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Fabiola y Balduino de Bélgica, en una imagen de archivo

Fabiola y Balduino de Bélgica, en una imagen de archivoGTRES

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La inusual historia de amor cristiano de los Reyes Balduino y Fabiola de Bélgica

El Papa Francisco acaba de anunciar que comenzará el proceso de beatificación del fallecido Rey belga

A lo largo de los siglos, la realeza ha estado en el centro de muchos conflictos por la religión, la tierra y el poder. Ha habido algunos miembros de la realeza sedientos de sangre cuyas hazañas han tenido un impacto en la sociedad actual —pensemos en Enrique VIII, con su tendencia a matar a sus esposas—. Afortunadamente, algunos miembros de la realeza notables también lograron traer la paz a sus naciones, apoyándose en su fe cristiana para guiarlos durante su reinado.

El mejor ejemplo de ello han sido los Reyes Fabiola y Balduino de Bélgica, a quien el Papa Francisco acaba de beatificar. Los Reyes Felipe y Matilde recibieron hace unos días al Santo Padre en el castillo de Laeken y acudieron a una misa al aire libre acompañados por casi toda la Familia Real. Allí anunció que comenzaría la beatificación del Rey Balduino, tío del actual soberano.

La pareja el día de su boda el 15 de diciembre de 1960

La pareja el día de su boda el 15 de diciembre de 1960GTRES

Ambos tuvieron una infancia bastante difícil. La de Balduino estuvo marcada por la muerte prematura de su abuelo, el Rey Alberto I de Bélgica, que murió en un accidente de montaña, y la de su madre, la querida Reina Astrid, que murió en un accidente de coche. Creció durante la Segunda Guerra Mundial, durante la cual su familia sufrió bombardeos, deportaciones nazis, acusaciones de traición y exilio.

Aunque la primera infancia de Fabiola parece un cuento de hadas, su adolescencia no fue fácil. Fue la sexta de siete hermanos y vivió en un suntuoso palacio de Madrid, donde el rey de España adoraba ir a jugar al bridge con sus padres y admirar sus recién adquiridas obras maestras, como cuadros de Watteau y Fragonard. En su casa, además, celebraban con frecuencia conciertos exclusivos, acogiendo a la alta sociedad madrileña. La joven Fabiola fue víctima de su propia exigencia y recibió una formación artística, literaria y musical, pero también esencialmente cristiana, orientada a la oración y a la ayuda al prójimo.

Uno se pregunta cómo un Rey residente en Bruselas y una joven tan apegada a su ciudad natal, Madrid, pudieron encontrarse en condiciones tan inusuales y casarse. Es una historia tan inesperada que nos resultaría difícil de creer si no la hubiera contado el cardenal Suenens, arzobispo de Malinas-Bruselas, con documentos que la respaldan.

Los Reyes eran la viva imagen del amor

Los Reyes eran la viva imagen del amorGTRES

El cardenal, entonces obispo, había reclutado a una monja irlandesa, Sor Verónica O'Brien, para que fuera la casamentera del joven Rey. Sor O'Brien, a su vez, por recomendación, reclutó a una joven enfermera de una familia aristocrática española para que la ayudara en la búsqueda. La joven no era otra que Fabiola, en quien pronto se reconoció como la pareja ideal: aristocrática y devota católica.

Tras su matrimonio, la pareja comenzó su vida como Reyes de los belgas, cabezas de un reino a menudo dividido por los enemigos de la realeza. Se dedicaron al servicio a los demás, especialmente de los más desdichados, como los afectados por catástrofes nacionales (inundaciones, accidentes aéreos, etc.).

Además, soñaban con tener una familia numerosa. Sin embargo, Fabiola se quedó embarazada cinco veces, y perdió a todos sus hijos tras muchos meses de gestación. Por fe, aceptaron esta dura prueba, avanzando a su manera, a pesar de la hostilidad de los grupos de extrema izquierda que se reunieron en su casa para organizar manifestaciones que exigían la dimisión de la pareja sin heredero aparente. Su amor mutuo y la importancia que daban a la comunicación entre ellos, les permitió resistir las presiones que sentían.

«Se aprende algo de esa experiencia. Tuve problemas con todos mis embarazos, pero sabes, al final creo que la vida es bella», llegó a declarar ella a la prensa del país. Como consecuencia, el Rey tomó como delfín a su sobrino, Felipe de Lieja, hijo de su hermano Alberto y de la italiana Paola Ruffo di Calabria a quien quería como a un hijo.

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