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Dani Alves, condenado a 4 años y medio de cárcel por agresión sexual
El deportista llevaba en prisión preventiva más de un año por riesgo de fuga
El futbolista Dani Alves ha sido sentenciado por la Audiencia de Barcelona a 4 años y medio de cárcel, cinco de libertad vigilada y nueve de alejamiento de la víctima de 23 años más una indemnización de 150.000 euros por su agresión sexual la noche del 30 de diciembre de 2022 en el lavabo de la discoteca Sutton.
El tribunal considera que ha quedado acreditado que la víctima no consintió y que existen elementos de prueba, además del testimonio de la denunciante, para dar por probada la violación: «La cogió bruscamente, la tiró al suelo y evitando que pudiera moverse la penetró vaginalmente, pese a que la denunciante decía que no, que se quería ir». Entiende que «con ello se cumple el tipo de ausencia de consentimiento, con uso de la violencia, y con acceso carnal».
El tribunal ha comunicado la sentencia este jueves a todas las parte de la causa y al propio jugador, que ha sido trasladado de la prisión Brians II, donde lleva un año por riesgo de fuga, para recibir la sentencia. La Fiscalía había reclamado una condena de 9 años de cárcel para Alves y la acusación particular, que ejerce la denunciante, reclamó 12. La sentencia de la Audiencia de Barcelona puede ser recurrida ahora ante el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) y el Tribunal Supremo.
El juicio quedó visto para sentencia el pasado 7 de febrero después de tres días y la declaración de casi una treintena de testigos. La declaración de la víctima se llevó a cabo a puerta cerrada para proteger su intimidad y evitar que tuviera que encontrarse con el futbolista.
La abogada de la denunciante expuso que la víctima sufrió lesiones físicas en la rodilla y lesiones psíquicas que le comportaron sintomatología ansiosa depresiva con un impacto «significativo» a causa de un trastorno de estrés post traumático, según respaldan informes forenses que ha presentado para el juicio.
Por eso, además del presunto delito de agresión sexual la acusación particular también atribuyó a Alves un presunto delito de lesiones, por el que reclama una pena multa de 13.500 euros. También pidió que se impusiese al futbolista una orden de alejamiento de la víctima de un kilómetro durante 10 años más que la pena de prisión que reciba, y reclamó un periodo de libertad vigilada durante 10 años después de que salga de la cárcel.
El director de la discoteca, que declaró como testigo aseguró que Alves era un cliente habitual del local y que se enteró de lo ocurrido al ver a la chica llorar, por lo que se acercó a ella y a sus dos amigas: «Costó muchísimo que nos dijera lo que había pasado», ha precisado. Cuando este hombre estaba hablando con las tres jóvenes, Alves pasó por delante suyo, caminando recto, sin despedirse, para salir de la discoteca, momento en el que la víctima les dijo que «había sido él», ha relatado.
Según el responsable de Sutton, la joven estaba «bastante alterada, lloraba mucho» y repetía que se quería ir a casa y, ante su insistencia para saber lo ocurrido, finalmente les dijo que había sido víctima de una agresión sexual. «Me dijo que no la iban a creer», ha recordado el testigo, que también ha precisado que la joven comentó que había entrado de forma voluntaria al baño donde se produjo la violación pero que una vez dentro quiso salir y «no pudo».
En este tiempo, el futbolista ha cambiado varias veces de versión, desde pasar de defender que no conocía de nada a la víctima a alegar que las relaciones fueron consentidas, que había bebido más de la cuenta y que no era consciente de sus actos, ya que estaba «gravemente perjudicado por el consumo de alcohol».
La defensa de Alves en el juicio fue por la misma vía y se basó en el estado etílico en el que encontraba aquella noche, algo que corroboraron ante el juez sus amigos y sus mujer, Joana Sanz. Esa noche la modelo pensó que volvería para cenar con ella, pero lo hizo a las 4 de la madrugada, «muy borracho y oliendo a alcohol». Sanz ha detallado que cuando el internacional brasileño entró en la habitación «se chocó con una mesita de noche y cayó desplomado en la cama» y que no pudo hablar con él en esos momentos dado su estado.
Otro de los testigos cuya declaración ha tratado de apuntalar la atenuante de embriaguez de Alves ha sido Bruno, un chef brasileño amigo del futbolista que le acompañaba aquella noche. El testigo explicó ante el tribunal que el futbolista fue «el que más bebió» –una botella y media de vino y dos whiskys, en concreto–. Además contradijo a las amigas de la víctima que evocaron la actitud «babosa» que tuvo con ellas y ha señalado que el acusado estuvo bailando y conversando con las jóvenes con «respeto».