Jon Bon Jovi, el atípico rockero

Acostumbrados a los desenfrenos de los rockeros de fama y talento su generación, Jon Bon Jovi, que este miércoles cumple 60 años, parece hecho de otra pasta. Encarna precisamente valores sólidos de compromiso y estabilidad en su vida privada sin muchos más escándalos que un exrepresentante cabreado que publicó los secretos de la banda, la sobredosis de heroína de su hija y un romance con la actriz Diane Lane que terminó mal antes de casarse con su compañera de clase de historia de secundaria hace 33 años. Dorothea Hurley es su roca. «Me enamoré en cuanto la vi en la clase del colegio Sayreville War Memorial de Nueva Jersey y eso no ha cambiado», dijo en una entrevista en la que también la describía como la «la chica cool de clase». «Nos enamoramos y no nos separamos, ni siquiera fuimos a la graduación o al baile. Esa noche nos escapamos a la playa a escuchar música y a dar paseos en su auto», recordaba.

Después de cuatro años rompieron y no se volvieron a ver hasta tiempo después, cuando el amor entre ellos les unió en matrimonio en una boda secreta en Las Vegas en 1989. Fue una sorpresa para ella. La subió a un helicóptero y le pidió que se casase con él. A los pocos minutos se estaban dando el «sí, quiero». Desde entonces no se han separado y conforman una de las parejas más sólidas del loco mundo del rock. ¿El secreto? El respeto. «Disfrutamos el uno del otro y nunca nos ha deslumbrado lo que las celebridades pueden hacer. Hemos sido testigos de lo que ha sucedido a lo largo de los años con personas cercanas a nosotros y con otras que conocíamos de lejos. Escribo canciones, soy bueno interpretándolas, pero eso es solo lo que hago, no es quién soy», confesó.

Su prioridad, al igual que la de su mujer, siempre ha sido la familia. Juntos han tenido cuatro hijos a los que adoran: Jacob Hurley, Stephanie Rose, Jesse y Romeo Jon Bongiovi. Eso sí, el rockero reconoce que la labor más importante la hace su adorada esposa, instructora de karate y restauradora, a la que sigue queriendo como el primer día: «Yo soy el visionario, el bohemio con mil cosas en la cabeza y al que le cuesta mantener todo unido. Ella es el pegamento, el hilo y la aguja para sostener las costuras en su lugar. No me molesta que me vean como un rockero pollerudo, soy muy feliz».

Se refiere a la infinidad de celebraciones familiares que se ha perdido «por pertenecer a una de las mayores bandas de rock del mundo desde hace 25 años», como así reconoció en 2007. «Lo que sí puedo decir es que no tengo una amante ni otra familia por ahí. Nunca leerás algo así sobre mí», añadía.

Pero que haya tenido una vida atípica de rockero no quiere decir que el hijo del peluquero Frank Bongiovi y de la antigua conejita Playboy Carol Sharkey fuese un santo en su juventud, todo lo contrario. Como él mismo contó a lo largo de su carrera coqueteó con las drogas desde muy joven pero pronto supo que eso no era para él: «Me sirvió para aprender muy pronto lo que eran y saber que estaba demasiado metido. Siempre he pensado que no tengo la estabilidad mental como para manejar las drogas».

Faceta altruista

Otro de los intereses que une al matrimonio es ayudar a los demás. En 2006, el artista y su esposa fundaron la JBJ Soul Foundation (iniciales del rockero) con el objetivo de «romper el ciclo del hambre, pobreza y falta de vivienda mediante el desarrollo de asociaciones, la creación de programas y la concesión de subvenciones para apoyar organizaciones innovadoras de beneficio comunitario», según se puede leer en su página web. En palabras del propio Jon Bon Jovi «todo el mundo debería ser capaz de comer en un restaurante».

Entre sus proyectos más importantes se encuentran la apertura de varios restaurantes, los conocidos como JBJ Soul Kitchen, para dar de comer a los más necesitados con la única condición de que laven sus platos al terminar.