No pierdas de vista a tus hijos: estos son los accidentes de verano más habituales en niños
Picaduras, caídas, quemaduras o insolaciones... parece que con temperaturas altas suben también las probabilidades de que los más pequeños se hagan daño
que los niños pequeños no ven el peligro no es algo nuevo. Los accidentes infantiles constituyen la primera causa de muerte en niños de uno a catorce años, de acuerdo a la guía de prevención de accidentes en centros escolares de la Comunidad de Madrid. Golpes, caídas, picaduras, quemaduras, intoxicaciones... el verano es un momento de viajes, de salir de la rutina en la que a veces se sobreprotege a los niños y de actividades al aire libre, que aunque muy beneficiosas, puede resultar un peligro extra para todos esos niños temerarios.
Entre los incidentes más habituales cuando se habla de pequeños humanos se encuentran las intoxicaciones alimenticias y las insolaciones, pero también picaduras de todo tipo y otro tipo de contratiempos como caídas a la piscina, cuyo riesgo es aún mayor cuando el niño todavía no ha aprendido a nadar.
Intoxicaciones e insolaciones
Para evitar intoxicarse con la comida, desde la Clínica de la Universidad de Navarra recomiendan lavarse muy bien las manos antes de preparar y consumir alimentos crudos, pero también evitar la ingesta de mayonesa casera en los meses de más calor y el beber agua cuyo origen no se controla.
Por lo que corresponde al sol, son corrientes las quemaduras y las insolaciones, ante lo que los expertos aconsejan evitar la exposición directa excesiva del sol y emplear siempre protección solar adecuada. En los meses verano, conviene huir de lugares pequeños y cerrados donde la temperatura pueda ser muy elevada, sobre todo en el caso de lactantes y niños muy pequeños. No se les debe dejar en el coche o en tiendas de campaña, porque les puede dar un golpe de calor. Esto supone que el organismo deja de ser capaz de regular su propia temperatura.
Cuando un niño sufre una insolación presenta temperatura muy alta, por encima de los 39º, y la piel se enrojece y se muestra más caliente y seca de lo habitual, si sudoración. Otros síntomas asociados a ello son los dolores de cabeza, musculares, nauseas y vómitos. En los casos más graves, el pequeño puede mostrarse también confuso o llegar incluso a perder el conocimiento. Si esto ocurre, lo primero que hay que hacer es, antes de trasladarle a un centro hospitalario, colocar al pequeño en un lugar fresco y sombreado, enfriar su cuerpo con toallas húmedas, sumergiéndolo en el agua o con esponjas de agua fría.
Golpe de calor y quemaduras
Los más pequeños pasan todo el día jugando, corriendo de un lado para otro, sin parar a descansar y beber un vaso de agua. Ya sea por una excesiva sudoración o por falta de ingesta de líquidos, la deshidratación es también algo bastante común en los meses cálidos. Ello puede causar que la piel este fría y húmeda, pero pueden presentar fiebre, mareos o pérdidas de consciencia.
No hace falta plasmar aquí los efectos nocivos de la radiación solar para la piel, especialmente perjudiciales en la sensible piel de los niños, que tiene un nivel de melatinonina más bajo. Las quemaduras del sol se pueden evitar con cremas de alto grado de factor de protección, por encima de 30, que deben aplicarse antes de la exposición al sol y cada dos horas, después de bañarse o de una sudoración intensa. Las quemaduras se pueden producir aunque el niño esté a la sombra, puesto que el agua y la arena reflejan los rayos del sol potenciando su efecto sobre la piel. Entre el mediodía y las cuatro de la tarde es el momento de extremar la precaución. Aunque la piel esté bronceada, hay que protegerla igual, y más en ese momento del día.
Picaduras de todo tipo
Los bichos: los peores enemigos de los niños durante el verano. La mejor manera de prevenir los incómodos picotazos es aplicando lociones repelentes de insectos, si bien, no conviene hacerlo en la cara, las manos y en las zonas no expuestas. Si el pequeño presenta picaduras masivas o es alérgico con reacciones previas importantes habría que evacuar al niño lo antes posible al hospital más cercano.
En el caso de que se trate de un animal marino, como una medusa o un pez araña, picaduras más comunes cuando se viaja a la playa, la recomendación de la Clínica de la Universidad de Navarra es, lo primero, extraer la espina o el agujón y después aplicar compresas de amoníaco mezclado con agua y pomadas específicas para rebajar la inflamación.
El picotazo y la reacción en forma de roncha inflamada es mejor que no sea frotada, menos todavía cuando hay herida, ya que puede infectar y causar más dolor.
Aunque durante las vacaciones parece que aumentan los peligros a los que los niños pueden someterse, tales como caerse a la piscina y otros descritos unas líneas más arriba, muchos de ellos pueden prevenirse. Las bicicletas son para el verano, pero mejor utilizar casco por si uno se cae.