y antárticas).

Mi última visita, con mis alumnos de Ciencia y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Córdoba, ha sido a la Fragata Navarra, en la Base Naval de Rota, en Cádiz. Observar de nuevo cómo cada buque es autónomo en la vida cotidiana, conocer a fondo los recursos de trabajo, de la organización y a la vez improvisación, que son necesarios para solventar las circunstancias complejas de la vida en la mar, ha resultado de nuevo una lección impagable. Una lección de vida, y de cómo un marino de guerra se adapta, reaprende, y es capaz en circunstancias a veces inimaginables, de realizar su trabajo con una eficacia admirable.

Sin embargo, no es solamente la Fragata Navarra, cualquier nave de la Armada española replica una forma de trabajo en muchos aspectos y bajo sistemas idénticos. Como sucede con respecto a la organización de alimentos y cocinas y en el desarrollo de menús, encajado todo con una enorme eficiencia.

Con un presupuesto del Ministerio de Defensa (datos de 2023) de base para la alimentación del personal militar de 7,89 € por persona y día, es evidente que el esfuerzo que se realiza es monumental. Porque la vida en un buque presenta muchas dificultades: guardias, horarios, interminables horas de trabajo, y la mar, de nuevo, siempre haciendo que la cocina a veces se transforme en un auténtico campo minado ¿Imaginan, por ejemplo, lo que significa cocinar con la mar revuelta, y cómo se comportan las ollas, las freidoras y sus respectivos contenidos? Durante esas horas la planificación tiene que modificarse para hacer posible que la tripulación pueda tomar un bocado en medio de todos estos aprietos.

Ese es justamente el momento de la improvisación, porque el mar no siempre alerta; también las circunstancias de la propia misión pueden provocar una mayor complejidad en el desarrollo de las labores de cocina. Las misiones largas necesitan aprovisionamiento de productos frescos en diferentes puertos, y siempre tratan de respetar y cuidar un tipo de dieta de corte mediterráneo, de cocina española, saludable y familiar para la dotación. Hay que conjugar con mucha finura factores que no siempre son fáciles.

Además, están las comidas oficiales, auténticas misiones diplomáticas, cuando se produce el encuentro entre varias Armadas, o con autoridades en los distintos puertos. La gastronomía española es siempre muy apreciada y se valora un buen pincho en cubierta, que representa momentos de encuentro y conexión entre naciones participantes en misiones conjuntas, por ejemplo. Comer, y comer bien es una de las mejores acciones de diplomacia que existen.

Las distintas comidas a lo largo del día (desayuno, almuerzo y cena), los cafés que mantienen despierto las largas noches de vela, el bocadillo que repone entre una comida y otra o después de una maniobra complicada, o en cualquier circunstancia en una misión, tienen que encajar en este presupuesto. Siete euros y ochenta y nueve céntimos por persona y día. Ahí deben caber pan y bollería, verduras y hortalizas, condimentos, carne y pescado, huevos, agua y refrescos, café, aceite, … en fin, haga la lista y comprobará las dificultades.

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Estudiantes de Ciencia y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Córdoba

El Cuerpo de Intendencia de la Armada, que planea, gestiona y asesora los recursos económicos debe combinar sus esfuerzos con el personal de cocina para conseguir que prospere una alimentación que no sólo debe ser suficiente. También amable, porque comer en una misión puede ser el momento más agradable del día. No sólo de calorías se vive, también de ricos sabores, de recuerdos de platos con historia, de aromas que pueden llegar a ser suculentos. Me consta que lo consiguen.

La alimentación a bordo de una fragata, con todas sus dificultades, sin embargo, está avalada por la experiencia de una Armada que cuenta con más de quinientos años, y que heredó la experiencia de las marinas de Castilla y Aragón al unirse. Y por algo más, por ese factor humano que siempre he percibido en una nave de la Armada española, y que es sutil que apenas se tiene en cuenta, pero a la vez es tan real como esas mismas dotaciones que entregan lo mejor de sí mismos. Conózcanlos: son personas.

Entre tantos rumbos complicados, entre tanta travesía difícil, además de su experiencia, llevan una ayuda especial. Como decía fray Luis de León, los marinos tienen a la Virgen del Carmen que protege e ilumina aún en las peores circunstancias: lucero amado, en mar tempestuoso claro guía.

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