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Dani Alves lleva preso un año en la cárcel Brians II de CataluñaMontaje: Paula Andrade Brea

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Así funciona el protocolo antisuicidio que habría pedido Dani Alves en prisión

La condena por agresión sexual habría afectado al estado anímico del futbolista y su vida en la cárcel Brians II

Dani Alves vive el peor momento de su vida al haber sido sentenciado a cuatro años y medio de cárcel por su agresión sexual a una joven de 23 años en el baño de la discoteca Sutton el 30 de diciembre de 2022. En prisión preventiva por riesgo de fuga desde enero de 2023, el deportista esperaba ser absuelto y volver a su vida como jugador de fútbol.

La pena choca con la petición de la fiscalía de 9 años y la de la acusación, de doce; por lo que, a pesar de ser ratificada la violación, la condena ha sido más favorable de lo esperado. También se le insta a cinco años de libertad vigilada y nueve de alejamiento de la víctima, además de una indemnización de 150.000 euros.

Desde que la sentencia sea firme, el brasileño podrá solicitar permisos penitenciarios. Por lo tanto, en pocos meses se podría ver al jugador salir de la cárcel, al haber estado ya un año entre rejas. Pese a ello, la preocupación por la salud del futbolista es cada vez mayor. Sobre todo, tras las declaraciones de un excompañero de celda apodado Coutinho, que asegura que «el juicio le ha pegado un bajón. Está como deprimido, cabizbajo. Los educadores y funcionarios están arropándolo».

El estado anímico del exlateral del F.C Barcelona ha descendido a tal punto que en el centro penitenciario Brians II, donde lleva un año y un mes, han tenido que extremar la precaución y activar un inusual procedimiento: el protocolo antisuicidio. «Por miedo a que se cortara o que intentara hacer alguna locura, está desde el día después del inicio del juicio con ese protocolo», declaró Coutinho.

Todos los centros penitenciarios poseen programas de prevención de suicidios, cuyo único objetivo es detectar situaciones de especial riesgo entre los reclusos para evitar que atenten contra su vida y se conviertan en conductas suicidas, a través de la inmediata adopción de medidas. Pero, ¿cómo funcionan?

Dani Alves, durante su declaración en el juzgado de Barcelona

Dani Alves, durante su declaración en el juzgado de BarcelonaEFE

Ante la detección de una posible conducta suicida, el interno es evaluado por un psicólogo y un médico que deciden cual es el procedimiento a seguir. Siempre como medida preventiva, se le sitúa en una celda compartida y se evitan situaciones de aislamiento. Además, se facilitan las llamadas familiares y la derivación a un hospital de referencia en caso de urgencia psiquiátrica, tratamiento médico directamente observado, inmovilización terapéutica acompañada de observación, retirada de material de riesgo y vigilancia especial por funcionarios, educadores y trabajadores sociales.

Con carácter general, se favorecen también las actividades deportivas o ocupaciones y el acompañamiento 24 horas de un interno de apoyo, también conocido como preso sombra. Es seleccionado entre aquellos que tengan una adecuada capacitación, actitud y motivación, presenten una situación estable en el centro, buen comportamiento y sin traslado previsible, les quede más de un año de condena o para obtener la libertad provisional y no consuman drogas.

Esta clase de presos reciben una formación mínima de 30 hora con la que se pretende que adquieran conciencia de la actividad que van a desempeñar, aprendan a detectar situaciones de riesgo y a tener unos conocimientos básicos sobre depresión y primeros auxilios. Cada semana, además, la junta de tratamiento se reúne para decidir si dar continuidad o modificación a las medidas acordadas.

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