Demografía
La fundación de Aznar avisa: mueren más personas que niños nacen al año por quinto año consecutivo
Un nuevo Informe FAES busca las causas y consecuencias de las negativas cifras de natalidad y fecundidad que provocarán que la próxima generación de españoles sea un 41 % menos numerosa que la actual
En el año 2021, nacieron en España 336.811 personas, 113.023 menos que las que fallecieron en ese mismo periodo de tiempo. Este negativo crecimiento vegetativo –el balance de nacimientos con respecto a muertes– lleva siendo así desde hace cinco años. Desde 2011, los nacimientos han caído un 29 %, y no es nada nuevo que la española es una de las tasas de fertilidad más bajas del continente (1,19 hijos por mujer en 2021), al igual que la de natalidad (7,1 nacidos por cada 1.000 personas).
Pero, ¿a qué se deben estos datos? Y, ¿qué efectos tendrán en el futuro? La última publicación de la Fundación FAES intenta dar respuesta a estas incógnitas. Titulada Hacia una política sensata de protección de la maternidad y apoyo a la natalidad en España, en el estudio se afirma que estos datos se explican «por una serie de factores sociales y económicos que tienen mucho que ver con elementos como la extensión del periodo formativo, el retraso de la emancipación de los jóvenes, la falta de políticas adecuadas de conciliación y también de incentivos y ayudas económicas a la natalidad». Una pescadilla que se muerde la cola y que acabará provocando que la próxima generación de españoles sea un 41 % menos numerosa que la actual.
Cada vez, los jóvenes acaban más tarde de estudiar, con lo que para cuando empiezan a trabajar tienen más de 25 y en vez de estar pensando en comprar una vivienda (que no pueden pagar) ni en formar una familia (que tampoco), lo dejan de lado en pro de una carrera laboral estable que les pueda garantizar un futuro. Para cuando ha llegado el momento de poder tener un hijo, al que también poder proveer a largo plazo, las madres superan la edad media a la que las mujeres europeas tienen descendencia. En España, la media está en los 32,2 años, frente a los 31 del resto del continente. Ya solo por edad fértil, las españolas, que tienen hijos más tarde, tienen también menos.
Sobre la economía, la baja natalidad tiene un efecto «depresivo» y para el estado de bienestar resulta «crítico», según afirman los autores del estudio de FAES. Las consecuencias más notables, y materiales, de los pocos nacimientos se ven en la necesidad de gasto público en pensiones, sanidad y dependencia, aunque, por otro lado, también acabará agudizando el fenómeno de la despoblación que azota a España donde más le duele, en el mundo rural. Porque si no nacen niños en la ciudad, menos lo hacen en los pueblos.
A continuación, tras las futuras repercusiones de los datos iniciales, el informe de FAES deja un breve repaso por las políticas y medidas de protección de la maternidad y apoyo a la natalidad en España. «La legislación nacional apenas ha atendido este desafío, y las políticas y medidas decididas para abordarlo han brillado por su ausencia, toda vez que la maternidad, la paternidad y sus consecuencias se han entendido tradicionalmente como aspectos del ámbito privado de las familias», afirman los autores, para pasar a especificar que solo existen tres normas a nivel estatal que regule, proteja e incentive la vida familiar: la Ley 39/1999 para promover la conciliación de la vida familiar y laboral de las personas trabajadoras, el Real Decreto 1251/2001 por el que se regulan las prestaciones a la Seguridad Social por maternidad y riesgo durante el embarazo y la Ley Orgánica 3/2007 para la igualdad efectiva de mujeres y hombre.
No solo se exponen en el informe de FAES las causas y consecuencias de la baja natalidad, sino que se proponen de manera activa una serie de recomendaciones, como que no basta con ofrecer incentivos y ayudas económicas a los padres, sino que debe actuarse en el terreno de la conciliación para que quien quiere tener descendencia pueda «atender con más armonía la vida familiar y laboral». El camino hacia el envejecimiento al que la población va abocada solo podrá desandarse con respuestas políticas decididas que «permitan a las mujeres tener el número de hijos que desean y recuperar tasas de natalidad que garanticen el reemplazo generacional». Y todo ello bajo tres claros objetivos: apoyar y proteger la maternidad y paternidad, fomentar la corresponsabilidad y favorecer la conciliación.