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08 de septiembre de 2024

Sheikh Mohammed bin Rashid Al Maktoum arrive for a reception hosted by KingCharlesIII for Heads of State and Official Overseas Guests, at BuckinghamPalace in London, ahead of the funeral of Queen Elizabeth II, Sunday Sept. 18, 2022.

Sheikh Mohammed bin Rashid Al Maktoum, emir de Dubái, en LondresGTRES

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​De Princesas a rehenes: el emir de Dubái recluye a sus hijas con secuestros, torturas y amenazas

Su actitud deja en entredicho las comodidades que presuponían tener junto a un hombre con su dinero y su poder

Mohammed bin Rashid Al Maktoum es, a sus 75 años, vicepresidente y primer ministro de Emiratos Árabes Unidos y mandatario del emirato de Dubái. Tres cargos con una potente carga política a nivel tanto nacional como internacional que, sin embargo, se ven opacados a menudo por su agitada y dramática vida personal. Un día a día marcado por su comentado y polémico carácter, unido a su extensísima familia, formada por seis mujeres y alrededor de 30 hijos reconocidos.

Esta semana el emir ha sido noticia debido al peculiar anuncio de divorcio de la que muchos consideran su hija favorita, Mahra Sheikha. Trece meses después de casarse y apenas dos después del nacimiento de su primera hija, la jequesa ha dejado a su marido a través de Instagram con un post que ha dado la vuelta al mundo: «Querido marido, estás ocupado con otras compañías, por lo que por la presente anuncio nuestro divorcio. Me divorcio, me divorcio, me divorcio. Cuídate, tu ex mujer».

Si la noticia impacta, lo hace más teniendo en cuenta la poca libertad con la que cuentan las mujeres del entorno del emir. Hay que recordar que en 2019 y tras 17 años junto a él, la Princesa Haya de Jordania, hermana del Rey Abdalá, se fugó del emirato de Dubái llevándose a sus dos hijos junto a ella y desatando la furia de su marido y un problema de política y diplomacia internacional.

Haya se instaló en Londres y allí denunció al padre de los menores en un juzgado de familia, solicitando protección para los niños, la custodia de los mismos y una orden de alejamiento del emir hacia los tres. La justicia le dio la razón tras un juicio comentado alrededor del mundo entero, y con la sentencia quedó patente lo que ya era un secreto a voces desde hace años. No es fácil convivir con el emir.

Aunque estos dos son los más recientes de los escándalos públicos de la vida del emir, a principios de los años 2000, concretamente en 2000 y 2002, Mohammed bin Rashid Al Maktoum fue noticia debido al intento de fuga de dos de sus hijas. A sus 19 años, la Princesa Shamsa huyó de su país después de que le hubieran prohibido ir a la universidad.

La abogada Fiona Shackleton, con Haya de Jordania, la única que ha logrado huir del control del emir

La abogada Fiona Shackleton, con Haya de Jordania, la única que ha logrado huir del control del emirGTRES

La joven fue localizada en Cambridge y su castigo fue pasar 8 años encerrada en una de las habitaciones de palacio. Dos años después fue Latifa, con 17, quien trató de escapar de las rígidas normas que regían su vida. Según se publicó, al encontrarla fue duramente golpeada e, incluso, sedada. Pasó tres años encerrada en una estancia sin ventanas en la que solo disponía de una colchoneta en el suelo y la comida mínima para sobrevivir.

Con las experiencias de Shamsa, Latifa y Haya, llama la atención la libertad de la que goza la princesa Mahra, pero todo radica en el origen su madre. Zoe Grigorakos es griega y es por eso que la joven jequesa goza de las normas de la cultura occidental en la mayoría de ámbitos de su vida y con la aprobación del emir. Es por esto que Sheikha nunca lleve hiyab, viste con colores vivos y tiene libertad para llevar una vida mucho más normal que el resto de sus hermanas y mujeres de su padre, con excepción de su propia madre.

A pesar de que fuera de su país son estas noticias las que corren como la pólvora sobre el emir, él parece vivir ajeno a ellas. Así queda patente en su perfil de Instagram donde, con más de 8 millones de seguidores, presume de políticas como si de un mandatario de gobierno normal se tratase, destacando en su muro la ausencia de referencias a su vida personal, y de ese día a día doméstico del que parte de su entorno ha tratado de escapar y que él mantiene opaco a fin de cuidar su imagen y proteger su privacidad.

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