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Isabel Muñoz

Isabel Muñoz ha participado en la Escuela de Familia de la ACdP

Isabel Muñoz, en la Escuela de Familia de la ACdP: «El pueblo no es un parque temático, es un estilo de vida»

La veterinaria y experta en desarrollo rural protagonizó la segunda sesión de la Escuela de Familia organizada por la ACdP en Guadix

«El pueblo no es un parque temático, es un estilo de vida», destaca la veterinaria y experta en desarrollo rural Isabel Muñoz, que protagonizó la segunda sesión de la Escuela de Familia que organiza este año el centro de Guadix de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP). La ponente abordó la importancia del orgullo rural y el rol que juegan en él las familias.

–¿Es necesario hablar de orgullo rural?

–El orgullo urbano parece que no hay que reclamarlo, pero el rural, sí. Yo creo que en el subconsciente colectivo –y en las redes sociales, y las campañas de marketing– se ha quedado instalada una imagen del mundo rural anclada en los años de la posguerra. Ese tópico tan de Paco Martínez Soria, del paleto sin estudios, que hoy ya no responde a la realidad. ¡Hoy puedes vivir en un pueblo de menos de 5.000 habitantes y estar estudiando online griego antiguo! O la imagen del ganadero como el tipo que se pasea con un garrote… En realidad, hoy la agricultura y la ganadería están supertecnificadas e informatizadas; hay hasta sensores que te indican el mejor momento para montar a la vaca.

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Que haya vida en el campo también permite la conservación del entorno naturalIsabel Muñoz

–¿Hay otros tópicos que también considere desfasados, o que distorsionan la realidad?

–Bueno, está la confusión de territorio rural con sector primario. Es verdad que no vas a poner un olivar en la Castellana, claro, pero también que el rural ya no se reduce a eso; también están presentes los sectores industrial y de servicios. Además, que haya vida en el campo también permite la conservación del entorno natural y del patrimonio cultural, como iglesias de pueblo o ermitas.

Veo el orgullo rural como el inicio de una revoluciónIsabel Muñoz

–Otro tema recurrente al comparar campo y ciudad es la cuestión del ocio, esa idea de que en el pueblo hay mínimas oportunidades.

–Primero, la relación entre territorio urbano y territorio rural no tiene que ser una competición; no se trata del «y yo más», sino del «y yo también». Dicho esto, se nos ha vendido que el ocio que no se monetiza es menos ocio… Hoy parece que se han denostado aquellas formas de pasar el tiempo donde no hay que gastar, como la introspección, la religión, la vida familiar o los cuidados. A mi padre, por ejemplo, le encantaba salir y estar cuatro horas paseando por el campo buscando espárragos para hacer una tortilla, y hoy parece que eso es menos disfrute que gastarte 100 euros en un restaurante.

Isabel Muñoz

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Veo muy enriquecedor que los jóvenes salgan del pueblo y vayan a vivir experienciasIsabel Muñoz

–En esta ruptura de prejuicios, ¿qué está en manos de las familias?

–Primero, reeducar nuestra mirada, actualizando los tópicos de la posguerra. También podemos reeducar nuestro discurso –evitando decir cosas como que en el pueblo «no hay nada»– o ser equitativos, y ver las ventajas y desventajas de ambos modelos. Al final, si el 82% de la población que vive en territorio urbano sigue denostando el estilo de vida de los siete millones de habitantes del rural, un día no tendremos para alimentarnos, o dejarán de cuidarse el bosque o la ermita. Veo el orgullo rural como el inicio de una revolución, un cambio de paradigma.

–¿Para frenar la despoblación?

–Yo veo muy enriquecedor que los jóvenes salgan del pueblo y vayan a vivir experiencias, a la ciudad o a otros países. El problema es que luego no se vende como una buena alternativa el volver al pueblo a aplicar lo aprendido. Falta una labor de abrir horizontes: en el campo falta mano de obra porque no está de moda, pero en cambio sí nos metemos a compartir pisos de 50 metros cuadrados, que es antinatural pero sí lo está. Aquí también hace muchísimo el cuarto poder, el periodismo: cada vez que escucho lo de «España vaciada» y veo que salen cuatro ancianas, pienso que nos están haciendo un flaco favor.

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