Tribunales
Comienza el juicio entre Ernesto de Hannover y su heredero: tres castillos y cinco millones en juego
El aristócrata alemán exige que su hijo le devuelva su legado en vida por su «grave ingratitud»
Era el pasado 25 de noviembre cuando Ernesto de Hannover y su hijo mayor, Ernst August, tenían que verse las caras. Claro, que no iba a ser la clásica reunión padre-hijo que gozan de una buena relación familiar, sino todo lo contrario. El aristócrata alemán llevaba a su primogénito a la corte del Tribunal Regional de Hannover en la Baja Sajonia para recuperar los bienes dinásticos que le cedió en vida.
El abogado del joven renunció al caso poco antes del comienzo del juicio y el letrado que asumió la defensa solicitó que la fecha fuese pospuesta. Tal y como explicó Annika Osterloh, portavoz del Tribunal Regional de Hannover, este alegó que necesitaba un periodo de tiempo más largo para preparar el caso. La diferencia entre una fecha y otra es notable, ya que, en esta ocasión, no se requerirá su presencia en el juzgado y basta únicamente con que sean sus respectivas defensas las que se sometan al escrutinio. El momento crucial será hoy, cuando comienza el juicio entre el aristócrata y Ernst August, fruto de la relación del matrimonio del aristócrata y su primera esposa, Chantal Hochuli.
El aristócrata alemán le acusa de haberle engañado, de «grave ingratitud, enriquecimiento ilícito y pérdida patrimonial». ¿El motivo? Entre 2004 y 2007, donó a su primogénito propiedades importantes de la familia que estaban gestionadas por la fundación familiar del Duque de Cumberland, siendo la primera de las donaciones el castillo de Marienburg.
En lugar de gastarse dinero en su costosa y, posiblemente millonaria, rehabilitación, lo vendió a la Administración por un precio simbólico de un solo euro. Siendo la sede de la Casa Hannover desde mediados del siglo XIX, el lugar en el que la familia ha festejado los grandes acontecimientos, incluyendo su boda con Chantal Hochuli, Ernesto de Hannover se sintió totalmente ultrajado ante la acción de su hijo y tenía miedo de que hiciese lo mismo con el castillo de Calenberg y el Palacio del Príncipe.
Además, le acusa de sustraer obras de arte y otros objetos de valor de estas tres propiedades, así como vender parte de una de las fincas de su padre sin habérselo comunicado motivo por el no solo exige que le devuelva este legado en vida, sino que solicita una recompensa de cinco millones de euros para resarcir el peso de sus acciones. Se deduce, por tanto, que desea que su hijo abandone el Palacio del Príncipe (Herrenhausen), algo tremendamente controvertido ya que es en el que actualmente vive con su mujer y sus tres hijos.
Cabe destacar que este mismo lunes estuvo enfrascado en una nueva polémica, cuando fue expulsado del Hotel Palacio de los Duques Gran Meliá, el hotel madrileño de cinco estrellas ubicado en la cuesta de Santo Domingo en el que llevaba residiendo varios meses. Al parecer se enfrentó a uno de los trabajadores del hotel de manera abrupta y descomedida, por lo que pidieron que recogiese todas sus pertenencias y abandonase de forma inmediata el lugar.
Se suma, por tanto, al encontronazo protagonizado cuando se encaró con los medios de comunicación en las calles de Madrid, molesto de que estuvieran siguiéndoles. Llegó a tal el enfado de Hannover que incluso profirió varios insultos a los periodistas, sin importarle el escándalo que estaba protagonizando a la vista de todos. «Eres tonto» fue lo más suave y educado que salió por su boca. Incluso les amenazó durante su ataque de ira. «Sin ningún pudor, él se abalanza sobre la cámara para intentar quitársela. Es gracias al portero de un hotel y los camareros de los locales cercanos que se abalanzan a pararle los pies cuando el príncipe alemán desiste de su amenaza y su agresión», reconoció uno de los periodistas.
Sonados son sus ataques de ira con la prensa. Como ejemplo, el vivido meses antes de su boda con la princesa Carolina de Mónaco, cuando perdió un juicio contra un cámara de televisión al que agredió con un paraguas.
También sus borracheras o, como colofón, su detención en 2020 por amenazar a dos policías con un cuchillo y días después, por acercarse a una comisaría con un bate de béisbol para ajustar cuentas con esos mismos agentes de la ley.