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Un bebé llorando en su cuna

Sueño infantil

¿Funciona lo de dejar que el bebé llore hasta que se quede dormido?

A los cuatro o cinco meses las conexiones cerebrales cambian totalmente y, en consecuencia, las rutinas del sueño lo hacen también

como no tienen otra manera de hacerlo, los bebés emplean el llanto para comunicarse. Cuando se han hecho daño, cuando tienen hambre, cuando tienen sueño... muchas situaciones hacen que los más pequeño expulsen alguna que otra lagrima. Y, en concreto, aplicado al sueño infantil, cuando un niño no duerme no es posible cambiar sus hábitos y rutinas para dormir sin una respuesta por su parte y el llanto es muchas veces causado por estímulos hasta ese momento desconocidos para ellos.

Eduard Estivill, médico del sueño y autor de Duérmete, niño, es conocido porque su método para enseñar a los niños a dormir ha sido simplificado al «deja que el niño llore hasta que se duerma». Sin embargo, las técnicas conductuales van más allá y tratan de erradicar de fondo las causas del mal dormir y construir rutinas de sueño. El llanto es comunicación cuando no hay palabras, y según explica el doctor «no hay que asociarlo con el hecho de dormir», porque «cualquier hábito que se le enseñe a un niño, como comer sopa con una cuchara, hará que este llore».

Por qué es tan importante dormir bien

«El sueño es un taller de reparación y restauración», explica el doctor Estivill. Todo lo que se gasta durante el día, se recupera por la noche, y todo lo que el niño aprende en una jornada, lo asimila mientras duerme.

El sueño tiene tres funciones principales, resumidas por la consultora del sueño, Jessica Rojas, fundadora de The Sleeping Baby Project, en física, cognitiva y emocional. Son igual de relevantes para entender porqué es tan importante que los niños duerman y que lo hagan bien.

En las horas de cama y descanso, el cuerpo y la mente se recuperan de todo lo que han experimentado durante el día. Una buena calidad del sueño tiene también consecuencias sobre el sistema inmunológico de los más pequeños. «El cuerpo trabaja para prevenir enfermedades», explica Rojas.

Un baño caliente es parte de la rutina de relajación para dormir al pequeño

Un baño caliente es parte de la rutina de relajación para ayudar a dormir al pequeñoPexels

Pero un buen sueño ayuda también a vivir una mejor salud mental y emocional. El cerebro analiza todas las nuevas conexiones que se han hecho durante el día y limpia las que le sobran por la noche, al igual que se deshace de cada pequeño trauma que el niño pueda haber pasado. Rojas explica que «las emociones están conectadas con los hechos, buenos y malos» y por ello si no desconectan durante la noche pueden enquistarse las emociones.

«Cuando los niños duermen bien desde pequeños manejan mejor los retos emocionales, las rabietas, la separación, tienen menos miedos...», y todo porque están descansados. De lo contrario, estarán irritados, mal humor, falta de concentración: las mismas consecuencias de la falta de sueño en adultos. El doctor Estivill ahonda un poco más en los perjuicios del mal dormir y explica que, mientras descansa, «el cerebro fabrica unas sustancias químicas, entre ellas la hormona del crecimiento, por lo que si un niño duerme bien está demostrado que puede alcanzar los niveles que genéticamente tiene predeterminados para su talla».

Como tomar sopa con una cuchara

El sueño es importante, pero si el bebé no duerme, ¿qué hay que hacer? El método Estivill, que viene a su vez de las técnicas establecidas por el pediatra estadounidense Richard Ferber, establece una serie de rutinas y normas a la hora de irse a la cama que hay que comenzar a aplicar en torno a los cuatro y seis meses de edad. Un baño caliente y relajante o largos abrazos antes de dormir son algunos de los pasos que habría que incluir al final de cada día. Una vez se ha dejado al niño en su cama, despierto, queda prohibido volver a cogerlo, cantarle, acariciarlo o mecerlo. En caso de que llore, se aplica lo que se conoce como espera progresiva: cada vez se le irá dejando ratos más largos sin acudir a consolarle.

El doctor Estivill compara enseñar al pequeño a dormir solo y bien como si fuera comer sopa con una cuchara. La primera vez no sabrá como hacerlo y quizá llore, pero a base de repeticiones, que es como se aprenden los hábitos, acabará tomando el cubierto por sí mismo y ser capaz de ingerir todos los fideos. El método no es dejarle llorar hasta que vuelva a dormirse, sino darle las herramientas necesarias –un chupete o un peluche– y enseñarle que, aunque esté angustiado, puede controlar el sueño y cómo quedarse dormido sin que nadie tenga que ayudarle a hacerlo, tal y como lo hacen los adultos.

La filosofía del apego

Uno de los métodos alternativos a la espera progresiva es el del pediatra Carlos González, partidario de una filosofía del apego y autor de Bésame mucho. Las técnicas sin llantos están también ampliamente extendidos en el mundo anglosajón, donde tres de los mayores exponentes son el pediatra estadounidense William Sears, la educadora de padres canadiense, Elizabeth Pantley, y la enfermera británica, Tracy Hogg.

Para Jessica Rojas, dejarle llorar tampoco es una solución. «El llanto no es un enemigo, es su manera de expresar lo que le ocurre». No dejarles hacerlo sería como no escuchar aquello que necesitan, ya sea por querencias físicas, por estrés o cansancio.

Sea como sea, enseñar a un bebé los hábitos de sueño es tan importante para su propio descanso como para el de sus padres. No acudir a consolarle en el momento en el que lo requiere no le ayudará a dormir, pero tampoco lo hará sí atenderle en cuanto una lágrima de su mejilla. Lo que sí parece un remedio son los buenos hábitos, de cariño y relajación, que ayuden al conciliar el sueño y a aprender a dormir del tirón toda la noche.

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