Vete de mi parte
Cepa 21, fiesta gastronómica castellana
Una visita a las increíbles instalaciones impolutas de una bodega ejemplar
Haca algún tiempo, viajamos a Peñafiel seducidos por el encanto de sus vinos y la calidad de su gastronomía castellana de pura cepa. Viajar a Peñafiel es encontrarse, de pronto, con la inmensa atalaya de su castillo, que domina un territorio interminable de viñedos, en los que duermen el sueño del invierno las uvas del futuro, que se convertirán en vino de una denominación de origen, Ribera del Duero, que ostenta en este momento el primer puesto de los vinos preferidos por los españoles.
Llegamos a Peñafiel con prisas de cata y de bodega, invitados por un anfitrión excelente, José Moro, dispuestos a conocer los secretos de su bodega y de sus grandes realidades vinícolas, Cepa 21 y Malabrigo. Nos alojamos en un hotel con encanto, yo diría que con mucho encanto, el hotel Convento Las Claras, uno de los mejores hoteles que hemos conocido en nuestros últimos viajes por España. Fue un hermoso comienzo.
A lo lejos, el imponente castillo, que se ve desde cualquier ubicación de Peñafiel, donde se ha instalado el Museo Provincial del Vino, porque el vino es el alfa y el omega de esta gran ciudad castellana. Y desde la belleza y el gran estilo del hotel nos fuimos hasta la bodega de José Moro, con ganas de vivir intensamente los secretos del éxito de una familia, la familia Moro, que desde 2017 tiene en Peñafiel un sancta sanctorum de categoría especial. La originalidad de su construcción, la amabilidad de su gente y las hermosas vistas que se divisan desde allí fueron los mejores alicientes de un viaje que empezaba a tener el sabor de los grandes viajes.
José Moro nos recibió con esa sonrisa que tienen las buenas personas cuando reciben a la gente. Una visita a las increíbles instalaciones impolutas de una bodega ejemplar. Nos explicaron el largo proceso del vino desde que es uva en el viñedo hasta que se convierte en algo grande. Luego, tras una cata en la que acrecentamos nuestra admiración por los buenos vinos, nos sentamos a la mesa. No lo hicimos en el restaurante habitual de Cepa 21, que, con la dirección del chef Alberto Soto, se ha convertido en uno de los grandes atractivos de la bodega por su excelencia culinaria.
Nos llevó a su reducto particular, a donde lleva habitualmente a sus amigos, y allí empezó una fiesta gastronómica castellana que comenzó con un jamón de esos que, cuando lo sirven y lo pruebas, siempre te parece poco y siempre quieres más. Más tarde llegaron unos riquísimos espárragos y un guiso de carne con patatas que estaba de lujo. Y todo culminó con unas chuletitas de cordero, asadas como tienen que asarse, con sarmiento, para que conserven todo el sabor y la fuerza de un bocado excepcional.
Fue una comida sencilla, pero de hondo sabor a cosa rica. Luego, José Moro sacó la guitarra y comenzamos a cantar esas canciones que se cantan cuando el cuerpo está contento y el alma está tranquila y feliz. Fue el final de una tarde inolvidable en una bodega única, que tuvo su desenlace por la noche en El lagar de San Vicente con una cena de las que uno siempre quiere acordarse. Cuando vayan a la bodega Cepa 21 de José Moro en Castrillo del Duero, a la vera de Peñafiel, quédense una noche a dormir en el hotel Convento Santa Clara y brinden con Cepa 21 y Malabrigo, los dos grandes vinos de esta hermosa bodega, por la amistad y el buen vivir. Y si van de mi parte, mejor que mejor.
Cepa 21
47318 – Castrillo de Duero ( Valladolid)
Tfno. 983 48 40 83