Natalidad
España, a la cola en tasa de natalidad en toda la Unión Europea
En nuestro país, las mujeres tienen 1,2 hijos cuando la media para asegurar el relevo generacional se encuentra en 2,1
Los parques de España están vacíos. Pero no porque los niños no puedan salir a jugar, si no porque no los hay. Esta pesadilla podría convertirse en realidad si la proyección demográfica estimada para la natalidad en nuestro país se cumple. Sobre este hipotético futuro, Joaquín Leguina, político, economista, demógrafo y director del Observatorio Demográfico de la Universidad CEU San Pablo, afirma que «puede ocurrir o no, porque parte de suposiciones sobre lo que pueda pasar a partir de lo datos que tenemos ahora».
En 2020 se alcanzaron mínimos históricos de nacimientos. Ese año fueron alumbrados 341.315 bebés para una población total de 47,35 millones de personas; para ver estos datos con perspectiva, en el año 1858 –primer año en el que hay estadísticas modernas de nacimientos en España– se estima que nacieron aproximadamente unos 546.000 niños para un total poblacional de 15,5 millones de habitantes.
Los que entran por los que salen
Que no nazcan niños no es únicamente un problema para las empresas de potitos o pañales, que ven disminuidos sus ingresos, sino que a largo plazo perjudica a toda la sociedad. «En el mercado laboral, cada vez hay menos jóvenes, porque cada vez hay menos nacimientos y la base piramidal de la población es cada vez más pequeña», explica Rafael Puyol, demógrafo y presidente de la Universidad en Internet de la Rioja (UNIR).
Los que entran por los que salen está dejando de ser lo habitual y el relevo generacional ya no se da por hecho. Cada mujer en España tiene una media de 1,2 hijos, si bien a las familias españolas les gustaría tener más descendencia de la que luego engendra. El mínimo para garantizar que las generaciones futuras puedan soportar el peso de las que presentes, no solo en materia de pensiones, se encuentra en 2,1 hijos por mujer.
Estos datos revelan que nuestro país tiene una de las tasas de fecundidad más bajas de toda la Unión Europea. Ambos demógrafos coinciden en que que esto sea así es fruto de unas circunstancias concretas como que las mujeres no tienen todos los hijos que querrían, que el número de mujeres en edad de procrear es bajo como consecuencia de bajas natalidades anteriores y que cada vez las parejas se deciden a formar familias a edades más tardías.
Retraso de la maternidad
«Cuando tienes tu primer hijo a una edad tan retrasada –como es la media española de más de 30 años–, acabas teniendo menos hijos y el tamaño familiar medio disminuye», explica Puyol. Los jóvenes españoles retrasan cada vez más el momento de generar descendencia, entre otros factores, por la inestabilidad del mercado laboral o las dificultades para poder adquirir una vivienda.
Entre los años 1998 y 2008, época que los demógrafos denominan la década prodigiosa, la recuperación económica provocó que aumentase la natalidad. Se ha comprobado que los periodos de crisis afectan directamente al número de nacimientos. Ocurrió durante la crisis inmobiliaria y desde entonces las cifras no se han vuelto a recuperar. Si bien en esos años aumentó el índice de población que venía de fuera de las fronteras españoles, ahora, en palabras de Leguina, «la población sigue decayendo, a pesar de la inmigración».
La conciliación, una meta imposible
Las mujeres en España comienzan a tener hijos, de media, a los 32 años. La revolución educativa, es decir, la incorporación de la mujer a los estudios superiores y su larga duración, hace que lleguen al mercado laboral a una edad más tardía y hasta que logran cierta estabilidad se pospone la maternidad.
«En España tenemos los niveles de desempleo juvenil más altos de la UE», afirma Puyol. Sumado al hecho de que en la actualidad trabajan tanto el marido como la mujer, y de que se prioriza ascender, viajar o continuar formándose, el momento de concebir se posterga ante la creencia de que la conciliación es una meta imposible.
«Estas cifras están pidiendo a gritos acciones por parte del Estado para corregir la situación», denuncia el presidente de UNIR. Ambos demógrafos, de nuevo, coinciden en lo necesaria que es una política nacional familiar, con ayudas y beneficios reales. Sobre esta misma propuesta, Ignacio García Juliá, presidente del Foro Español de la Familia, explica que no solo es fundamental una norma legal que ampare a las familias, sino que hay que comenzar a aplicar la `perspectiva de familia´. «En cada ley que se quiera aprobar, ha de valorarse si perjudica o es neutral a las familias, y en ese caso, o no se saca o se modifica», defiende García Juliá.
Cuando la familia desaparece
El no poder pagar las pensiones es una de las consecuencias más claras de lo que sucede cuando hay bajas natalidades, porque la contribución de los trabajadores no llega para cubrir las necesidades de los jubilados. Está ocurriendo en el presente e irá a más a medida que la pirámide de población se va invirtiendo en mayor medida.
El hecho de que nazcan cada vez menos niños, por todos los factores anteriormente descritos, hará que a medio y largo plazo España se convierta en una sociedad totalmente envejecida. En palabras de Leguina, «no es solo el problema de las pensiones, sino también la soledad, el aislamiento, la falta de cuidados, problemas de salud mental muy graves, no solo el alzhéimer; Es que cuando la familia desaparece, desaparecen con ella muchas más cosas».