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Elizabeth Taylor: los ojos violetas que vivieron ocho bodas, adicciones, abusos y un 'affaire' con Colin Farrell
La primera biografía autorizada del mito de Hollywood repasa su vida revelando detalles inéditos
Los libros sobre Elizabeth Taylor han cubierto su romance legendario con Richard Burton, su amor por la joyería y el trabajo en pantalla de este mito con ojos violeta. La nueva biografía de Kate Andersen Brower, Elizabeth Taylor: The grit & the Galmour of an Icon, en cambio, es la primera en desvelar detalles inéditos de su vida y, además, hacerlo con el beneplácito de su familia.
La primera biografía autorizada de la actriz y filántropa fallecida el 23 de marzo de 2011 a los 79 años hace buen uso del acceso increíble a los documentos de Taylor, incluidas 7358 cartas y entradas de diario nunca antes publicadas, así como a sus amigos más cercanos y familiares para contar una historia inquietante, divertida verdaderamente humana sobre una mujer extraordinaria.
Más de 7.000 documentos y 10.000 fotografías que la escritora revisó para saber en qué aspectos de su vida y sesenta años de carrera debía centrarse. Papeles destacados en películas como Gigante, La gata sobre el tejado de zinc caliente, De repente, el último verano y Reflejos en un ojo dorado demuestran su capacidad interpretativa. Sin embargo, su destreza en pantallaa menudo se vio eclipsada por la telenovela en curso de su vida personal. Estuvo casada ocho veces con siete maridos y desató un escándalo cuando inició una aventura con el actor británico Richard Burton en el set de Cleopatra.
La pareja se casó en 1964 y se divorció una década después. Se volvieron a casar en 1975, pero su segundo idilio solo duró un año. A lo largo de este periodo fueron acogidos como el emblema del glamour clásico de Hollywood y sus vidas fueron un torbellino de lujosos estrenos, recepciones a base de champán y colaboraciones indulgentes en el cine. «Probablemente fue el momento más caótico de mi vida», recordaría ella más tarde. «Fue divertido y oscuro, lleno de verdaderos océanos de lágrimas, pero también hubo buenos momentos».
Pero no pudieron hacer que lo suyo funcionara porque ambos eran adictos. Ella, a los analgésicos. Él, al alcohol, algo que intentaba superar cada cierto tiempo con largos periodos de abstinencia que siempre terminaban con discusiones continuas impulsadas por el sexo y los gritos. Pocos días antes de morir, él describió el periodo que pasó junto a Liz como el más feliz de su vida y ella nunca se perdonó no poder asistir a su funeral por prohibición de la mujer actual de este. «Eran compañeros en la vida, y probablemente se habrían casado por tercera vez», explica Brower.
A lo largo de su vida, pareció sentirse atraída por las almas frágiles y los necesitados. Según los informes, salvó la vida del notoriamente autodestructivo Montgomery Clift después de un accidente automovilístico en 1956. Estimulada por la muerte en 1985 de su amigo Rock Hudson, ayudó también a fundar la Federación Estadounidense para la Investigación del SIDA y recaudó aproximadamente 50 millones de dólares para combatir la enfermedad.
Lejos de las cámaras, su propia vida estuvo marcada por problemas de salud. Sobrevivió a un tumor cerebral, sufrió una afección cardíaca y, según los informes, se rompió la espalda en cinco ocasiones distintas. Más tarde, estuvo confinada en gran parte a una silla de ruedas como resultado de la osteoporosis. Sin embargo, había algo resistente en Elizabeth Taylor: un espíritu de lucha contradicho por su famosa buena apariencia. «He pasado por todo, bebé», se jactó una vez.
Incluida la lucha contra la adicción a los tranquilizantes, los abusos sexuales o el maltrato por parte de su cuarto marido, Eddie Fisher. El actor llegó a apuntarla con una pistola en la sien mientras decía: «No te preocupes, eres demasiado guapa para matarte». La escritora refleja cómo estar casada con él a Elizabeth le suponía una suerte de «suicidio lento».
No faltó tampoco la clásica aventura con un hombre más joven. En este caso, el conocido actor irlandés Colin Farrell, con el que se llevaba 44 años de diferencia. Ella se encontraba ingresada en el hospital y el actor también se encontraba en el mismo lugar por el nacimiento de su hijo Henry Tadeusz Farrell, fruto de su relación con la actriz Alicja Bachleda-Curuś. Tras haberse reunido muy brevemente, Colin tomó la decisión de hablar con el representante de Taylor para poder tener una cita privada con la consagrada actriz.
Según declara la periodista, «él iba a su casa en Bel Air, se bajaba los pantalones y le mostraba su tatuaje, que estaba cerca de la entrepierna. Y a ella le encantaba porque le recordaba a Richard [Burton]». Un romance que no llegó a consumarse nunca y el actor, que se convirtió en uno de sus grandes amigos en sus últimos años, recuerda visitarla durante días para leerle libros y hacerle compañía.
«Creo que tal vez incluso le dio a Elizabeth más años, tener esa amistad hacia el final de su vida», explica Brower. «Poder hablar con alguien que era vibrante y le recordaba al gran amor de su vida, probablemente ayudó a alargar su propia vida».