Escándalo de las mascarillas
Auge y caída de los Medina Abascal, la familia a la que todos querían en sus fiestas
La acusación de estafa y blanqueo que pesa sobre Luis Medina ensombrece a un clan que siempre supo rentabilizar su imagen
Asus 79 años, Natividad Abascal conserva intacto su porte de maniquí, su pose altiva y su don innato para defender estilismos imposibles. Es de las pocas mujeres en España capaz de combinar un vestido de estampado floral, con un top de animal print y un tocado con plumas y seguir siendo coronada como la más elegante de la ceremonia. La socialité y musa global no ha perdido ni un ápice de la audacia y sofisticación que cautivaron al modisto Elio Berhanyer, cuando le propuso desfilar en Nueva York durante la Exposición Mundial en 1964. Aquello sería solo el trampolín hacia una larga y exitosa carrera como modelo, estilista y rostro imprescindible de las fiestas más exclusivas de la jet set.
Esta semana, su presencia no ha sido requerida en ningún evento de postín, sino que se ha convertido en la más buscada simplemente por ser la madre de un empresario, que en lo más crudo de la pandemia se embolsó un millón de euros vendiendo material sanitario a un precio inflado. Las imágenes de Naty Abascal refugiándose de los paparazzi en El Corte Inglés de Serrano, el pasado jueves, poco tienen que ver con las que suelen llegar con su cardado perfecto desde los photocalls.
¿Cómo afectará esta acusación de estafa y blanqueo de capitales a una familia que durante años ha rentabilizado su imagen prodigándose en fiestas, restaurante de moda y desfiles? ¿Puede perjudicar a los negocios de su hermano Rafael?
Habrá que esperar para comprobarlo. De momento, el duque de Feria se verá obligado a medir sus apariciones porque sabe que en cuanto se tope con una cámara no le preguntarán por su nuevo proyecto WOW, un centro comercial multimarca y multiproducto en Gran Vía, que ha puesto en marcha junto a Dimas Gimeno, expresidente de El Corte Inglés. La carrera de Rafa siempre ha estado ligado a la moda desde que en 2007 fundó la firma de ropa Scalpers, junto a Alberto Artacho y Borja Vázquez. En 2014 abandonó la empresa para fichar por Inditex como responsable del área de sastrería masculina de Massimo Dutti. Rafael traspasó las acciones de Scalpers a su esposa, Laura Vecino. Durante todos estos años, el empresario ha compaginado sus negocios con una intensa agenda social, trufada de saraos, bailes de gala y escapadas con amigos muy famosos.
Naty Abascal permaneció durante más de tres décadas vinculada a la revista ¡Hola! como estilista freelance. Sus colaboraciones le resultaban muy rentables; un mínimo de 6.000 euros por sesión más dietas. En 2019, rompieron el contrato, pero la palabra jubilación no forma parte del léxico de Naty. Continúa trabajando como estilista y consultora de moda, embajadora de marcas y dejándose ver en las Semanas de la Moda de diferentes ciudades.
Un padre y marido polémico
Naty, una mujer pragmática e inteligente, probablemente piense que el tiempo todo lo cura. Conoce de primera mano lo que conlleva el escándalo público. En agosto de 2001, el portero del palacio sevillano de Casa Pilatos encontraba muerto a su exmarido, el duque de Feria, por una sobredosis de barbitúricos. Previamente ya se había intentado quitar la vida para huir de unos años tormentosos para él y denigrantes para su entorno y su familia. Desde 1993 a 1998, cumplió pena en prisión por tráfico de drogas y corrupción de menores. Poco antes de entrar en la cárcel, el duque de Feria declaró en la revista ¡Hola!: «Me encantan las mujeres. Son mi única droga. Lo malo es que me gustan las jóvenes y ya voy a cumplir 51 años».
Naty Abascal no quiso que sus hijos, Rafa y Luis, cargaran con la losa del deshonor que había causado su padre y puso rumbo a Reino Unido con ellos en 1994. Aunque ya había firmado el divorcio con el duque de Feria y mantenía una relación con Ramón Calderón, había dos jóvenes que se sentían intimidados por las miradas morbosas, cada vez que el nombre de su padre copaba titulares en los periódicos. Los jóvenes pasaron por varios internados de Londres y Nueva York y ambos estudiaron en Kiski School, un prestigioso centro masculino, en Pensilvania.
Con el paso de los años, los hermanos fueron capaces de perdonar. A su regreso, Luis Medina volvió a vivir con su padre en la Casa Pilatos. Los que conocen bien a la familia siempre tuvieron claro que Luis era el más parecido a su padre, en cuanto a personalidad e incluso algunos gestos. Rafael siempre ha sido el hermano responsable, disciplinado y con ambición de triunfar en los negocios. Luis era el divertido, el bromista, el que nunca sentó la cabeza ni a nivel profesional ni a nivel sentimental. Aún sigue buscando su rumbo.