Gastronomía
Magia, venenos y gastronomía: las especies perdidas
Son plantas históricas, porque sabemos que existieron, pero no es posible localizarlas con exactitud en la actualidad
La historia está llena de casos interesantes ¡de botánica! que podrían dar lugar a una búsqueda épica a través de los lugares donde se encontraron por última vez algunas plantas perdidas. Que se usaron en la cocina, pero también en farmacología e, incluso, como parte de hechizos y rituales de magia y amorosos.
Son plantas históricas, porque sabemos que existieron, pero no es posible localizarlas con exactitud en la actualidad. Y para hacerlo más difícil, no siempre están bien identificadas, lo que supone un auténtico enigma en el que están implicadas muchas ciencias: la arqueología, la historia y la botánica. Veamos algunas de ellas:
Moly era una planta mitológica que forma parte de la saga griega, y la menciona Homero en la Odisea, S. VIII a. C. Descrita como de raíz negra, color blanco lechoso y similar al ajo, cumple un papel muy interesante en la historia: aparece en la Odisea, en la escena en la que los compañeros de Odiseo sufrieron el encantamiento de Circe, cuando la hechicera los transformó en cerdos.
El héroe fue auxiliado por Hermes le dio la planta, moly, para evitar la transformación al consumirla. Es posible que moly fuera la Galanthus nivalis, pero… ¿quién sabe? En cualquier caso, se relacionaba con la magia, con el poder de cambiar y, por supuesto, con el mundo mediterráneo. Por cierto, la Galanthus contiene galantamina que se usa para combatir un tipo de envenenamiento por un anticolergénico. Y de fondo, Circe envenenando a los griegos y Hermes salvándoles la vida... datos míticos que componen una intrigante historia.
Psalakantha es una planta mitológica, e igualmente de origen griego. Lleva el nombre de una ninfa de la isla de Icaria, en el luminoso y culto Egeo. El mito narra que la ninfa Psalakantha había sido solicitada por Dioniso para que le ayudara en sus amores con Ariadna. Pero ella se había enamorado del dios y no le facilitó ayuda alguna, así que Dioniso, para castigarla la convirtió en una planta. Planta que se utilizaba para tejer las guirnaldas con las que la gente se adornaba durante los festivales dionisíacos.
La literatura antigua nos dice que era similar al ajenjo y al trébol dulce. Por su parte, el ajenjo (Artemisia absinthium) es tónico y aromático. Se usa para hacer la famosa absenta e interviene en la receta del vermú, y sabemos que tiene la capacidad de abrir el apetito. En cuanto al trébol (Melilotus officinalis) se usa para evitar la retención de líquidos y como anticoagulante, también como planta forrajera. Pero desconocemos si psalakantha fue alguna de ellas o una tercera especie.
El silfium es la mejor descrita y de la que conocemos más usos. En especial, se usaba en la cocina romana como un delicado y aromático condimento muy apreciado en todo el Imperio. De la familia de las Ferula (perejil, apio, hinojo, comino, angélica…), multitud de escritores antiguos hablaron del silfium y de su importancia en la cocina romana.
Sabemos cómo era por que disponemos de imágenes de la época y de descripciones muy exactas. Desgraciadamente, no se pudo cultivar, y su extracción fue tan exhaustiva que se terminó agotando en su lugar de origen, el entorno de Cirene, la actual costa libia. Hasta tal punto se apreció que se buscó un sustituto, el laserpicium, que según sus contemporáneos se parecía bastante, aunque no alcanzaba la finura ni el aroma del original. Se usaba en ensaladas, formando parte de salsas, mezclada con miel y vinagre e, incluso, en perfumería. Toda una joya de la cocina. Perdida para siempre por su sobreexplotación ¿quién sabe si todavía habrá alguna planta de silfium perdida en algún recóndito lugar del Mediterráneo oriental?
Fascinantes misterios de la botánica, a caballo entre el mito y la realidad, entre las cocinas y las pócimas, son algunas de las plantas extintas, legendarias o soñadas que nos cuentan qué les importaba a las personas de hace, al menos dos milenios.