Paquirri y Cantora, nada es igual 40 años después

Paquirri murió por una cornada de Avispado en la plaza de toros de Pozoblanco el 26 de septiembre del 84. El año en que el maestro pensaba dejar los trastos. Tenía 36 años, estaba casado con la artista Isabel Pantoja y era padre de tres hijos: Francisco, Cayetano y Francisco José.

Dejaba también una suculenta herencia, una herencia que aún colea, y en la que la joya de la corona era Cantora. Una estupenda finca con una próspera explotación agrícola y ganadera. Comprada con el sudor de su frente y el dolor de sus cornadas. Paquirri abrió 6 veces la Puerta Grande de las Ventas.

Paquirri murió y se convirtió en leyenda. Cuarenta años después de la tragedia, sus descendientes siguen dando juego en los medios de comunicación. Su viuda, Pantoja, sigue cantando y haciendo piruetas para liquidar las muchas deudas que, según parece, tiene pendientes.

Pantoja es propietaria de la mitad de Cantora, la finca donde Paquirri fue feliz, donde vivía y a donde volvía cada noche tras su faena en las plazas de toros. Cantora es mucho más que un activo inmobiliario de gran valor, a pesar de que el campo no es muy productivo. Y Cantora parece que está a punto de dejar de ser lo que fue: el hogar soñado de Francisco Rivera para convertirse en un hotel de lujo.

Francisco Rivera era un torero guapo, de ojos verdes y pocas palabras. Tuvo sonados romance y dos bodas de portada. Contrajo matrimonio en primeras nupcias el 16 de febrero de 1973 con Carmina Ordóñez, hija del maestro Antonio Ordóñez, en la basílica de San Francisco el Grande de Madrid.

De este enlace nacieron dos hijos, quienes también fueron toreros: Francisco Rivera 'Paquirri' y Cayetano Rivera. Paquirri y Carmen se separaron en 1979. Lo que, según dicen, supuso para él un drama que nunca superó.

Tras la separación, Paquirri tuvo dos historias de amor: una relación fugaz y pública con Bárbara Rey y otra con Lolita Flores.

El 30 de abril de 1983 se casó en segundas nupcias con la cantante Isabel Pantoja, en la basílica de Jesús del Gran Poder de Sevilla, por todo lo alto. Al poco tiempo nació Francisco José Rivera Pantoja, el menor de los tres hijos del diestro, que es heredero de algo menos de la mitad de la finca Cantora. La mayoría es de la artista. Una propiedad que Isabel Pantoja abandonó durante un tiempo tras quedarse viuda para instalarse en Sevilla y Madrid, y a la que volvió cuando se emparejó con el alcalde marbellí, Julián Muñoz.

Mudanza inminente

Isabel Pantoja se desprende ahora de la joya de la corona, por necesidad y cuelga el cartel de se vende en Cantora. La artista sevillana cambiará de residencia de forma inminente —al menos eso dicen y eso parece, pues los camiones de ganado ya se dejan ver entrando y saliendo por la finca—, mientras ella sigue de concierto en concierto con su exitosa gira del '50 aniversario' de su carrera musical por toda España. Pantoja planea una inminente mudanza a Madrid, según reveló Antonio Rossi en el programa de Telecinco,Vamos a ver.

Con la venta de Cantora —si se llega a ejecutar— se vende mucho más que un suculento pedazo de tierra, se vende un sueño, el gran sueño de Paquirri. El torero la compró como un terreno rústico para convertirlo en su paraíso familiar y así lo hizo. Situada en la carretera que une Cádiz con Sevilla, en Medina Sidonia, en esta dehesa se celebraron todos los cumpleaños de sus hijos mayores Francisco y Cayetano y demás eventos de postín. Tentaderos y herraderos, sin parar. Cantora era el símbolo del éxito en la vida de una figura del toreo.

El torero de Barbate que en su día triunfó y compró quinientas hectáreas de tierra. Se construyó una casa a modo de cortijo y formó una nueva familia. Por el camino, en estos 40 años, la familia ha ido vendiendo hectáreas para poder hacer dinero. Con zonas de monte bajo, dehesa de encina y tierras de labor, la finca es un caramelo para los amantes de la vida rural. Dispone de la vivienda principal y una nave de almacenaje, cuadras para animales y una plaza de tientas. La casa de dos plantas es grande: la zona baja, 637 metros con varios salones y la cocina. En el piso superior, los dormitorios. Jardín y piscina exterior, un gimnasio, sauna, bodega, trastero, y varios garajes.

Y sobre todo miles de recuerdos que pasarán a la historia de los aficionados que llevan al diestro en el corazón, ahora más que nunca, cuando se cumplen cuatro décadas de su pérdida.